11. Cartas sobre la mesa: Comienza el juego

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—Estas hermosa— su sonrisa es la hermosa

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—Estas hermosa— su sonrisa es la hermosa.

—Tú no te quedas atrás.

Él de repente me toma de la cintura y me estrecha contra su pecho, sus manos de afianzan a mis caderas y atrapa mis labios en un beso que sin duda desearía que nunca terminara.
Su lengua recorre todos los rincones de mi boca, cuando siento el peso de varias miradas sobre nosotros aparte de varios murmullos, rompo el beso y quedo con las palmas de mi mano apoyadas en su pecho y tratando de controlar mi respiración.

—Aquí no— susurro mientras de la forma más disimulada que puedo me limpio las comisuras de mis labios.

— ¿Por qué no?— veo que frunce el ceño, limpio sus labios también mientras le contesto.

—Demasiadas miradas, no soy de dar demostraciones de afecto públicas... A parte que todos son unos chismosos— le doy una pequeña sonrisa, él sonríe más abiertamente, da un pequeño pico en mis labios, me toma de mi mano izquierda y me lleva hasta la pista de baile comenzando a bailar bajo la suave melodía.

—Eres la más hermosa de aquí— susurra en mi oído, tanto una sonrisa como un estremecimiento abarca mi cuerpo.

—Lo sé— le doy una sonrisa arrogante, él solo me la devuelve con una dulce mientras acaricia mi mejilla.

Seguimos bailando solo mirándonos, siento miradas, susurros y hasta flashes, pero la verdad me importa poco, cuando la canción termina salimos de la pista de baile y vamos por unas copas con champán y hablamos de cosas triviales, hasta que escucho en mi espalda...

—Oriana querida— solo alcanzo a rodar los ojos cuando ella aparece al lado del "mejor postor".

No recuerdas su nombre ¿Cierto?

Nope.

La doy una sonrisa forzada a Ethan que al parecer el reconoce porque veo que hace una mueca tipo diciendo -se viene algo feo- y luego volteo hacia Mónica con la sonrisa más falsa que puedo dar.

— ¿Si?

—No sabía que ustedes estaban juntos— sé que está enojada, se le arruinó el plan que ya tenía visualizado en su macabra cabeza.

Ethan comienza a hablar —No es...

—Creo que estoy bien mayorcita como para mantener una relación con alguien sin pedirle permiso a mis padres— veo como aprieta la mandíbula y yo estoy a punto de volver a soltar uno de mis trofeos.

Pero el "mejor postor" salva la velada —Antonio Thompson, un gusto— le ofrece la mano a Ethan.

—Ethan Megalos, el gusto es mío— le devuelve el saludo —Oria... Preciosa, mejor...

Mónica lo interrumpe — ¿Él si puede cortar tu nombre?— levanta una ceja, sé que su objetivo ahora es destilar veneno y hacerme sentir inferior, pero ya no Mónica, ya no soy esa niña de 17 años que solo quería hacerte feliz para ocultar lo que mi padre te hacía.

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