ɴᴏ ᴍᴀʟᴛʀᴀᴛᴇɴ ᴀʟ ʀᴏꜱᴀᴅɪᴛᴏ

Capítulo 8

−Pero... ... .

−Prometiste esperar a Raviette.

Akkad miró a Allen como para salir rápidamente del paso.

Allen suspiró avergonzado y luego asintió.

En cambio, añadió una petición antes de abrir la puerta.

−... ... Puede que se sorprenda un poco. Y, por favor, no la despiertes. Se acaba de quedar dormida.

−De acuerdo.

Finalmente, Akkad entró al dormitorio de Ravi y la vio tumbada en la cama, conmocionada.

Tenía moratones negros por todas partes, incluida la cara, sus labios estaban reventados y con costras.

Una venda envolvía la mano que había salido de la manta, y la sangre se filtraba a través del vendaje.

Allí, la piel visible a través de las vendas estaba toda desprendida. Las piernas que sostenían las almohadas eran similares.

La gran gasa de la planta del pie chorreaba supuración y sangre.

−... ... Ah... ... ¿Raviette?

Ravi miraba a Akkad, que levantó los párpados hinchados que no podían abrirse bien.

Akkad se quitó los guantes mientras se acercaba a Ravi ante el aumento de las emociones.

Akkad limpió las lágrimas que fluían y tomó la mano de Ravi.

−Lo siento. Lo siento mucho. Yo. .. ... debería haber ido contigo... ... eh... ... lo siento, Ravi.

−¿Por qué lloras? Ya no llores mucho. Me alegro de que no hayamos ido juntos. Te habrían detenido porque eras muy guapo.

Dijo Ravi con una sonrisa, pero las lágrimas brotaban sin parar de las inmaculadas mejillas de Akkad.

Akkad tenía miedo de que Ravi se pusiera enferma, así que no pudo darle fuerzas, y con cuidado agarró la mano de Ravi con ambas manos y lloró durante mucho tiempo.

Ravi se avergonzó y le consoló porque era la primera vez que veía a Akkad llorar así.

No sabía si el tono de voz era tranquilizador o quería hacerlo sonar más.

−Akkad, no llores.

−Yo... ... no llores... ... Ravi. ¿Te duele mucho? Hib.

Las lágrimas seguían brotando de los ojos de Akkad, que tenía hipo e intentaba contener las lágrimas.

Ravi se esforzó por quitarse de encima la mano de Akkad.

Akkad, sobresaltado, alargó de nuevo la mano e intentó atraparla, pero Ravi lo evitó.

−... ... ¿Estás loco? ¿Así que estás haciendo eso?

−No.

−Entonces, ¿por qué? Toma mi mano.

Akkad volvió a frotarse los ojos agrietados y extendió la mano hacia Ravi.

Pero Ravi habló con voz firme.

−Si me tomas de la mano, la herida se cura demasiado rápido. Tu habilidad es un secreto.

No sé por qué la habilidad del duque Enoch es un secreto, pero es un hecho que se oculta a conciencia.

−Pero duele... ... Parece muy doloroso... ... Ravi, odio que estés enferma... ... .

Ravi se puso rígida. De repente, pensó que estaba demasiado obsesionado con las habilidades de Akkad y no miraba las otras partes.