❥ 𝕝𝕖𝕤 𝕔𝕙𝕖𝕧𝕖𝕦𝕩.۵

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Aterrizaron en el aeropuerto La Rochelle, fue algo difícil aterrizar ya que el clima no era el mejor que digamos. Fuertes vientos con algo de nevada. Pues era la primera semana de Febrero, el invierno aún no había acabado. ¡No se le hubiera ocurrido mejor idea que invitar a su amigo Muhammad a Francia en el peor momento!

--Lo siento mucho, me entusiasmé mucho con la idea de que vinieras pero no tomé en consideración que sería invierno. ¡Pardoooon!-- se lamentaba el albino con un pucherito.

--Ey tranquilo, no me molesta. Podemos hacer la cena de todas formas.

No era como había planeado. Esperaba que fuera otoño, cenando en el balcón de su casa, brindando con una copa de vino en mano de cada uno, mirando el atardecer.

Pero allí estaban, arriba de un taxi en camino a su casa y los copos de nieve resbalaban en las ventanas.

Llegaron a su casa donde se notaba el paso del tiempo en invierno. El techo de color blanco, las plantas quemadas por la nieve, y su camioneta enterrada bajo el escarchado material. No le dió importancia, lo vería al otro día, y los dos amigos más el can en brazos del egipcio entraron al hogar del francés.

¡Por un demonio, lo que faltaba! Primero, no tomó en consideración la estación en la que estaría Francia ahora; y en segunda, su casa era un desastre. Tierra tanto en el suelo como en los muebles, botellas de cerveza vacías esparcidas en el suelo, y un olor a podredumbre que indicaba que la comida que había dejado en el frigider ya había expirado hace bastante.
Era obvio que no era su culpa, no había nadie quien mantuviera su hogar mientras no estaba. Tampoco contó que pasaría más de 50 días fuera.

Avdol lo tranquilizó, llegaron muy tarde pues ya eran las 10 de la noche, irían a descansar. Jean programó levantarse temprano en la mañana para invitar al egipcio a desayunar en una cafetería que estaba a 6 minutos en auto.

Luego limpiarían la casa, con ayuda de Avdol ya que éste insistió. Irían a comprar suministros. Una vez estuviera todo en orden, Jean prepararía el almuerzo, coq au vin, para matar el frío, y un pollo aparte sin el vino tinto para Iggy.

Verían alguna película en la tele, Jean le mostraría algunas de sus revistas que guardaba, y también bailaban la música que pasaría por la radio.

Y finalmente, la esperada cena. En esta prepararía quiche lorraine, su especialidad, y crêpes. Beberían mulled wine. Ya habrán notado que nuestro albino era un fiel amante de la bebida alcohólica tinta.

La cena había sido un verdadero éxito.

Hasta que el pesado Iggy sin previo aviso tomó uno de los crêpes del francés, cosa que terminó en una persecución ridícula pero divertida para el egipcio, era mejor que los programas cómicos que había visto en la tv esa tarde.

Valió la pena hacerle caso a Polnareff después de todo, lo pasó bien, ese alocado, tontito y tierno francés le había alegrado su día después de una batalla espantosa como la que tuvo con vanilla. De haber estado solo las cosas habrían sido sin duda distintas. Volver al trabajo al que pocos lo inflaban, tener que entrometerse en peleas frente a su negocio, escuchar los chismes de sus vecinas, leer un poco y para después, no hacer absolutamente nada, más que extrañar a sus compañeros y recordar que sus brazos ya no eran los mismos, tampoco el era el mismo luego de esa bizarra aventura. La soledad no le traía ningún beneficio al parecer. Realmente la invitación de su amigo le significaba mucho.

Tenía tanto que agradecerle. Mandó a Iggy para que cargará con él al hospital más cercano, y que quedara él solo peleando con Vanilla Ice entre el fuego y los escombros al punto de casi morir. Esa batalla fue la más horrible que todas las anteriores, todos allí pudieron terminar calcinados vivos, o moribundos en el caso del joven Noriaki y el viejo Joestar. Jean se había quedado incluso a dormir a un lado de su cama para no separarse de él. Antes de que le implantaran sus brazos prótesicos Polnareff se encargó de darle él la comida en la boca. Era divertido recordarlo ya que jugaba al aviencito cada que le daba una cucharada, para que luego mojara su dedito con saliva y pasarlo por esas manchas que quedaban en su cara y luego pasar una servilleta. Recordar esos pequeños detallitos de parte del albino le hacía latir con fuerza, sentía que su corazón daba vueltas.

Había llegado la hora de dormir. Dormirían dónde mismo descansaron la anterior noche. Sí, habían dormido juntos en la gran y cómoda cama del francés.

Procedió a desarmar su peinado que estaba envuelto en su pañuelo, junto a su cola de caballo. Se desistió para partir al baño y darse una corta ducha caliente. Se colocó uno de los pijamas que le había prestado el albino y espero a que Jean saliera del baño para apagar la luz.

Al fin Jean había salido, con una toalla envuelta el todo su cuerpo, se dirigió al vestidos para colocarse su pijama. Había notado que en medio de lo que cubría, faltaba ese volumen en su cabeza que era donde su extravagante peinado estaba. ¿Será que...

Polnareff apareció en la escena, con su pijamita ya puesto y secándose el cabello con una toalla. Algo había cambiado, no era ese mismo excéntrico francés. Es que... maldición las palabras se le atoraban. ¡¿Qué pasó con Jean Pierre Polnareff?!

El pijama se amoldeaba a ese curvilíneo cuerpo, su piel brillaba de limpieza y su cabello, ¡Alá! Le había hecho caso a la gravedad. Cabello platinado, brillante y lacio caía por sobre su rostro y hombros. De una apariencia sólida pasó a una fina. ¡Era una belleza! Su interior estaba hecho un caos, tanto así que no escuchaba a su amigo que lo llamaba estando a su lado en la cama.

--Perdón, ¿Qué pasa?-- preguntó desconcertado el egipcio sonrojado.

--Pues, ¿Qué te pasó a ti? Me quedaste mirando por varios minutos.

--Lo siento es que... te ves, diferente.

--Se me acabó mi gel, ¡no tengo como levantar mi cabello!

--¡Eh no se te ve mal! Mírame, si lo notaste, tampoco tengo mi peinado habitual-- le señaló Avdol.

--¡Oh lalá! Es cierto, maldición ¡Eres realmente bello Muhammad! No es que con tu peinado no lo seas, eres igual de bonito solo que sin él te ves, realmente, diferente.

--Lo mismo digo, estaría genial verte habitualmente con este cabello-- señaló tomando con suavidad entre sus metálicos dedos las hebras blancas del chico.

Polnareff se sonrojó al sentir el tacto de su compañero y al notar que su respiración estaba bastante cerca, y esos ojitos caramelo mirándolo con brillos en él.

Se alejó un poco antes de hacer lo que estaba pensando hacer, lo mismo pasó con el egipcio al darse cuenta de lo que estaba ocurriendo.

--Solo si te dejas ser mi muñequilla y me dejas jugar con tu cabello. Extraño hacer trenzas, le hacía peinados bastante bonitos a mi querida Sherry-- dijo con un pucherito y un deje de nostalgia.

--Bien, dejaré que me trences el cabello.

Apagaron la luz, se dieron las buenas noches, y cada uno miraba al lado contrario del otro y se dispusieron a dormir.






Be Continued--->

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Les cheveux: Cabello

Coq au vin: Pollo marinado en vino

Quiche Lorraine: Tarta salada

Crêpes: Panqueques dulces

Mulled wine: Vino caliente combinado con azúcar, naranja y especias.

Wenas noches 🤟💖💞

.۵ : 𝔸𝕄𝕆𝕌ℝ 𝔸ℕ𝔸𝕋𝕆𝕄𝕀ℚ𝕌𝔼 ❥ 𝔸𝕧𝕡𝕠𝕝 (𝕁𝕁𝔹𝔸) : ۵.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora