❥ 𝔸𝕧𝕒𝕟𝕥-𝕡𝕣𝕠𝕡𝕠𝕤.۵

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Sin duda, en aquellos 50 días de viaje a el Cairo, Egipto, el grupo de cinco hombres y un can experimentaron el terror, el desagrado, cansancio y sobretodo dolor. No solo físico, sino emocionalmente también.

Además de todas esas malas experiencias, también aprendieron a dejar ir el pasado y el sentirse acompañado después de muchos años sin tener una amistad verdadera, y el amor también.

El dolor emocional era lo que predominaba ahora con respecto al amor.

La batalla contra Dio fue un éxito, Jotaro lo había logrado. Joseph por poco no la cuenta dos veces. Polnareff fue atendido por múltiples heridas. Ellos estaban bien, no se podía decir lo mismo de los otros tres integrantes de los crusaders.
Iggy por poco se les iba, tener que cargar al egipcio que perdió una gran cantidad de sangre al igual que el canino, era demasiado para un pequeño como él que estaba por quebrarse por la mitad.
Avdol había perdido sus dos antebrazos.
La vida de Kakyoin estaba en jacke, su abdomen e intestinos estaban destruidos junto a su vertebra dorsal.

Jotaro por muy duro que fuese, por muy rudo y rebelde que llegara a aparentar, no podía evitar llorar no solo por perder a sus amigos. Kakyoin se había vuelto alguien importante para él, sentía algo especial más allá de una amistad y compañerismo. Tenía muchos planes a futuro, aun que no los dijese en voz alta, junto al chico que le dió un toque de luz a su oscuro corazón. Era la primera vez que experimentaba algo así y ahora estaba por perderlo.

Jean Pierre Polnareff no es alguien de ocultar lo que siente, eso es evidente, pues al enterarse del estado de su amigo egipcio, sumado al de su peludo y amistoso rival, y del pequeñito del grupo, era demasiado para él. Perder a su madre, a su hermana y ahora perder lo poco que tenía era ya el colmo. No quería regresar a Francia si no era con Avdol a su lado. Era eso o tener que volver a estar solo en su casa que había compartido con su pequeña familia que se hayaban descansando bajo tierra, entre sus recuerdos y la tristeza.

Joseph entendía a sus jóvenes compañeros, él también había perdido a ese alguien tan especial y ni si quiera se había despedido, tampoco pudo hacer nada para salvarlo. Ya había sido hace muchísimo tiempo, pero esa herida estaba ahí, y abierta ahora que le tocaba ver a su amigo y sobretodo, a su nieto, tener que experimentar algo como eso.
Oía como Jotaro lloraba en silencio escondido en el baño, en aquel cuarto donde Noriaki se recuperaba de una operación y luchaba por despertar de un coma. Kujo no pretendía por nada alejarse de su amigo pelirrojo.

Lo mismo Polnareff, pasaba día y noche contemplando al egipcio con ojos cerrados. Admiraba esa morena piel brillante, lisa y suave a la vista, pobladas cejas, sus negras y largas pestañas, sus cicatrices en el rostro, sobretodo la marca de bala en su frente que le hacía sentir punzadas en su pecho. Su nariz angosta, sus gruesos labios color café con leche y su mentón cuadrado tan baronil. Su expresión relajada, que veía de vez en cuando compartía habitación con él.
Extrañaba ver sus coquetos ojos color caramelo cuando coincidían la mirada entre ellos.
Sería capaz de dedicarle un poema de lo hermoso que es.

Sentía un amor indescriptible por ese hombre egipcio quien sacrificó su vida por él no una, ¡dos veces! Adoraba la forma en la que se movía, su sensual sonrisa, lo pacífico y sencillo que es, lo maduro que llegaba a demostrar y su escandalosa y contagiosa risa. Deseaba tanto que despertara para hacerlo reír y escucharla otra vez. Lo que más admiraba era que tenía la capacidad de aguantarlo, realmente tenía mucha paciencia cuando de Jean se trataba.

No se arrepentía de haber donado su sangre para salvarlo.

Cuando creyó que la espera sería eterna, a la siguiente noche, Muhammad Avdol se había movido. Abrió los ojos lentamente hasta que lo hizo completamente.

.۵ : 𝔸𝕄𝕆𝕌ℝ 𝔸ℕ𝔸𝕋𝕆𝕄𝕀ℚ𝕌𝔼 ❥ 𝔸𝕧𝕡𝕠𝕝 (𝕁𝕁𝔹𝔸) : ۵.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora