Capítulo XX

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El día esperado llegó, a pesar de que algunos de los consejeros no estaban de acuerdo con esta unión, no tenían otra opción más que aceptarla, pues sería mejor aceptar que perder la alianza con Lotbriam y Delford. Tal vez ellos sospechaban que mis verdaderos motivos al designar a Leathan como uno de los líderes del consejo era asegurar que nadie pudiese llevarme la contra y así cumplir mis propósitos amorosos, y esa era la verdad, aunque no pensaba admitirlo en voz alta.

Mis doncellas me preparaban para el evento. Desde muy temprano había tomado un baño caliente y mientras unas esparcían sobre mi cuerpo aceite con un delicioso aroma a rosas, otras peinaban mi cabello en un hermoso recogido con perlas.

A pesar de que conocía a Leathan desde que éramos tan solo un par de niños y de todo lo que habíamos vivido en los últimos meses, me sentía nerviosa, pero no en una mala manera, sino que era una mezcla de nerviosismo y emoción que no podía controlar.

Estaba tan inmersa en mis pensamientos que ni siquiera escuché cuando tocaron la puerta hasta que una de las doncellas me informó que Leathan deseaba verme.

— Sabes que no puedes ver a la novia antes de la boda. — Recriminé bromista.

— Lo sé, pero tengo una buena razón. — Se excusó extendiéndome un pedazo de papel cuidadosamente doblado. — Esto es lo último que sabrás de mí hasta que volvamos a vernos más tarde. — Dijo tomando mi rostro entre sus manos para después dejar un beso sobre mis labios.

— Esto es muy inapropiado, señor Dayholt. — Reí.

— Permítame decirle, majestad, que desde hace mucho a usted no le importa lo que es apropiado y lo que no. — Guiñó un ojo y se fue, dejándome con las mejillas ardiendo.

Me senté y estaba segura de que inconscientemente tenía una boba sonrisa en los labios. Desdoblé el papel que me había entregado para encontrarme con una carta.

Querida Rowan.

Estamos a unas cuantas horas de casarnos y no tienes idea de lo feliz que me hace esa idea. Hace unos meses pensé que terminaría muerto, pero ahora sé que terminaré despertando cada día por el resto de mi vida al lado de la mujer que me robó el corazón.

Te entrego esta pequeña nota solo para que sepas que no he dejado de contar los días para que llegara este momento, pues de ahora en adelante nadie podrá separarnos.

Me preocupa pensar que después de este día y para siempre, seré un rey, no es algo que imaginé que me podría suceder, pero haré mi mayor esfuerzo para darte mi ayuda y no más problemas.

Te veré en un par de horas más, estoy seguro de que te verás preciosa como siempre.

Te ama.

Leathan.

No podía dejar de sonreír, porque todos esos sentimientos expresados por Leathan eran mutuos, desde que nuestro matrimonio fue un hecho, no dejé de imaginar cómo sería este día, y el tiempo parecía pasar extremadamente lento, pero al fin había llegado el momento y yo no podía sentirme más eufórica.

Mis doncellas, me ayudaron con el vestido, era enorme, pero era precioso; cuando al final colocaron el velo en mi cabeza y vi mi reflejo no pude evitar sonreír conmovida. Si hace un par de meses en la taberna, alguien me hubiese dicho que sería reina de Brexfarn y esposa de Leathan, lo tacharía de loco, porque estas posibilidades solo existían en mis más profundos sueños y pensamientos.

— Hija mía, te ves maravillosa. — Exclamó mi madre llevando sus manos al pecho, acababa de entrar en la habitación.

— Gracias madre.

Huyendo de la traiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora