Capítulo XIII

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No dejamos pasar más tiempo desde nuestro último triunfo y el nuevo ataque fue planeado; nos aprovecharíamos del debilitado ejército de Sloan para hacerlo perder esta guerra casi por completo. El plan de ataque sería enviado con los hombres que trajeron a Wade hasta nosotros y una vez estudiado procederían a ejecutarlo.

— Este ataque será decisivo, será una de las más grandes batallas que libraremos desde el inicio de esta guerra. — Dijo Norbert.

— Es por eso no hay lugar para el fracaso. — Complementó Bastian.

— No debemos confiarnos, nuestros hombres tampoco, nunca sabemos que sucias estrategias pueda tener Sloan bajo la manga. — Dije yo nerviosa.

— Estoy casi seguro de que esta batalla será nuestra, sin embargo, también es seguro que las bajas en nuestros hombres serán numerosas. — Dijo el rey Alaric.

Oír eso me devastaba, desde el inicio de esta guerra lamentaba las vidas perdidas de quienes valientemente decidieron ir al campo de batalla para traernos la victoria y regresar la corona a la legítima soberana; pensaba en los huérfanos y viudas que esta guerra dejó, en los hijos que fueron a luchar sin saber que no volverían a ver a sus padres, en el dolor que su pérdida dejaría en los corazones de su familia y me preguntaba si valía la pena, pero después pensaba en que esos sacrificios traerían a todos un mejor y más brillante futuro, en el que uniríamos fuerzas para que nunca más un tirano nos sumiera en la miseria.

Desde aquel fatídico día en que se revelaron las mentiras de Wade y Rose, Leathan no había sido el mismo, su mirada había perdido ese brillo característico en él y la aflicción en su rostro me dolía en el alma. Todos mis intentos por convencerlo de que él no tenía la culpa de lo sucedido fallaron y testarudo como era se negaba a escuchar razones. Esa noche mientras intentaba dormir tocó a mi puerta.

— Rowan, soy yo, ¿puedo entrar? — Preguntó desde el otro lado de la puerta.

— Claro, adelante. — Dije mientras me sentaba en la cama, tallándome los ojos.

— ¿Te desperté? — Preguntó apenado.

— No, intentaba dormir, últimamente me cuesta trabajo.

— No eres la única, hay veces en las que paso la noche en vela.

— Cuando eso pase, sabes que tienes a tu amiga a cinco alcobas de distancia. — Dije sonriendo.

— Eso recordé hoy y por eso he venido. — Dijo con la misma mirada triste que había tenido desde hace días.

— Leathan, no me gusta verte así... tan triste. No tienes idea de lo importante que eres para mí, es por eso que se me parte el alma cada vez que veo tu rostro afligido. — Dije posando mi mano sobre su mejilla.

— Descuida Rowan, estaré bien. — Dijo tomando mi mano y besando mi palma. — De hecho, vine a decirte que ya me siento mejor porque he encontrado la forma de estar en paz conmigo mismo. — Confesó con una cálida sonrisa.

— ¿Y cuál es esa forma? — Cuestioné con curiosidad.

— Rowan, hay cosas que prefiero mantener en secreto.

— No tienes que decirme todo lo que haces ¿cierto? — Dije recordando esa frase suya.

— Así es... — Guardó silencio un momento viéndome fijamente. — Te dejaré dormir, descansa.

— También tú. — Respondí.

Sin esperarlo me abrazó con fuerza y yo rodee su cuerpo correspondiendo ese gesto de afecto, nos mantuvimos así por un largo tiempo, solo nos acompañaba el sonido de nuestras respiraciones; él acercó su rostro al mío, tanto que nuestras narices se rozaban y soltó un suspiro antes de dejar un casto beso en mis labios.

Huyendo de la traiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora