Capítulo VII

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Habían pasado un par de días desde que llegamos a Lotbriam, las cosas eran muy tranquilas a comparación de mis días en Vetwik en los que no paraba de trabajar. Después de que Leathan y yo habíamos pasado mucho tiempo solos, no me acostumbraba del todo a tener la compañía de Rose y la señora Mae, solicitaba la ayuda de ambas cuando era estrictamente necesario, pero la mayor parte del tiempo prefería estar sola y eso propiciaba que Leathan y Rose pasaran más tiempo juntos, mucho más del que pasaban antes y mi amigo me dejó en un segundo plano; aun así no tenía tiempo de pensar en mis infortunios amorosos, mi mente estaba centrada en la llegada del ejercito del rey Augusto pues solo así podríamos comenzar con nuestro plan.

Esa tarde Bastian y yo pasábamos tiempo en la biblioteca hablando de todo aquello que había ocurrido en los años que no tuvimos oportunidad de reunirnos; él ahora estaba comprometido con una princesa a la que solo conocía por un pequeño retrato que se le hizo llegar.

— La conoceré el día de nuestra boda, es absurdo, pero son tradiciones de su reino.

— ¿No te opusiste a ello? — Pregunté.

— No, tu bien sabes que esto no es algo que yo decida y a mi padre le conviene tener de su lado a los padres de mi futura esposa, sus minas son las más codiciadas de la región.

— Espero que logren congeniar, estarán casados siendo unos extraños.

— Lo mismo espero Rowan. — Se quedó en silencio, con una expresión en el rostro que no supe descifrar. — Siempre pensé que mi esposa serías tú. — Dijo por fin.

— ¿Yo? — Reí.

— Sí, no es broma Rowan, en verdad esperaba que nuestros padres nos comprometieran, siempre me he sentido muy atraído a ti.

— Pero no fue así. — Dije intentando disimular mi nerviosismo, aunque mis enrojecidas mejillas lo hicieran evidente.

— ¿Puedo confiarte algo y prometes no ofenderte?

— Por supuesto.

— Pediría tu mano en matrimonio, ese era el plan, pero todo sucedió y Sloan tomó tu reino; después la noticia de tu muerte llegó hasta nuestros oídos y perdí toda esperanza. — Tomó aire, su rostro era indescifrable. — Lloré tu muerte Rowan, lo hice y sufrí cada día hasta que supe que no era verdad, que no estabas muerta, pero aun así... ya era tarde, Lotbriam comenzó a entrar en decadencia sin la ayuda de Brexfarn, necesitábamos un aliado y es por eso que mi padre decidió comprometerme. Ahora estás aquí, pero no puedo cancelar mi compromiso aunque lo desee porque...

— Ahora no soy nadie. — Completé su oración.

— No, Rowan, no digas eso, siempre serás alguien, siempre serás la princesa que lucho hasta el último momento por lo que le pertenece, pero... el futuro de Lotbriam está en mis manos, debo pensar como un líder y no como un enamorado, por más que quiera no puedo poner en riesgo el futuro de mi reino por un suceso que no es certero y yo... — Lo abracé impidiendo dijera algo más.

— Bastian, no debes dar explicaciones, yo lo entiendo.

— Lo entiendes tú y yo también, pero no mi corazón, no puedo ignorar lo que siento por ti y menos ahora que estamos aquí, juntos.

No pude decir nada ante su declaración porque un sirviente entró buscando a Bastian; agradecí internamente esa interrupción, pues a decir verdad no tenía palabras, no sabía que responder.

— Alteza, un hombre solicita una audiencia con usted, dice que es de suma importancia, le hemos pedido que se vaya, pero insiste, ha estado en las afueras del castillo los últimos dos días.

Huyendo de la traiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora