Capítulo XII

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Al séptimo día de la partida de Wade y los hombres, se confirmó su traición, el plan había resultado como lo esperábamos. Fue arrestado y traído de vuelta a Lotbriam junto con las noticias de que la distracción había permitido a las tropas atacar con más fiereza reduciendo considerablemente a los hombres de Sloan y dándonos una gran ventaja en esta guerra.

— Aquí tenemos a nuestro traidor. — Dije con desprecio cuando Wade fue puesto a nuestra disposición. Las marcas en su rostro y cuerpo me permitieron saber que las tropas no se tentaban el corazón cuando de traición se trataba. — Quisiera saber si el sucio oro de Sloan será suficiente para salvarte ahora maldito bastardo. — Me burlé de él.

— ¡No me arrepiento de nada! Lo volvería a hacer con tal de verte sumida en la miseria, ramera. — Dijo altanero y sonriendo.

— ¡No me volverás a llamar así nunca! — Exclamé abofeteándolo tan fuerte como pude. — Nunca estuviste arrepentido, te aprovechaste de mi bondad y la usaste en mi contra, pero ahora la bondad no será una virtud mía a la hora de castigarte.

— Puedes hacer lo que quieras conmigo, pero mi trabajo ya está hecho, Sloan te asesinará justo como lo hizo con tu inmundo padre. — Replicó altivo.

— ¡Suficiente! — Grité con furia, la cual aumentó al ver que Wade reía a carcajadas. — Espero que sigas riendo así cuando tu cuello truene en la horca. — Sentencié.

— Guardias, llévenlo a la horca, será ejecutado. — Dijo el rey Alaric terminando con nuestra discusión, que todos, incluso Rose, habían estado escuchando sin atreverse a intervenir, tanto Bastian como Leathan sabían lo mucho que deseaba regocijarme ante el castigo que Wade recibiera después de todas las ofensas profirió hacia mí.

— ¡Esperen! — Gritó Rose con dolor. — Antes de que lo lleven a recibir su castigo, permítanme decirle adiós. — El rey Alaric asintió y yo no me opondría, después de todo, la pobre chica no tenía la culpa de las infames acciones de su hermano. Rose corrió hacia él con lágrimas en los ojos, lo abrazó y entre sollozos habló. — Te quiero hermano.

— Yo te quiero a ti Rose, se fuerte y recuerda mis consejos.

— ¡Llévenselo! — Ordenó el rey, cuya fuerte voz quedó opacada por los sonoros lamentos de Rose.

Caminamos detrás de los guardias a presenciar la ejecución de Wade, Rose no presenciaría dicho acto y por lo tanto Leathan se quedó a su lado consolándola en ese duro momento. Wade era su hermano y sin importar que tan terrible fuera, ni que tan sucio hubiese jugado con nosotros, su muerte le dolía, su situación me hacía pensar en ella con lástima y más aún cuando días antes le había asegurado que todo estaría bien.

Colocaron la soga alrededor del cuello de Wade, él en ningún momento mostró miedo en su rostro, sino que mantuvo la cabeza en alto y la vista al frente, sin inmutarse ni un instante; recorrió su mirada entre los presentes hasta fijar sus fríos ojos sobre los míos.

— Ramera — Exclamó sonriendo con malicia, pues sabía lo mucho que odiaba ese calificativo.

— ¡Vete al infierno! — Repliqué con voz impasible.

— ¡Ahí nos volveremos a encontrar! — Fueron las últimas palabras que salieron de su boca antes de que su cuello tronara al ser suspendido, miré impactada su cuerpo balanceándose inerte y sentí un escalofrío al percatarme de que sus ojos muertos seguían fijos en mí.

Me alejé, no podía seguir viendo ese sombrío espectáculo sabiendo que su hermana estaría llorando su pérdida; tenía que ir con Rose y decirle que lo sentía, no por su hermano, sino por ella, porque yo mejor que nadie sabía lo duro que era perder a un ser amado. Entré al castillo buscándola, mi sorpresa fue grande cuando la encontré en el gran salón discutiendo con Leathan.

— ¿Cómo pudiste? — Gritó él tomando su cabeza entre sus manos con desesperación.

— ¿Qué esperabas que hiciera? Es mi hermano no podía delatarlo y ser la causante de su muerte; me debatí internamente tantas veces para decírtelo, pero luego te escuché, ¡tus palabras me orillaron a eso! lo oí todo, la amas a ella, no a mí ¡y por eso la odio!, nada me daría más gusto que verla caer; ese fue el propósito de mi hermano y yo lo ayudé con mi silencio porque ahora no solo trataba de proteger su vida, sino que también deseaba verla perder todo por lo que ha luchado, deseaba ver como morían uno a uno sus hombres hasta llegar a ella, y solo así no volvería a interferir entre nosotros.

— ¡Estás demente! — Gritó Leathan apretando los dientes, mientras yo los observaba desde lejos sin poder creer lo que estaba presenciando.

— ¡Estoy loca, pero de amor por ti! Si es que me tuviste un poco de cariño Leathan, no me delatarás, aún podemos ser felices. — Dijo con una sonrisa digna de una demente.

— ¡No! Nos pusiste en riesgo a todos, incluso a ti... lo sabías todo y no nos dijiste nada, traicionaste a Rowan y por lo tanto me traicionaste a mí. — Leathan se percató de mi presencia y con rostro afligido hizo una petición. — Rowan, llama a los guardias.

— ¡No! ¡No! ¡No! — Gritó Rose repetidamente tirándose a los pies de Leathan, pero él ni siquiera posó su mirada en ella.

— ¡Guardias! — Grité, ellos llegaron de inmediato. — Arréstenla, es casi tan traidora como su hermano. — Ordené.

— ¡No! ¡No se me acerquen! — Gritaba con desesperación al tiempo que buscaba un lugar al cual huir; la tome de la muñeca impidiendo que se moviera de ese lugar, al momento volteó a verme con un odio que jamás hubiese imaginado ver en aquella dulce chica que había conocido. — Te arrepentirás de esto, ¡Lo juro!

— De lo único que me arrepiento es de haberte traído con nosotros, traidora. — Sentencié con frialdad.

Los guardias la tomaron de los brazos, mientras ella forcejaba y gritaba que la dejaran ir, cerré los ojos sintiendo pena por ella pues nadie escucharía sus suplicas y al mismo tiempo me sentía una tonta por no haberme dado cuenta de que ella también jugó con nosotros.

— ¡Leathan! ¡Leathan! — Lo llamaba a gritos mientras era arrastrada fuera del gran salón, pero él se quedó inmóvil con la mirada en un punto fijo ignorando a la suplicante Rose.

— Leathan... — Dije acercándome a él. — Yo...

— Rowan lo lamento tanto, la culpa me perseguirá por siempre, atraje a ti a dos traidores que solo pretendían hacerte daño; el error que cometí me está costando muy caro. — Dijo con amargura.

— Era algo que no podíamos prever, no te culpes por esto, los únicos culpables son ellos dos, no tú.

— Solo dime que me perdonas Rowan, por favor. — Suplicó.

— No tengo nada que perdonarte Leathan, no has hecho nada malo. — Me abrazó, dejando caer sobre mi hombro lágrimas silenciosas, sabía que esas lágrimas eran de culpa, una culpa que él no debía cargar, pero por más que se lo dijera, no iba a querer entenderlo. 

¡¡¡Hola!!! 😁❤
Espero que se encuentren muy bien.
Les dejo otro capítulo, igual es un poco cortitito, pero espero que les guste. 😊
Muchas gracias a quienes han leído, votado y comentado los capítulos anteriores. ❤
Nos leemos de nuevo el viernes 😌
Tengan bonita semana 🙋❤

Huyendo de la traiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora