Baje al comedor como todas las mañanas, el rey Alaric, Norbert, Bastian y Leathan también estaban ahí, todo transcurría como de costumbre hasta que un alboroto llamó nuestra atención.
— ¿Qué está sucediendo? — Preguntó el rey, pero todos estábamos tan confundidos como él, de pronto uno de los guardias entró a toda prisa al comedor informándonos la peor de las noticias.
— Los ejércitos de Brexfarn y Vetwik han penetrado el castillo. — Nos vimos unos a otros con terror.
— ¡Saca a Rowan de aquí! — Ordenó Bastian a Leathan, quien de inmediato tomó mi muñeca y salió corriendo del comedor conmigo, me condujo por los pasillos del castillo para ponerme a salvo, ninguno de los dos decía palabra alguna, solo sabíamos que debíamos ser rápidos; la señora Mae nos encontró, estaba asustada y solo al verla recordé a mi convaleciente madre.
— ¡Leathan mi madre! — Grité con terror. — ¡Ponla a salvo!
— Pero ¿quién te pondrá a salvo a ti? — Cuestionó nervioso.
— Puedo cuidarme sola. — Declaré.
— Yo la pondré a salvo, tú ve por la reina. — Intervino la señora Mae, Leathan asintió y corrió en dirección a los aposentos de mi madre.
— Vamos niña no debemos perder el tiempo. — Dijo la señora Mae, empujándome por los pasillos. — Iremos a tus aposentos y atrancaremos la puerta.
El sonido de los gritos, lamentos y espadas chocando me llenó de pavor, una invasión al castillo era de las últimas cosas que imaginé que Sloan haría, no había nada que hacer más que ponernos a salvo y rogar a Dios que todo terminara pronto.
Llegamos a mi habitación, cerramos la puerta y juntas empujamos el tocador para impedir el paso. Ambas estábamos nerviosas, yo más aún, rogaba que Leathan hubiese llegado a tiempo para salvar a mi madre.
Los gritos de los hombres no cesaban; la señora Mae y yo nos mantuvimos abrazadas en un rincón de mi habitación tratando de hacer el mínimo sonido. De pronto la puerta comenzó a ser sacudida con fuertes y constantes golpes, el tocador cayó al suelo y en ese momento la señora Mae se apresuró a cubrir la puerta con su cuerpo.
— Escóndete en el armario.
— Pero señora Mae...
— ¡Ahora Rowan!
Obedecí corriendo al enorme armario y ocultándome dentro, por una rendija podía ver como la señora Mae forcejeaba para impedir el paso a la habitación, pero su fuerza no fue suficiente y un hombre logró entrar a la habitación.
— ¿Dónde se oculta la princesa Rowan? — Exigió saber tomando del cabello a la señora Mae. — Sé que lo sabes, anciana.
— ¡No lo sé! Y aunque lo supiera no te lo diría bastardo. — Dijo escupiéndole el rostro.
— ¡Asquerosa mujer! — Gritó enfurecido tirándola al suelo y alzando su espada.
No podía ser una cobarde y esconderme cuando la señora Mae estaba a punto de dar su vida por la mía, salí de mi escondite y tomé el atizador de la chimenea golpeando con fuerza la cabeza del hombre, desviando su atención de ella.
— ¡Ahí estás! — Exclamó acercándose peligrosamente a mí, volví a golpearlo, ahora en el abdomen, pero solo gané que su furia aumentara soltándome una bofetada que me dejó aturdida y me hizo soltar el atizador. Con gran facilidad me tomó con un brazo tratando de sacarme de la habitación, forcejé con él poniendo todo mi esfuerzo para evitar que me llevara, pero su fuerza era mucho mayor a la mía, de pronto la señora Mae estrelló en la cabeza de aquel hombre una jarra de cerámica provocando que me soltara.
ESTÁS LEYENDO
Huyendo de la traición
Historical FictionDespués de que el más fiel consejero de su padre lo asesinara para quedarse con el trono, Rowan la princesa de Brexfarn, logra huir con ayuda de uno de los sirvientes del palacio, quien también es su más grande amigo y amor secreto. A pesar de que a...