Capítulo XVI

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La ira no se había alejado de mí y era la emoción que me acompañaba mientras marchaba con mis hombres hasta Brexfarn para enfrentar a Sloan. Leathan y Bastian me acompañaban; Bastian trató de impedirlo y hacerme cambiar de parecer, pero no lo logró, esa era mi última palabra. Sloan ya me había quitado mucho y esta guerra para mí, ya no se trataba de un trono, se trataba de mi orgullo y mis pérdidas; pagaría por todo lo que hizo, lo pagaría muy caro y no planeaba descansar hasta que él o yo cayéramos muertos.

A Leathan y Bastian no les quedó más opción que entrenarme, aunque mi padre en vida me había instruido para saber defenderme, esas enseñanzas ya estaban empolvadas y necesitaban una renovación. La espada sería mi arma y un escudo mi protección, los hombres nos esperarían a las afueras de Brexfarn y juntos marcharíamos por la cabeza de Sloan.

A la lejanía vi el campamento de nuestros hombres y supe que el momento había llegado. Sí, estaba asustada, pero mi furia era mucho mayor; tiempo atrás me había prometido a mí misma que tenía que recuperar mi reino y que los hombres que me siguieran no marcharían solos, yo iría con ellos, y hoy esa promesa se cumpliría.

Cuando llegamos al campamento todos se arrodillaron ante nosotros como signo de respeto abriéndonos paso al lugar; preparaban sus caballos, afilaban sus espadas y esperaban a que la futura reina los guiara.

— Compañeros. — Exclamé. — Hoy estamos juntos en esto, hoy pelearemos contra el hombre que ha sembrado caos y destrucción en nuestras vidas, pelearemos contra aquel que nos ha arrebatado tanto. Pelearé a lado de ustedes, con la misma fiereza y valentía con la que lo han estado haciendo. ¡Ganaremos esta guerra! ¡Saldremos victoriosos! ¡Y la sangre que se derramará este día será del enemigo! ¡Será la sangre de Sloan! — Declaré terminantemente. — Ahora ¡Marchemos! ¡Tenemos una guerra que ganar! — Terminé mi discurso alzando mi espada en el aire.

Los hombres aclamaron a gritos llenándose de valentía y sed de victoria, iríamos juntos a recuperar lo que ese maldito nos había quitado, a vengar todas las vidas inocentes que por su causa fueron tomadas; iría a vengar a la señora Mae... pero, sobre todo, vengaría a mi padre.

Entramos a la ciudad cual estampida, tomando por sorpresa a los soldados que custodiaban el pueblo, no paramos hasta llegar al castillo y quitamos de nuestro camino a todo hombre que intentó detenernos. Una vez que estuvimos frente a las puertas del que fue mi hogar los hombres de Sloan intentaban impedir nuestra entrada, sin saber que entre ellos estaba Donovan dirigiendo a un reducido grupo de hombres que deseaban casi tanto como yo la muerte de Sloan. Esos hombres nos permitieron el paso, abrieron las puertas para nosotros y se nos unieron en la batalla.

Cabalgué apresurada hasta la puerta principal con Leathan y Bastian siguiéndome de cerca, éramos acompañados por un grupo de hombres a los que habían encomendado mi protección.

— Es momento de entrar. — Dije decidida descendiendo de mi caballo y pateando con fuerza la puerta hasta que cedió; al abrirse un grupo de guardias se abalanzaron sobre nosotros intentando herirnos sin éxito; mis hombres se enfrentaron a ellos impidiendo que llegaran a herirme a mí o a mis amigos, no les tomó mucho tiempo dejar tendidos en el suelo a los enemigos y así nos infiltramos en el recinto. Incontables guardias se avecinaban a nosotros intentando matarnos, pero no les era tan fácil, peleamos cuerpo a cuerpo y así como yo recibía golpes y heridas, ellos también lo hacían. Todo pasaba tan rápido, dejándome desconcertada por momentos en los que el pánico amenazaba con apoderarse de mí, pero al recordar todas las atrocidades que Sloan había cometido, el miedo desaparecía dándole paso al valor y a la sed de venganza.

— ¡Por aquí! — Grito Leathan guiándonos por los pasillos, Donovan nos informó que lo más seguro sería que Sloan estuviese refugiado en la sala de reuniones. Teníamos una gran ventaja porque tanto Leathan como yo, conocíamos el lugar a la perfección por lo que llegar a la sala de reuniones no fue problema, el problema fueron los muchos hombres que la custodiaban quienes al vernos llegar comenzaron a darnos pelea.

Huyendo de la traiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora