Capítulo 28

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Tenía la cabeza vacía, no se me ocurría nada. Abrí la boca, pero ni siquiera pude pronunciar un sonido. Apenas y respiraba. No, ni siquiera podía hacer eso. Sentía el pecho apretado, solo entonces me di cuenta de que estaba conteniendo la respiración.

—Sí, ah, ah, sí...

El alto y agudo gemido de la mujer perturbaba mis oídos. Ni siquiera sabían que estaba parado allí. Las manos de Yibo tocaron su cuerpo, espalda, piernas y pecho. La vista fue impresionante, retrocedí e hice un ruido al golpear la puerta. Fue entonces cuando Yibo levantó la cabeza; al mismo tiempo, nuestros ojos se encontraron. Por un momento no dije nada. Mi cabeza estaba hecha un lío. Yibo parecía llamar mi nombre, pero no era como si lo estuviera escuchando, solo salí corriendo de la sala de espera.

También parece que vi Dylan junto a un conductor que estaba con él, pero no tampoco era como si los estuviera viendo realmente. Estaba aturdido, me volví loco y salí del aeropuerto.

—Ah... Ah... Ah.

Solté varios suspiros.

El aire frío que soplaba cubría mi cuerpo, mi corazón dolía. Me senté en la calle, agarrando mi pecho mientras jadeaba, mi respiración era pesada.

Era un sueño.

Llevé mis manos temblorosas hacia mi cabello. Esto era ridículo, había visto mal. No había sido Yibo. Había sido otra persona.

¿No era Darren? ¿No era el Alfa dominante al cual le había mordido el pene? Entonces, ¿quién estaba ahí?

Era un Alfa de ojos morados, con pelo oscuro y un olor terriblemente dulce.

—Xiao Zhan

De repente, alguien me llamó y me agarró por los hombros. Me asusté. Mientras continuaba sentado en el suelo frío, miré hacia arriba sorprendido, aquel hombre me miró. Era el mismo que había estado esperando, pero que no quería ver ahora. Era Yibo.

—¿Qué pasó? ¿Tienes frío? —preguntó casual.

Realmente no me lo podía creer, incluso sentía que había visto mal. Yibo se acercó a mí, luciendo confundido. Me agarró un brazo para levantarme y frunció el ceño por un corto tiempo, luego sacudió mi ropa y dijo:

— Estás sucio.

Todavía estaba perplejo, parpadeando mientras lo veía. Yibo me abrazó de inmediato, como si pensara que mi condición era extraña.

De repente me cargó, mis pies flotaron en el aire, giró su cuerpo y caminó con una gran calma. El auto en el que viajaba no estaba muy lejos de nosotros, a lo lejos también se veían los guardaespaldas que estaban alrededor. Yibo entró en el auto sin dudarlo, sosteniéndome, después cerró la puerta y al cabo de unos minutos arrancó el coche.

Yibo no espero demasiado. Inmediatamente después de que entramos puso sus labios y empujo su lengua en mi boca. Acabe aceptando su hábil beso, chupó mis labios y acaricio mi paladar. Yibo continúo besándome mientras yo estaba perplejo mirándolo.

—Ah…

Yibo soltó un profundo suspiro lleno de satisfacción.

—¡He pensado en esto, todo este tiempo!

Traté de decir “yo también”, pero el sonido que salió de mi boca, fue diferente.

—¿Quién es ella?

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