Capitulo 29

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—...Todos los horarios han sido reprogramados. Compruébelo por si tiene algún cambio, por favor. Este es el material de la reunión de la tarde. Compruébelo también antes del almuerzo e informaremos antes de la reunión. Aquí hay una referencia.

Puse un archivo grueso en el escritorio y lo empujé hasta el fondo. Era el mismo escritorio donde una vez estuve acostado y tuve sexo con Yibo. Poco después coloqué un archivo delgado con imágenes, él levantó la vista.

—Busqué algunos perfiles de acompañantes acorde al gusto del Sr. Wang. Mírelos y elija, nos pondremos en contacto con la elegida.

—Oye.

Yibo me llamó.

Me vi obligado a parar y a esperar sus siguientes palabras. Él frunció el ceño y le dio unos cuantos golpecitos al escritorio con las yemas de sus dedos.

—¿Qué estás haciendo?

Respondí fríamente:

—He informado de la agenda de hoy y le he entregado un archivo sobre la reunión, también le he dejado un archivo de compañeras para que pase su tiempo libre. —Luego añadí sin cambiar mi expresión—: ¿Cuál es el problema?

Después de salir de la habitación de Yibo, me salté el desayuno y limpié mi habitación. No dormí y me preparé para el trabajo.

Tampoco dije una palabra cuando subí al auto, él tampoco dijo mucho. Quizás pensó que era un poco caprichoso y no me equivoqué. Ahora su expresión era la prueba.

—¿Qué demonios es esto ...? Ah, está bien. ¿Puedo elegir uno de estos?

Yibo tomó el archivo y lo acercó a él con una actitud silenciosa, pero no me importo. Reviso las fotos y luego señalo una, la cual empujó hacia mí.

—Entiendo. Me podre en contacto con usted luego. ¿Le gustaría conocerla hoy? ¿Reservo el hotel?

Él levantó las manos con un gesto para que yo hiciera lo que creía más conveniente. Tomé el archivo y dije:

—No tenemos horario esta noche, así que le diré que venga al hotel a las 7:00.
¿Desea cenar? ¿Puedo tener una habitación lista?

Yibo solo mantuvo en sus labios una maldita sonrisa. Para él, todo parecía una completa broma. Era como si un gato dócil se hubiera rebelado ante su dueño. Por supuesto que no era mi amo. Era solo mi empleador.

—Está bien.

Me di la vuelta para salir de la oficina, pero me detuve por un momento. Abrí el maletín y saqué la caja que había traído. Yibo miró hacia arriba. No sabía lo que estaba pensando, pero no quería adivinar. Caminé derecho y puse la caja en su escritorio. Inmediatamente, reconoció el objeto y frunció su ceño para después hablar:

—... ¿Qué es esto?

Con una voz tranquila, respondí de manera profesional.

—Este es el reloj que me dio. Se lo devuelvo.

—¿Por qué?

Era la primera vez que alguien le devolvía un regalo. Me sentía sucio por tener ese reloj conmigo, pero era evidente que Yibo nunca lo entendería.

Contesté sin expresión:

—No acepto regalos de parejas sexuales.

—¿Ah?

Yibo inquirió confundido, luego empujo la caja con la punta de los dedos provocando que retrocediera. Él se detuvo a una distancia no muy lejos de mí.

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