Capítulo 25

901 130 10
                                    

En el cuarto, solo mi vago jadeo se oía en medio de todo el silencio mientras Yibo me estaba observando. Mis ojos no parpadearon. Estaba tan avergonzado que mi cabeza quedó completamente en blanco. Me froté los labios sin saber que decir, luego, apenas y solté un pequeño sonido cuando hablé.

—... ¿Desde cuándo estás ahí?

Cuando pregunté, Yibo levemente apartó la cabeza.

—Desde que tu dedo se metió en tu agujero.

—...

Quería que Dios me hiciera desaparecer de este mundo. Tenía muchas ganas de morir.

¡Estúpido idiota! ¿Cómo me atrevía a hacer esto? ¿Cómo podía ser tan desvergonzado?

Culpándome salvajemente, abrí la boca, pero curiosamente ya no había nada más que decir. Casi enseguida me disculpé cuando mis lágrimas de vergüenza y culpa brotaron.

—Lo siento...

Yibo, que se encontraba apoyado en el marco de la puerta avanzó hacia mí. Me sorprendió la forma en que sus pies se acercaron rápidamente así que intenté ponerme de pie.

—Quédate como estás.

Él me miró fijo mientras se dirigía hacia la cama. Mi cara estaba ardiendo, pero no pude moverme. Yibo me levantó la camisa, expuso mis pezones y bajó mis pantalones hasta mis pies junto con mi ropa interior. Cuando tragué saliva, pude observar a Yibo sentarse a un lado de la cama. Acercó sus manos y sujeto mis tobillos.

—¡Ah!

De repente fui arrastrado, solté un grito. Yibo simplemente terminó por quitarme los pantalones y la ropa interior, arrojando las prendas al suelo, miró a mí alrededor y habló con indiferencia:

—Hazlo otra vez.

—¿Qué? —pregunté sin comprender.

Yibo parpadeo con fascinación, luego me dijo en voz baja.

—Quiero que lo hagas de nuevo, desde el principio.

Estaba perplejo y avergonzado.

¿Realmente estaba diciendo que lo hiciera de nuevo? ¿Estaba tratando de avergonzarme todavía más?

No tenía ninguna otra explicación; aunque no era de sorprenderse, había hecho esto sin ninguna clase de pudor en su habitación.

Tartamudeé:

—Yibo... Lo...lo siento. Esto es...

—¿Te dije que te disculparas? —Me interrumpió, luego volvió a mirarme con indiferencia—: Cállate y comienza de nuevo, ahora mismo.

Olvidé mis palabras. Aunque parecía increíble, Yibo hablaba en serio. Lo único que podía pensar sobre esto, era que trataba de molestarme.

¿Acaso esta era una nueva manera de castigarme?

Yibo continuó observando. Si no seguía sus órdenes estaba seguro de que tendría problemas.

Sentí mi cuerpo arder de la vergüenza, pero cuando mi mano temblorosa tocó mi pene, dejé de morderme los labios.

Yibo soltó brevemente uno de mis tobillos. Estaba nervioso, tragué mi aliento y bajé la otra mano hasta mi entrada. La mano de Yibo, que antes tenía sujeto mi tobillo comenzó a subir por mis piernas hasta mis nalgas. Ahí, fue en donde ambos nos rozamos.

El pene que estaba en mi mano se endureció poco a poco, por lo que suavemente lo acaricié con mi mano izquierda. De pronto, un dedo vacilante tocó mi agujero frío. Temblé sin saberlo, no había tiempo para arrepentirse. Yibo, con su otra mano todavía tenía sujeto mi tobillo como impidiendo que fuera a huir. Una sensación de urgencia creció dentro de mí. Cerré los ojos. Mi mano temblorosa acarició mi entrada. Mi pene, que estaba un poco enérgico, se tensó en mi otra mano. Estaba avergonzado, no podía soportarlo.

BMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora