Extra 4- Capítulo 10

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<Querido Bailey, y Sr Chung

Hola, soy Wang Qiang. Tengo un hermano menor.

Tenemos una fiesta con almuerzo a las 12 en punto el 3 de abril. Por favor, vengan a felicitarme.

Qiang, que pronto se convertirá en un hermano mayor>

Josh parpadeó al ver la carta de invitación en el correo. Tras ojear el contenido una vez, abrió la boca.

—Cecil, Qiang quiere invitarnos a una fiesta. Tendrá un hermano menor.

—¿Qué?

Cecil, que estaba tumbado en el suelo y dibujando, levantó la cabeza.

—¡Muéstranos! Muéstranos! ¡Muéstrame!

Josh se rió estupefacto al ver a Cecil, que tiró los lápices de colores y corrió de un lado a otro gritando.

—Todavía no sabes leer.

—¡Léelo! Léelo. ¡Muéstrame la carta de Qiang! ¡Muéstrame! ¡Voy a verlo! Ah!

Cecil estaba impaciente y gritaba desaforadamente, agitando los brazos. Josh dejó la mancuerna al ver que el niño lloriqueaba.

—Cecil.

Llamando al niño en un tono serio a propósito, se inclinó y siguió hablando con contacto visual.

—¿Qué ha dicho papá? Por mucho que quieras, no puedes enfadarte y lloriquear, ¿verdad? Si haces esto, ¿la gente tratará de escucharte? Por supuesto que no.

Cuando preguntó:

—¿Eh?

Cecil dijo en voz baja:

—No, voy a escuchar.

Josh sonrió al ver que el niño dejaba de tener un comportamiento violento.

—Bien, ¿te pido que lo hagas de nuevo?

Cuando se puso de pie y le dió otra oportunidad, Cecil se puso de pie y se levantó la falda. Y sonrió de forma hermosa y dobló ligeramente una rodilla.

Jhosua Bailey, ¿puedes mostrarme la carta?

—Oh, bueno.

No quiso decir que se detuviera aquí.

Josh sintió angustia por un momento ante la petición del niño que le miraba con los ojos más brillantes que las estrellas, pero pronto dejó de pensar. Cuando le tendió la carta, Cecil le tendió inmediatamente la mano con sus ojos centelleantes. En el momento en que Cecil estaba a punto de recibir la carta que tanto deseaba.

—¿Qué es esto?

Una mano repentina se la arrebató. Cecil se quedó allí, en blanco, con la boca abierta tan grande como sus ojos. Sin importar la reacción del hermano menor, Pete comenzó a leer la carta mientras se movía.

—Peter, deja tu bolsa primero.

Wallace, que le seguía, le tendió la mano. Pete pasó la carta de mano en mano, levantando y soltando los brazos uno a uno según le decía. Mientras tanto, los ojos no dejaba la carta en todo momento.

—¡Dame la carta, dámela!

Cecil estiró los brazos gritando, pero Pete se limitó a evitarlo. La expresión de Pete al ver a Cecil, que estaba muy enfadado, mostraba claramente signos de molestia.

—¿Por qué me pides algo si ni siquiera sabes leer las cartas?

—¡Puedo leerlas! Dámelo. ¡Papá me lo ha dado! ¡Eres un tonto!

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