LIBRO 1
¿Amar? ¿Que es amar? Unos piensan que el amor es aquello que te salva cuando estás jodido , es tu ancla o tu remo para remar en un océano demaciado grande , pero gracias a tu remo llegarías seguro, ¿Eso es el amor? ¿Sentirte seguro o segura...
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ROMA/ITALIA
ALESSANDRO
Al fin el avión esta por aterrizar después de una hora con cinco minutos de vuelo con el idiota de Leandro y los insultos de Hera.
Tengo un jodido dolor de cabeza desde hace unas horas gracias al imbécil de Leandro y a los inutiles que creyeron que podían subestimarme.
El infierno que se desató en la mansión no fue estúpido, ellos tenían un maldito objetivo y ese era Hera.
«Debe de ver un maldito infiltrado.»
Necesito averiguar quiénes son los imbeciles que quisieron matar a mi mujer.
Me encuentro perdido en mis pensamientos hasta que la voz de Leandro me trae de vuelta a la realidad.
–Ya llegamos–Me informa serio.
« ¿Y a este que le pasa? siempre tiene una estupidez que decir»
Asiento con la cabeza y me preparo para bajar, no si antes ordenarles a mis hombres que suelten a mi mujer.
Una Hera enojada e indignada baja del avión, Leandro y yo bajamos antes que ella, Leandro intenta estar lo más serio posible mientras observa como Hera me mira con furia y me mata con la mirada.
Intenta escapar pero no lo logra, nos encontramos en una pista privada y seria imposible su escape, mis hombres lo evitarían.
Enojada y furiosa se dirije a las camionetas, mis hombres le abren la puerta de una de ellas y se sube cerrandola al instante.
—Alessandro toglie la faccia al tuo amico, che con quello che ho da dire ti.divertirai un sacco—Me dice Leandro
«Alessandro quita tu cara de amargado, que con lo que tengo que decir te vas a divertir mucho.»
—Non sto camminando per i tuoi dannati scherzi, dimmi cosa hai da dirmi—Le contesto ya enojado
«No ando para tus maldita bromas, dime de una maldita vez lo que me tienes que decir.»
—L'idiota che si è scopato tua moglie è in uno dei nostri magazzini... —me dice, una sonrisa maquiavélica se me forma.
«El idiota que se gozo a tu mujer, se encuentra en uno de nuestro almacenes»
—Prepara todo, le haremos una visita que no olvidar—le ordeno secamente a Leandro.
Él solo asiente y saca su teléfono dirigiendose a una de las camionetas, mientras tanto yo llamo a mi hombre de confianza.
