Office Romance

Déjà Vu: Parte Uno

Diminuta nota del autor: Hola! Solo quería avisar que este capítulo iba a salir extremadamente largo, así que lo dividí en tres partes jeje ;D Ahora, sigan leyendo, y si pueden déjenme sus comentarios y opiniones, me encantaría!!

Una terrible sensación de déjà vu se apoderó de mi cuerpo. ¿Qué tenían las puertas que conseguían ponerme así? Había estado nerviosa mi primer día, pero esto era algo completamente diferente.

Pasé saliva y miré el nombre en la placa de cristal junto a la puerta que tenía enfrente.

Elliot S. Graham, el terror de las secretarias. Se decía que no había una sola mujer en la empresa que no hubiera caído bajo sus encantos, de alguna forma u otra.

No tomaba en cuenta la apariencia, el color, la edad o el status, parecía que conquistar mujeres era su hobbie favorito.

"Sinceramente, no sé como es que siguen cayendo como moscas ante su paso. Si ya saben como es, para que lo invitan..."

Solamente una vez lo había visto, en la cafetería de empleados, pidiendo un americano.

Y ciertamente, parecía que el cielo se había abierto y había mandado uno de sus ángeles a esculpir sus perfectas facciones, idolatradas por su club de fans.

(Sí, todas las nuevas recibían la invitación a entrar al Club Oficial de Fans de Elliot. El COFE básicamente era un puñado de chicas que stalkeaban al jefe en las redes sociales, y dado que tengo mejores pasatiempos, cortésmente decliné la oferta de unirme).

El pánico comenzaba a acumularse en mi estómago, y mis piernas de estaban volviendo gelatina. Un nudo se estaba formando en mi garganta, como la vez que tuve que contestar un examen sorpresa de Física IV. Tuve que respirar profundamente varias veces antes de decidirme y crear un plan.

Paso 1: Cruzas esa puerta.

Paso 2: Le das los documentos.

Paso 3: Sales antes de que pueda hacerte plática.

Con mucha más resolución que antes, toqué a la puerta, y esperé de corazón que nadie contestara. Quizás Norma se había equivocado y hoy había decidido llegar tarde...

Pero una sola palabra bastó para matar mis esperanzas.

-Adelante.

Una vez más pasé saliva, y poniendo mi mente en blanco, tomé la manija y abrí la puerta.