Frienzoned

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Pero no, eso era imposible. No podía ser Elliot, aunque este sujeto se le pareciera tanto que era casi doloroso mirarlo. Además, ¿qué iba a estar haciendo él en un lugar como éste? Seguramente mi mente sumergida en alcohol me había jugado una broma muy cruel.

De cualquier manera, no me iba a quedar a averiguarlo. Desvié la mirada y me liberé de entre sus brazos, que me rodeaban fuertemente y me hacían sentirme segura y protegida, una sensación que llevaba años buscando.

-Lo siento -murmuré-. Lo he confundido con alguien más.

Y sin esperar una respuesta de su parte, entré corriendo al bar, rogando a los dioses que no me siguiera.

Las luces de neón incandilaron mis pupilas, que se habían acostumbrado a la oscuridad de la calle. Pestañeé varias veces, tratando de identificar a Nathan entre la muchedumbre, pero apenas había dado una docena de pasos cuando él me encontró primero.

Me tomó del brazo y me susurró en el oído:

-¿Dónde rayos estabas? Te estuve esperando fuera del baño por diez minutos hasta que Frank me dijo que te había visto salir.

A pesar del tono de voz tan bajo, la rapidez y la intensidad con la que hablaba demostraban que estaba bastante enojado.

Eso era más de lo que podía soportar. Ya era bastante tarde, mi cabeza empezaba a doler y solo quería ir a mi departamento a darme una ducha y sacarme de la cabeza ese increíble beso de minutos antes. No estaba de humor para soportar su enojo, aún si era justificado.

Me zafé de su agarre y le contesté en el tono más calmado de mi repertorio.

-Nathaniel, esta es una de esas veces en las que lo mejor que puedes hacer como un chico es olvidar el problema, llevarme a mi casa y llamarme a primera hora de la mañana para preguntarme que quiero de desayunar, ¿quedó claro?

Al parecer Nathan también estaba deseoso por dejar el tema, porque en lugar de continuar la discusión solo pasó una mano por su cara y asintió.

-Tienes razón, lo siento. Me dejé llevar por la preocupación. Por cierto, nos iremos en el auto de Antonio, le presté el mío a alguien más.

Colocó su mano izquierda sobre mi espalda y nos dirigimos a la salida.

-Creí que no dejabas que nadie tocara a tu bebé -me recargué en su hombro. Estaba demasiado cansada como para preocuparme por lo que Nathan fuera a pensar.

-Así es normalmente, pero Lewis conoció a una chica linda en el bar, y quería impresionarla cuando la llevara a su apartamento... -guardó silencio de repente, como si sintiera que había dicho de más. Me miró y levantó una ceja.

Yo me encogí de hombros. La vida amorosa de mis colegas no era de mi incumbencia.

Salimos, y por un segundo temí que el hombre siguiera ahí. Pero no, se había desvanecido como el humo de su cigarrillo.

Sin poder controlarlo, un escalofrío subió por mi espalda. Nathan lo interpretó como un signo de que tenía frío, y se quitó su saco para ponérmelo sobre mis hombros.

Le regalé una sonrisa por el gesto, y ambos entramos en el carro de Antonio. No estoy segura de lo que sucedió en el trayecto, porque me dormí todo el camino en el hombro de Nathan.

Pero con el recuerdo de los labios más dulces del mundo sobre los míos.

Ring. Ring. Ring.

Estiré un brazo fuera de la cama para alcanzar el celular que sonaba como desquiciado en mi mesita de noche.

"¿Quién chuchas me llama a las 9 de la mañana después de una noche de juerga?" Esta gente no sabe los conceptos más básicos de la cortesía.

Según mi identificador de llamadas, el descortés respondía al nombre de Nathan.

-¿Sí? -dije mientras me tallaba los ojos.

-Good morning Blazy, how did you sleep? -su tono alegre y energético contrastaba con el mío de "acabo de despertar" como blanco sobre negro.

-¿Tan difícil es no alardear de tus habilidades de políglota un sábado en la mañana? -espondí un poco más despierta. Aparentemente Nathan hablaba 8 idiomas, o al menos eso era lo que aseguraba su tarjeta de presentación.

-Jaja, muy graciosa. Por si no lo recuerdas, tu fuiste la que me pidió que te llamara. Perdón si te desperté.

Si había algo de arrepentimiento en su voz, lo estaba escondiendo magníficamente.

-Deberías de hacerme saber cuando tengo malas ideas Nathan. Es lo que los amigos hacen -me levanté y me dirigí a mi pequeño baño para lavarme la cara.

-Lo pensaré. Por cierto, ¿A dónde quieres ir a desayunar? Pan francés suena bien para mí.

Suspiré. Me dolía demasiado la cabeza como para pensar en comida.

-Pan francés será entonces. ¿En el Café Bretón en media hora? -puse el celular en altavoz mientras me cambiaba.

-Te estaré esperando. Por cierto... Blazy... -su usual tono alegre se había apagado, y me preocupé un poco.

-Sé que sería mejor decírtelo en persona, pero la verdad es que no puedo, no, en realidad, no quiero esperar hasta que te vea en persona.

Levanté una ceja mientras me ponía una blusa gris de un hombro por la cabeza. ¿Qué traía ahora este tipo?

-Quería disculparme por como actué anoche. Tomé de más e hice cosas estúpidas, y lo siento mucho.

Vaya, así que era eso. Me puse unas mallas negras con unos botines del mismo color.

-Está bien Nathan, ambos dijimos tonterías anoche -dije mientras me cepillaba el cabello.

-Te quiero Clara... -esas tres palabras hicieron que mi corazón se parara por un momento.

- ...eres mi mejor amiga, y no quiero que eso cambie nunca. Bueno, te veo en un rato. Au revoir! -colgó alegre.

11 letras, un sólo sentimiento: FRIENDZONED.

Suspiré.

-Al menos eso responde una de mis dudas existenciales. Y no dolió tanto como alega la gente -tomé mis llaves y salí para desayunar con mi mejor amigo. Lo haría pagar la cuenta por haberme hecho pasar por eso.

***

Hola a todxs! Siento que este capítulo quedó un poco raro, pero ya saben que pueden dejarme sus comentarios para saber que piensan ;) Gracias por leer y votar, Os amo!! Besos

Office RomanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora