Todo había seguido exactamente igual en la oficina, a excepción de un pequeño detalle: me había convertido en la siguiente presa del Casanova de Graham & Co.
Al principio ni siquiera lo noté. Nos encontrábamos en los pasillos, compartíamos el elevador a la salida, ese tipo de cosas. Pero gradualmente sus avances se hicieron más notorios, hasta que incluso alguien tan despistada como yo comenzó a notarlos.
¿Alguna vez les paso que llegó un chico o chica nuevos al inicio del curso, y todos se morían por hablarle porque le daban un aire nuevo a la rutina, pero lo dejaban en paz al cabo de unos días? Bueno, supuse que esto era algo así. Que trataría de conseguir mi número un par de veces, y después se hartaría al ver que no pensaba dárselo. Pero debí haber sabido que Elliot Graham no se daría por vencido tan fácilmente.
Estaba esperando a que la copiadora terminara de hacer su trabajo, cuando el susodicho apareció de la nada y se recargó sobre el aparato.
-Buenos días Clara -dijo, y el aroma de su loción se coló rebeldemente hasta mi nariz.
Era difícil tratar de ignorar su radiante sonrisa, pero con el paso del tiempo me salía mejor. Quizá algún día lograra perfeccionar la técnica.
"A quién tratas de engañar, esa sonrisa deslumbraría a un ciego"
Entre mis diálogos conmigo misma casi se me olvida contestarle.
-Buenos días, señor Graham -contesté lo más cortante que pude.
-Tengo dos entradas para el siguiente partido de los Yankees. ¿Qué te parecería venir conmigo? -preguntó.
-Lo siento, no soy fanática del béisbol -comencé a recoger mis copias.
Me tomó del brazo, impidiendo que me alejara.
-Te he invitado a todos los lugares que se me han ocurrido, y siempre me has dicho que no -me miró fijamente con cierta dureza en los ojos.
-¿Qué podemos deducir de eso? -me encogí de hombros-. Ahora, si me disculpa, tengo trabajo que hacer.
Elliot aflojó su agarre y aproveché la oportunidad para zafarme. Ya le había dado la espalda cuando suavemente llamó mi nombre.
-Clara. Se me olvidada decirte, te ves preciosa el día de hoy. El verte hizo mi día -susurró galantemente.
-Gracias -respondí, y miles de mariposas decidieron echarse a volar en mi estómago, haciendo que me ruborizara en contra de mi voluntad.
"¡Esto está mal Clara! ¡Él le dice eso a todas, reacciona!" -gritó mi conciencia.
Di la vuelta al pasillo para dirigirme al despacho de Norma cuando me topé con Nathan.
-Lo siento, no te vi -me disculpé sonriendo como boba. No podías quedarte de mal humor después de oír a un diez como Elliot elogiándote.
-¿Qué tienes? Estás actuando raro... -continuó su camino con una sonrisa confusa, justo en el momento en que salía Elliot de la habitación de la copiadora.
Hubiera podido jurar que la temperatura disminuyó al menos diez grados. Por cosas del trabajo, obviamente me había tocado ver a ambos hombres en la misma habitación de vez en cuando, pero nunca a solas. Siempre había sido en juntas con otros ejecutivos, o incluso asistentes.
La tensión era tal que parecía que uno saltaría al cuello del otro en cualquier momento, como perros de pelea. Ambos se fulminaron mutuamente con la mirada, hasta que Elliot reconoció mi presencia, y dándome una ligera inclinación de cabeza siguió de largo.
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Office Romance
ChickLitClara siente que el amor no esta hecho para ella. Después de su primera (y única) experiencia, decide rechazar a todos los hombres que se atreven a invitarla a salir. Pero las cosas experimentan un cambio de 180 grados cuando su mejor amiga le consi...