Lunes. Inicio de semana y día internacional de la flojera. Pero eso no disminuía ni por un segundo la obligación de ir a trabajar.
Me levanté esperando encontrar algo picante en la nevera (o al menos algo que me levantara el ánimo), pero aparte del bote de catsup, unas manzanas, y un envase de yoghurt cuya fecha de caducidad había pasado hace meses y en el cual seguramente estaba creciendo un nuevo ecosistema, no había nada más.
Las desventajas de vivir sola me golpeaban en lo más hondo de mi pobre estómago.
"¿Ah pero quería independizarme, verdad?"
Decidida a ir de compras después del trabajo, me encaminé a dicho lugar. Tuve que usar toda mi fuerza de voluntad para no tomar la belleza de cuatro ruedas que había dejado en el estacionamiento, pero en West Street no tenía dónde aparcarla. Problemas de primer mundo.
Antes de llegar a la oficina de Norma, hice una parada en la sala de descanso de empleados para robar unas galletas y sobrevivir hasta la hora del almuerzo, sólo para darme cuenta que todo el mundo estaba frenético.
Me acerqué a Eireen, que no tenía su usual cara de buen humor, sino que parecía bastante enfadada.
-Hola Ei. ¿Qué le pasa a todo mundo? El fin del mundo estaba previsto para hace tres años -dije tratando de elevar los ánimos.
Al parecer mi broma no le causó gracia, pues sólo me miró detenidamente antes de suspirar y responderme.
-Lo siento Clara. Simplemente hoy no es un buen día -le dio un sorbo a su café y salió.
-El jefe está de un humor de perros. Desde que llegó se encerró en su despacho y no sale más que para gritarle a todo mundo -dos ejecutivos que estaban conversando en una esquina, y evidentemente habían visto mi cara de perdida, se dignaron a hablarme.
-Escuché como entraba a la oficina de Eireen y le pidió que empezara de cero el proyecto en el que ha estado trabajando hace meses -dijo el más alto.
Eso explicaba todo. La irlandesa tenía un trauma por el perfeccionismo, y supongo que la inoportuna visita de Elliot no había ayudado en nada.
-¿Y cuál fue el motivo? -preguntó el otro, ignorándome por completo. Al parecer mi parte en esa conversación se había acabado.
-Simplemente, dijo que no le gustaba -su compañero se encogió de hombros.
"Vaya, y luego dicen que las mujeres somos las chismosas.
¡Mentira! La única diferencia es que nosotras lo admitimos"
Salí de la sala después de haber comido más calorías de las que podría quemar en una semana, y entré al despacho de Norma esperando no hacer ruido. Ella estaba dándome la espalda, y justo cuando iba a abrir la computadora para ver los pendientes de hoy, tratando de pasar inadvertida, se giró a mirarme.
-Buenos días Norma -saludé con media sonrisa.
-Buenos días Sullivan -me contestó con un tratamiento cortante que no había recibido en semanas . Sus ojos me observaban fijamente detrás de sus lentes, como si tratara de encontrar una mancha en mi traje o algo que reclamarme. Después se relajó un poco y nos pusimos a trabajar.
Llevábamos unos cinco minutos en silencio cuando volvió a hablar.
-Antes de que llegaras, recibí varias llamadas -dijo sin dejar de teclear en la computadora.
-¿De verdad? ¿De parte de quién? -traté de fingir curiosidad. Las galletas no me habían llenado y los gruñidos de mis tripas no me dejaban concentrarme.
ESTÁS LEYENDO
Office Romance
ChickLitClara siente que el amor no esta hecho para ella. Después de su primera (y única) experiencia, decide rechazar a todos los hombres que se atreven a invitarla a salir. Pero las cosas experimentan un cambio de 180 grados cuando su mejor amiga le consi...