Tania

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Finalmente, después del viaje un poco tenso llegamos a nuestro destino, en la zona residencial de Harlem.

Mi acompañante amablemente pagó el taxi, y me apresuré a tocar el timbre. Mientras esperábamos a que nos abrieran, supuse que sería adecuado dar unas cuantas explicaciones previas.

-¿No tienes ni idea de a quién venimos a ver, cierto?

Elliot negó con la cabeza.

Esbocé una sonrisa anticipando su reacción.

-Estamos aquí por mi niña. Tengo una hija -revelé.

Si por la cara de Elliot no pasaron veinte tonos de blanco, no pasó ninguno. Deseé haber grabado su reacción, pero la ocasión me había tomado desprevenida.

-Antes de que te desmayes, creo que debo aclarar: es adoptada. Se llama Tania, tiene 8 años, y la tengo desde hace dos.

La puerta se abrió y una mujer latina de mediana edad nos recibió.

-¡Clara! Que bueno que llegaste, Tania no deja de preguntar por ti. ¿Y el señor...? -dejó la pregunta en el aire.

-Graham, Elliot Graham. Un placer.

Al parecer la necesidad de mostrar sus modales le había devuelto la lengua a Elliot.

-Por supuesto. Pasen por favor, yo necesito ir a la farmacia por la medicina que le recetó el doctor a la niña. Vuelvo enseguida.

Ambos observamos como salía, para después perderse de vista al cruzar la esquina.

-Se llama Sonia. Vive aquí y ha sido la niñera de Tania desde que nació -dije.

Cerré la puerta y comenzamos a subir las escaleras.

-¿Desde que nació? Pero creí que habías dicho que la habías adoptado cuando tenía seis -preguntó frunciendo las cejas.

Suspiré.

-Es una larga historia. ¿Quieres tomar algo?

Ya habíamos llegado a la cocina del departamento, y estaba a punto de conectar la cafetera cuando oí el urgente llamado de una voz infantil viniendo desde adentro.

-¡Clara! ¿Eres tú?

-Vuelvo en un segundo -le dije a Elliot, que ya se había sentado en uno de los bancos del desayunador, y estaba examinando todo.

Crucé la pequeña sala y me encontré a Tania en su cuarto, decorado completamente en rosa. En cuanto me vio, la niña se levantó de la cama y corrió a abrazarme, escondiendo su carita en mi pecho. Acaricié sus suaves cabellos café claro, y noté que estaba más delgada que la última vez que la vi.

-¿Cómo has estado princesa? ¿Te sientes mal?

-Estoy mareada, y me duele el estómago. Aunque ya me siento mejor desde que estas aquí.

La abracé más fuerte y la arropé en su cama con sábanas de princesas.

-¿Vas a quedarte conmigo todo el día? -preguntó.

-Me meto que tendré que llevármela por unas horas, pero estará aquí para la cena -Elliot apareció en el marco de la puerta con una sonrisa.

Tania lo observaba con los ojos muy abiertos.

-¿Es tu novio? -me preguntó.

Él y yo nos miramos rápidamente antes de echarnos a reír.

-Es complicado, mi amor. Ahora acuéstate y trata de descansar -respondí mientras la arropaba.

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