Secrets

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¿Seguramente no hay nada que pueda arruinar un viaje todo pagado a París con tu mejor amigo, verdad? Sobre todo si viajas en primera clase con el asiento de la ventana.
Mentira.
Sí lo hay. Y es una resaca del tamaño del mundo.

La noche anterior mi cerebro me decía que era una mala idea, que mi cuerpo no solía manejar bien el alcohol. Pero este último tenía que dar su opinión y convencerme de que dos copas de vino tinto no me pondrían mal, además, hacía mucho tiempo que no veía a mis amigas de la universidad, no podía rechazar su invitación a una noche de chicas.

Grandísimo error de la vida. Mis buenas amigas se encargaron de que las dos copas se volvieran una botella de whisky y más shots de vodka de los que podía recordar. Claro que en el momento fue divertido, pero terminé regresando a casa a dos horas después de la medianoche.

Lo cual no hubiera sido grave si no tuviera que estar en el aeropuerto a las cuatro de la mañana para alcanzar un vuelo que salía a las seis. Afortunadamente ya tenía mis maletas en la puerta, y con la cabeza todavía dándome vueltas conseguí decirle al taxista a donde tenía que ir.

"¿Quién diría que hay tráfico a las 5 de la mañana?"

Llegué justo cuando el avión estaba abordando. Gracias al cielo tenía mi pase VIP y alguien más hizo el aburrido papeleo por mí. (Algo que agradecí porque las brillantes luces del aeropuerto me estaban comenzando a dar migraña.) Entré a la frialdad de la aeronave y busqué mi asiento, que como me habían dicho, estaba junto al de Nathan. El chico me había dejado el asiento de la ventana.

"Esa es verdadera amistad, no tonterías."

Me senté, y volteé a ver a mi compañero. Estaba vestido como el sujeto de la película Matrix, con los lentes obscuros y el abrigo incluidos. Por un segundo creí que estaba dormido, hasta que abrió la boca.

-Hungover much?

Le di un codazo y rápidamente abrí el espejito que llevaba en mi bolsa. En cuanto me vi quise llorar. Tenía los ojos hinchados, restos de maquillaje corrido, mi cabello era un desastre, y prefería no hablar de la migraña que amenazaba con atacarme.

Hice lo que pude en el minúsculo baño del avión para lograr verme más decente, aunque seguía necesitando un buen baño caliente para funcionar como era debido.

De regreso en mi asiento no pude evitar molestar a Nathan por su outfit.

-¿Y a ti que mosca te picó? ¿Te pagan tan mal que tuviste que tomar un trabajo de medio tiempo como espía o qué?

Él ni siquiera se dio por aludido.

-Me dijeron que iba a ser un vuelo largo, y que me vistiera lo más cómodo posible.

Levanté las cejas.

-Bueno, parece que no estás muy platicador hoy. Avísame cuando lleguemos -cerré los ojos y me recargué en el asiento.

"Estos asientos de primera clase son demasiado cómodos. ¿Por qué no había viajado en ellos antes?

Porque eres pobre Clara, y sólo puedes pagar la clase turista, por eso."

Justo cuando Morfeo apareció tratando de hacerme caer en sus brazos, alcancé a oír al capitán dando los típicos saludos y anunciando que aproximadamente llegaríamos a París a las seis de la tarde. Después el movimiento del avión preparándose para despegar. Normalmente me incomoda el cambio de presión en la cabina cuando dejamos de tocar tierra, pero considerando que difícilmente había dormido una hora en mi departamento, en esta ocasión no me importó.

Office RomanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora