Confession

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Detuvimos nuestra loca carrera ante la puerta de su habitación. O al menos supuse que era suya. No lo creía capaz de meterse a cuartos ajenos.

-Cierra los ojos -pidió.

-¿Cómo sé que no es un truco? -aún así hice lo que me pedía. Escuché como abría la puerta y me conducía con cuidado al interior.

-Ahora sí, puedes abrirlos.

Obedecí, y me quedé admirada. Me había llevado hasta el balcón, donde era posible ver el inconfundible perfil de la Torre Eiffel se recortaba luminoso contra lo oscuro de la noche, demostrando por qué se había ganado el título de emblema de París.

-Recordé cuanto te había gustado la vista desde el ventanal de mi oficina, y pensé en mostrarte ésta. ¿Qué opinas? -me miró expectante.

-Es... hermoso Elliot, gracias por mostrármelo -respondí. Lo decía en serio, era una fanática de los paisajes y éste era digno de una postal, pero algo dentro de mí me impedía reaccionar alegremente.

-¿Qué sucede? Te noto extraña -dijo abrazándome por detrás.

-¿Qué somos Elliot? ¿Amigos, amantes, conocidos? -respondí sin voltear a verlo.

Él me dio la vuelta y me obligó a mirarlo.

-Si me hubieras tenido paciencia la mañana que amaneciste en mi apartamento, quizás lo habríamos aclarado desde entonces.

-Tenía miedo.

-Al parecer no de ser denunciada por robo de vehículo -dejé escapar una risa.

-Me daba miedo la idea de que me trataras como una más. Que me dieras dinero para el taxi de regreso y no me volvieras a dirigir la mirada en la vida. Tenía miedo porque para esa noche yo ya había comenzado a enamorarme perdidamente de ti, y tu rechazo me habría dolido más allá de lo que podría soportar -admití con la cabeza baja.

-No tienes por qué tener miedo nunca más. Te quiero. Nunca pensé que le diría esto a alguien, pero es verdad. Lo que siento por ti es diferente Clara. Sé que es algo difícil de creer por la clase de vida que había llevado hasta ahora, pero no he podido sacarte de mi cabeza desde que entraste a mi oficina aquel día. Intenté olvidarte con otras mujeres, y cada vez que intentaba salir con alguien más tus ojos soñadores se me aparecían y terminaba cancelando todo. No sé como lo hiciste, pero felicidades, Clara Sullivan, usted consiguió meterse debajo de mi piel como nadie más lo ha hecho -finalizó su confesión tomándome de las manos-. Aún no creo que sea tiempo para de formalizar las cosas, pero mientras tanto...

Sacó del bolsillo interno de su saco una cajita de terciopelo. Era muy grande para ser un anillo, y muy pequeña para ser un collar. La abrí con cuidado, para descubrir en el interior una delgada pulsera dorada con ocho palabras grabadas: Te amo a la luna y de regreso.

-¡Elliot! Es preciosa, pero...

"¡Si me sigue regalando tantas cosas no van a caber en mi casa!" Mi lado práctico estaba entrando en pánico.

-¿Pero? No puedes decirle pero al amor. Dime que sientes por mí -sus ojos se habían vuelto cálidos como el Caribe al ponerme el brazalete en mi muñeca.

-Me gustas, me gusta todo de ti. La manera en que me miras, lo apuesto que eres, la dedicación que le pones a tu trabajo, tu risa, tus tonterías, tu arrogancia, tus caricias, tus estúpidos besos que me hacen desearte cada vez más... -sentía como las lágrimas empezaban a llenar mis ojos- pero sobre todo me gusta que me hayas hecho sentir que puedo amar otra vez.

Ahora fui yo la que lo besé. Llevaba demasiado tiempo sin él, lo necesitaba. Necesitaba cada una de las cosas que le había mencionado antes. Mi vida era una película muda a blanco y negro cuando no lo tenía a mi lado. Noté como sonreía y tomándome por los hombros me arrinconó a la pared. Deseaba estar con él, pero antes necesitaba aclarar otra cosa.

-Elliot -susurré-. Nathan me lo dijo todo.

No esperaba que me separara bruscamente de él con un empujón.

-¿Otra vez ese crío? -giró los ojos, exasperado. ¿Por qué no puede dejar de meterse en lo que no le importa?

-Ese crío me ha dicho cómo hiciste de su pobre vida de colegial un infierno, Elliot. ¿Qué estaba mal contigo? No existe una justificación para hacerle bullying a alguien. A ti no te parece la gran cosa, pero si hubieras visto el dolor en sus ojos cuando me lo contó...

-¡Perdón! Siento lo que le hice al pobre tipo. No era el único con problemas ¿sabes? Mi casa no era el hogar perfecto que mi madre quería hacer creer. Así que siento haberme desquitado con el pobre sujeto, lo digo en serio, pero lo que no le puedo pasar es que utilice eso como excusa para ponerte en mi contra -gritó, dando un puñetazo en la pared.

-Nathan no me ha estado poniendo en tu contra -exclamé con un hilo de voz.

-¿No? Corrígeme si me equivoco, te aseguro que todas las veces que ha hablado de mí ha sido para decir que soy un asco de persona y que deberías alejarte de mi lo más pronto posible. ¿Sabes por qué lo hace? Simple y llanamente por envidia. Porque ha visto como me miras, y quiere que lo mires así. Pero ese niño nunca se va a animar a decírtelo directamente, y prefiere rodear por el pasado que lanzarse al futuro -hizo una pausa para coger aire-. Perdona si te duele, pero es la verdad, Clara.

-No es cierto. Nathan no siente nada de esa índole por mí. Él me lo ha dicho, sólo somos amigos -deseché la idea.

Elliot me miró como si fuera un niño que no entiende que la Tierra gira alrededor del Sol.

-Ese chico te quiere, Clara. Lo sé, y también sé que no te lo dirá, ni aunque su vida dependiera de ello -dijo, mientras metía las manos en sus bolsillos.

No tenía sentido. Todo ese tiempo perdido no podía haber sido gastado en balde. La ilusión que me había causado los primeros días, la decepción de golpearme con la friendzone, ¿todo para que al final formara parte de una fachada que ocultaba sus verdaderas intenciones? No, debía de haber algo más, algo de lo que Elliot no estaba enterado, y que me cayera un rayo si no descubría que era.

Pero como había dicho antes, la noche era joven.

Levanté la mirada y me encontré con que Elliot me observaba atentamente, esperando mi reacción. Coloqué mis manos alrededor de su cuello y susurré en su oído.

-Hazme olvidar. Sólo por esta noche. Ayúdame a olvidar todo este lío sin sentido por unas horas. Ámame, Elliot.

-Eso es lo que mejor sé hacer -respondió besándome con ternura.

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¡Volví! Espero que les haya gustado el capítulo, no fue fácil de escribir. ¿Qué más puedo decir, aparte de muchisisisísimas gracias por ser parte de mi historia? Nunca imaginé llegar a este punto, ¡y todo es gracias a ustedes, los mejores lectores del universo! Un gran beso y abrazo virtual a todos, Os amo! <3 <3

Office RomanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora