Capítulo 1

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"Y el estúpido jardinero dejó que la gardenia se marchitara, pues estaba tan ocupado cuidando flores ajenas, que se olvidó de la que crecía en su propio jardín".

Había dejado de prestarle atención al juego hace mucho tiempo. Mi mirada de forma inconsciente se había posado sobre él. Mis ojos comenzaron a seguirlo por toda la cancha, y es que ¿quién podía juzgarme?, él era la tentación hecha carne. Su despeinado cabello se pegaba en su frente debido al sudor, y sus pectorales cada tanto se revelaban en un gran salto de anotación.

—¡Patéales el trasero Min Yoongi! —grité eufórica, mientras agitaba la camiseta del equipo que él mismo me había regalado.

Me derretí al ver su sonrisa tímida cuando logró escucharme, y más aún, cuando noté su expresión de rudeza a la hora de robarle el balón a su contrincante.

No sabía exactamente en qué momento, mi amigo de la infancia había comenzado a gustarme. Quizás fue en cuarto grado, cuando golpeo a mi compañero de salón, por haberme asustado con esa rata.

Sea como sea, eso no era lo importante. Lo importante era que yo, estaba jodidamente enamorada de él, y él jodidamente enamorado de otra. Fué por esto que nunca me animé a declararme, de todas formas, así era feliz, estaba cerca de él, y como si fuera poco, cuando yo quería podía abrazarlo, bueno, siempre y cuando él me dejara. Es que, Min Yoongi no era precisamente alguien a quien le gustara mucho el contacto.

El silbato sonó dando por finalizado el juego, y más rápido que un rayo bajé de las gradas. Saqué la toalla que tenia en mi bolso y se la lancé mientras destapaba una botella de agua.

—¿Te gusto el juego? —me preguntó con arrogancia mientras se secaba— los destrozamos.

—Me encantó, como siempre —contesté sin quitarle los ojos de encima. Él era mi obra de arte favorita—, ¿habrá celebración esta noche?

Sentí de pronto unos musculosos brazos apretujarme. El inconfundible sonido de su risa golpeo mis oídos, y me liberé de forma salvaje antes que rompiera alguno de mis huesos.

—La fiesta será en mi casa —respondió despeinando mi pelo— ¿y mi agua donde esta?

Jeon Jungkook, el internacional playboy, el chico mas codiciado de todos los tiempos, y mi amigo mas molesto. Lo conocí cuando Yoongi se unió al club de baloncesto hace tres años atrás, y desde entonces se había convertido en mi mayor confidente y en el mejor compañero de tragos.

Le dediqué una sonrisa antes de lanzarle una botella, y me subí en su espalda dándoles así las felicitaciones por el excelente juego.

—¡Oh Jungkookie!, lo hiciste muy bien —apreté sus cachetes y lo escuché reír de nuevo. Era tan adorable— ¿habrá pizza con pepperoni esta noche?

—Habrá mucho alcohol esta noche —corrigió mientras me bajaba de su espalda— así que prepárate.

Vi a Yoongi negar con su cabeza de manera reprobatoria, y sin esperármelo, sujetó con sus dedos mi muñeca, arrastrándome nuevamente hacia las gradas, consiguiendo ese pequeño contacto hacer estragos en todo mi ser.

—Hyen escucha con atención —dijo en un tono de voz que tensiono todo mi cuerpo— necesito tu ayuda.

Por favor, que no sea lo que estoy pensando, por favor no, no creo que pueda soportarlo.

—¿Que necesitas? —pregunté en un susurro que dolía y bajé mi cabeza anticipándome a lo peor.

Levantó mi barbilla obligándome a mirarlo, y sujetó luego mis hombros con firmeza sin hacerme daño.

—Gaeul, ha terminado con su novio, lo sabias ¿cierto?

Y ese horrible nudo comenzaba a formarse en mi garganta. Alejé sus manos de mi cuerpo, y asentí con una tristeza que él no era capaz de descifrar.

—¿Y eso que?

Lo vi sonreír con entusiasmo, y mis ojos comenzaban a humedecerse ante su reacción. Su mirada gritaba suplica y yo comenzaba a ahogarme. Tragué con dificultad sintiéndome presa del miedo y finalmente, dijo lo que no quería escuchar.

—Tengo una chance que no quiero desaprovechar, ¿crees que puedas llevarla a la fiesta?

Y el peso de sus palabras hizo opresión en mi pecho, sonreí como pude y con dolor tomé su mano dándole un si como respuesta.

—Haré que vaya, quédate tranquilo...

El auto de mi hermano se estacionó justo en la entrada, observó con intranquilidad durante unos segundos la casa, y giró de golpe su cabeza para encontrase conmigo

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El auto de mi hermano se estacionó justo en la entrada, observó con intranquilidad durante unos segundos la casa, y giró de golpe su cabeza para encontrase conmigo

—No me gusta que vengas a este tipo de fiestas —confesó entre suspiros y alcé mis cejas tras escucharlo.

—¿No confías en mi Jin?

Lo vi dudar mientras volvía analizar el lugar, y negó con su cabeza de manera suave.

—Yo confió en ti Hyen, lo que pasa es que no confio en ellos —Dejó caer su espalda hacia el respaldo del asiento y bufó resignado—, quiero que me entiendas, yo también tuve 20 años.

Reprimí una risa al verlo tan angustiado y lo abracé dándole un poco de tranquilidad.

—Yoongi y Jungkook están allí a dentro —avisé mientras desabrochaba mi cinturón— ellos no dejarán que me pase nada.

—Me alivia saber eso —contestó con un poco más de calma, y finalmente quitó el seguro a la puerta para que podamos bajar—. Diviértanse, y llámame si quieres que venga a recogerte.

Las tres vimos el auto alejarse y entramos en seguida a la casa.

Gia y Gaeul eran quienes me acompañaban. A pesar de no ser tan cercana a la segunda, no me costó para nada convencerla a que viniera. Aceptó en seguida, diciendo que le haría bien divertirse un poco.
Y si bien, una parte de mí se rehusaba a tráela, la otra parte quería complacer a Yoongi, aunque eso me matara un poquito más.

—¿Ven a los chicos por alguna parte? —preguntó Gia, no pudiendo contener su ansiedad, pues ya ni siquiera se podía controlar. Era un caso totalmente perdido, y es que, como ya lo había dicho antes, ¿quién podía resistirse a los encantos de Jungkookie?

Al contrario de Gaeul, que solo era mi compañera en la universidad. Gia, si era mi amiga; nos conocíamos desde el preescolar, hacíamos prácticamente todo juntas y la palabra "secreto" ya había dejado existir en nuestro diccionario.

—Allí están —señalo el sofá con mi dedo, y me siento arrastrar por la castaña, que no quería demorar ni un segundo más.

La noche iba a ser demasiado larga para mí, lo supe cuando sus ojos me esquivaron para encontrase con ella. Me pasó de largo, sin darme un saludo siquiera, y me ahogue en un silencioso llanto, cuando su halagador susurro, la hizo sonreír.

—Estas muy linda esta noche Gaeul.

Arrugué con dolor el dobladillo de mi vestido rosa, que había elegido especialmente para él, y bajé mi cabeza que pesaba gracias a la vergüenza que sentía, por haber sido tan idiota.

—¿Soju o cerveza? —preguntó Jungkook directo en mi oído, y me abrazo con fuerza—, vamos Hyen Kim, esta noche tienes que olvidar a ese idiota.

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