Capítulo 3

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—¿Le dijiste que si?

El grito de Gia se escuchó en toda la cafetería, y yo me achiqué en mi asiento cuando vi que casi todos los estudiantes voltearon en dirección a nuestra mesa. Es por eso que tarde casi dos semana en contárselo.

—Por Dios, baja la voz —susurre suplicante y ella volvió a sentarse. La verdad es que no la culpaba, hasta yo misma me asombraba de mi estupidez.

—Dile que no lo harás, que te arrepentiste, que no quieres hacerlo, —dio un trago a su bebida, y bufó indignada antes de darme una severa mirada—. En serio Hyen, ¿en que demonios estabas pensando cuando aceptaste?

Y mi cara de idiota enamorada la hizo bufar de nuevo. Sonreí con culpa y bajé mi cabeza evitando así, que sus orbes me perforaran.

—Él me siguió a casa —expliqué, mientras jugaba con mis dedos con nerviosismo— me rogó que lo ayudara y...

Retuve mis palabras

—¿y qué? Suéltalo de una vez.

Suspiré derrotada

—Gia, él puso su tierna cara de gatito, y tú sabes que no puedo contra eso. No soy tan fuerte —me defendí, y ella tocó el puente de su nariz con sus dedos, tratando de controlarse.

No hizo ningún comentario, me atrevo a decir que quizás piensa, que decir uno seria en vano. Solo me observó con una mezcla de incredulidad y lastima.

—Ay Hyen Kim —murmuró con desgano— espero al menos, que hayas pensado en un buen deseo...

El profesor de estadista, un hombre demasiado amargado desde que descubrió que su esposa lo había engañado con otro, nos había dejado un hermoso trabajo de casi cincuenta hojas

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El profesor de estadista, un hombre demasiado amargado desde que descubrió que su esposa lo había engañado con otro, nos había dejado un hermoso trabajo de casi cincuenta hojas. Supuse que no quería experimentar él solo, ese sentimiento de miseria, así que nos arrastró a todos para que le hiciéramos compañía.

No fue necesario discutir a que casa iríamos, la mía estaba disponible, solo vivía con mi hermano desde que mis padres murieron, y el pobre trabajaba casi todo el día.

Perdí a mis padres a los 15, Jin en ese entonces tenía 20. A partir de ese momento, lo vi renunciar a sus sueños de convertirse en arquitecto. Trabajaba de lo que sea, a la hora que sea, y recibiendo los maltratos de cualquiera, con tal de que a mi no me faltara nada. Es por eso que siempre me había esforzado al máximo, ganándome muchas veces el apodo de sabelotodo.

Pero no me importaba en lo absoluto, solo quería recibir mi título, ganar lo suficiente y obsequiarle a mi hermano un puestito, para que pueda preparar sus riquísimas comidas y ser asi su propio jefe.

Llegamos a casa y el sofá fue la primera parada. Tiramos las mochilas sobre la pequeña mesa y después de preparar unos bocadillos, comenzamos con el dichoso trabajo. Gia, Gaeul y Taehyung eran mis compañeros de equipo. No podía tener mas suerte, definitivamente eran junto conmigo, los mejores de la clase.

Kim Taehyung, un sexi y hermoso castaño, que poseía una personalidad desbordante. A veces parecía un inocente niño, y otras, el mismísimo demonio, pues era un pecado para muchas, ya que la palabra sensualidad brotaba por cada uno de sus poros.

—¿podemos descansar un poco? —preguntó Gia mientras estiraba sus brazos. Miré por la ventana y me sorprendió ver que la noche había llegado. No alcancé a responder cuando escuché la bocina de un auto. Maldije internamente adivinando de quien se trataba, y maldije con más ímpetu, cuando imagine quien podría acompañarlo.

Un minuto después sentí sonar el timbre de casa, me levanté a abrir con rapidez, antes de que el estúpido de Jungkook lo dañara. Y comprobé que mis sospechas eran certeras, cuando vi a Yoongi a su lado.

—Estoy estudiando —expliqué prohibiéndoles el paso, y como si mis palabras lo hubiesen motivado, Yoongi arqueo sus cejas y me corrió de la puerta, entrando los dos al interior de inmediato.

Me rendí, di un portazo y me quedé de pie observando la invasión que había en mi sala. Jungkook fue directo a mi heladera, y Yoongi buscaba un lugar desocupado, para poder sentarse al lado de la rubia.

—Seguramente han trabajado mucho —habló Jungkook con dificultad, debido a la porción de pizza que tenía su boca— ¿Qué les parece un pequeño descanso? —preguntó, mientras se acomodaba en el puf de mi hermano.

—¡No! —negué con mi cabeza—, y baja los pies de la mesa. Por el amor a Dios, ¿Por qué tienes que ser tan inadaptado?

—Anda Hyen, ya casi hemos terminado —pidió Gia juntando sus manos— demos un corto paseo por el lago.

Me cruce de brazos negándome rotundamente a tal disparate. Yoongi suspiró con cansancio, y con pesadez se levantó de su asiento. Retrocedí cuando lo vi acercarse, y me detuve cuando sentí el frio de la pared tocar mi espalda.

—Suban al auto —ordenó sin mirarlos— yo me encargaré de esto.

Cubrí mi pecho con mis manos de manera espontánea, cuando vi como estiraba los músculos de su cuello. Sus ojos se clavaron en mí, con una malicia que yo ya conocía, y titubeé con nerviosismo cuando sentí su cálido aliento golpear en mi rostro. Demonios ¿Por qué era tan débil?

—¿Q-que, estas por...?

—Tu te lo buscaste —dijo repentinamente. Y sin darme tiempo siquiera a reaccionar, me tomó de la cintura y me cargó sobre sus hombros. Tan fácil, tan rápido y sin ninguno tipo de esfuerzo.

—¡Oye! —le grité, pero se negó a escucharme-, bájame ahora, ¿me escuchas? —chille con más fuerza— ¡Min yoongi bájame ahora!

Y me bajó, pero no porque yo se lo haya pedido, sino, porque ya estábamos al lado del coche.

—Sube —decretó sin una pizca de arrepentimiento, y Gaeul tomó mi mano arrastrando a dentro.

Y así en pocos minutos y en contra de mi voluntad, claro, llegamos a la orilla del lago. La oscuridad iba a ser absoluta de no ser por las luces del coche.

Debido a la hora, nos encontrábamos solos nosotros seis, sentados sobre la arena, con el leve sonido del viento haciéndonos compañía.

Y nada podía ser peor que esto, tenía congelado partes del cuerpo que ni sabía que existían. Y es que ese desquiciado, ni siquiera me había dejado recoger mi abrigo.

—Te traeré un café —dijo Taehyung con preocupación, al notar que mis dientes castañeaban. Le agradecí con una sonrisa y escuché sus pasos alejarse.

Y este paseo nocturno, que para muchos seria una fantasía, para mí, era una de las peores pesadillas.

Hace mucho había dejado de prestarle atención a los chistes, que mis amigos intentaban hacer para distraerme. Solo giré mi cabeza para poder seguirlo con la mirada. Lo vi alejarse con ella, mientras deseaba gritar que se detenga, sintiendo una vez más, como la impotencia se reía de mi en mi propia cara.

—Hyen —Gia me nombró con suavidad, pero fui incapaz de responder. Mi voz seguramente temblaba al igual que mi cuerpo. Mi vista se volvió borrosa, cuando vi aquella escena, y fue inevitable controlar el dolor que nacía en mi pecho. Min Yoongi le cubría la espalda con su chaqueta, mientras la besaba.

Y una lagrima se escapó de nuevo, diciendo todo lo que yo callaba.

—Toma, esto te entibiara —habló Taehyung de repente, entregándome el pequeño vaso de plástico— Hyen, ¿estas llorando? —Preguntó desconcertado y levantó mi mentón para comprobarlo.

—Es que... —sollocé sin poder controlarme— Yo también tenía mucho frio.

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