Capítulo 2

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No fué una buena idea mezclar soju con cerveza, mis ojos ardían, mi garganta picaba, y mi cabeza pesaba como un demonio. Maldije a Jungkook entre lamentos por haberme incitado, y como pude me estiré de la cama para alcanzar mi celular que no dejaba de vibrar.

—Ho - hola —respondí con una voz ronca que me avergonzaba, y bebí un poco de agua para apagar esa llama encendida en mi garganta, que no me permitía hablar con normalidad.

—¿Porque demonios no respondes mis llamadas? ¡Joder Hyen! Estaba muy preocupado.

¿En verdad lo estaba?, pues anoche yo no parecía importarle en lo absoluto. No quería sentirme de esta manera, pero era inevitable, estaba herida y ofendida, aún sin querer estarlo.

—Acabo de despertarme —contesté cansada hasta de mí misma, y suspiré rendida antes de beber un poco más de agua— ¿Qué quieres Yoongi?

Lo escuché maldecir en voz baja, pudiendo notar así mismo, el nivel altísimo de frustración que cargaba.

—¿Cómo volviste a casa? —preguntó tratando de contener la calma

Claro, no lo sabía, estaba demasiado ocupado tratando de conquistarla. Pensé y cerré mis ojos, intentando borrar las imágenes en mi cabeza que tenía almacenadas.

—Jungkook me trajo

Volvió a maldecir

—Ese maldito... —escupió con rabia—, no respondió ninguna de mis llamadas, y Gia dijo que no sabía dónde estabas. Como sea ¿Por qué no me pediste a mí que te llevara?

—No quería molestarte —recriminé de manera inconsciente. ¿Por qué no estaba siendo capaz de controlar mis emociones?

—¿Que dices? —preguntó con una confusión que me enervaba—, ¿aún sigues ebria? —No respondí, estaba tan molesta, y es que ¿Por qué él no podía darse cuenta de lo que me pasaba? —Hyen... —pronunció con suavidad mi nombre, e hizo una pausa—, no vuelvas hacerme algo como eso —pidió—, no vuelvas a irte de esa forma. Yo... yo en verdad estaba preocupado.

Aspiré hondo, tomé aire y respondí como pude.

—No volveré hacerlo, lo siento. —La culpa me había dado una buena patada, logrando que me arrepintiera de mi comportamiento tan infantil de manera inmediata—. ¿quieres que vaya a la práctica? —Lo escuché reír antes de darme un si como respuesta— bien, nos vemos esta tarde entonces. Me despedí y corté la llamada...

Salí unas horas antes de casa, al parecer Gia tenia mucho que contarme, y la verdad es, que yo tenía mucho que preguntar

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Salí unas horas antes de casa, al parecer Gia tenia mucho que contarme, y la verdad es, que yo tenía mucho que preguntar.

Alzó su mano cuando me vió en la puerta de la cafetería, y caminé hacia la mesa en la que estaba. Sus ojos brillaban con tanta intensidad, que no me costó para nada adivinar de que se trataría la charla de hoy.

—Ya, dímelo todo —le ordené, mientras dejaba mi abrigo en el respaldo de la silla. Su sonrisa se engrandeció, causándome una mezcla de ternura y curiosidad.

—Nos besamos —soltó tan velozmente que me quede congelada— él dijo, que yo había comenzado a gustarle —río avergonzada, tapándose la cara con una servilleta de papel—, y quiere que lo intentemos.

Y me alegré por ella, porque Gia era el ejemplo viviente de que los deseos si se podían cumplir. Finalmente había conquistado a Jeon Jungkook, el mujeriego número uno de Seul, el que huía de los compromisos y del amor.

Siempre había admirado su valentía y perseverancia, algo que yo nunca pude conseguir. Contrario a ella, a mí siempre me había dominado la cobardía y el temor. Y es esta, quizás, la razón más poderosa por la cual siempre callé, la razón por la cual tantas veces me había rendido sin siquiera intentarlo, la razón por la cual había tirado la toalla antes de que la pelea comenzara.

Y ahora mismo me sentía terriblemente patética.

—Todavía estas a tiempo —espetó, como si hubiese sido capaz de ver los tormentos que se encontraban en mi mente, y tomó mis manos dándome el aliento y la esperanza que necesitaba— Hyen, al menos tienes que intentarlo.

Asentí con mi cabeza de manera entusiasta. A pesar de saber que mis chances eran mínimas, o casi nulas, de igual forma quería arriesgarme. Ya estaba decidida, iba a contarle a Min Yoongi esta tarde, que era lo que realmente sentía.

Di un sorbo a mi te helado y con total desconfianza miré a mi amiga. Ella sonrió con ingenuidad y desvió su mirada.

—Gia —la nombré con acusatoria voz, y bajó la cabeza de manera inmediata—, ¿por qué le dijiste a Yoongi que no sabias donde estaba?, si mal no recuerdo, tú también ibas en el auto de Jungkook cuando me llevó a casa, ¿cómo es que no lo sabias entonces?

Una risa nerviosa se escapó de sus labios, y sus pies comenzaron a moverse de forma involuntaria. Suspiré con pesadez cuando la escuché tartamudear, y me vi obligada a dar un pequeño golpe en la mesa para que confesara.

—Ya, ya esta bien —chisto—, no le dije porque quería que se preocupara, ¡Ashh, es que ese idiota!

No sabía que decir exactamente, pues si me ponía analizar bien la situación, no había sido algo tan grave después de todo, además, en cierta forma su idea había funcionado.

—Lo dejaré pasar esta vez, pero solo porque llego tarde a la practica —avisé y suspiró aliviada—, tengo que irme, nos vemos en clases ¿vale?

Y cuando llegué, ya no había nadie en la cancha. Saqué el móvil de mi bolsillo para mandarle un mensaje a yoongi, pero no hizo falta, su chiflido me indicó donde estaba.

A paso lento salía de las duchas, mientras secaba su pelo con una pequeña toalla. Mi mandíbula estuvo a punto de desencajarse cuando mis ojos lo vieron, y sacudí mi cabeza con fuerza obligándome a borrar por unos segundos, esa perfecta imagen de mi mente, pues de lo contrario no iba a poder concentrarme.

Tragué saliva con dificultad cuando lo tuve al frente, y su voz llegó a mis oídos segundos después.

—Llegas tarde —se apresuró en decir y se sentó en la banca, pidiéndome con un gesto de manos que lo acompañara.
Por una extraña razón, esta situación me incomodaba. No sabía con certeza, si era por lo que estaba dispuesta a confesarle, o si la verdadera razón era que me aterraba que el nombre Gaeul apareciera en medio de la plática.
Mi cuerpo estaba tan tenso que él fue capaz de notarlo. Alzó sus cejas con curiosidad mientras me escaneaba, y una involuntaria expresión de confusión nació en su rostro—. Hyen, ¿te ocurre algo? —preguntó con preocupación, y negué.

—Estoy bien —Mentí. Otra vez el temor me apresaba no permitiéndome responder con sinceridad. El valor que sentí que tenía minutos atrás, mágicamente había desaparecido, dejando en mi pecho una amarga sensación de vacío. ¿Por qué no podía simplemente decirle lo que sentía hace años?
El asintió no muy convencido y tomó de mis hombros, obligando a mi cuerpo a girar hasta encontrase con él.

—Quiero que hagamos un trato —dijo tan repentinamente con voz inquietante, que me descoloco por completo. Pestañe repetidas veces no comprendiendo en absoluto que era lo que tramaba.

—¿Un trato? —repetí dudosa—, ¿Qué tipo de trato?

Sus labios se curvaron escondiendo una risilla. Me tomó de las manos como suplicando por algo, y suspiró con pesadez antes de continuar.

—Cumpliré el deseo que quieras —expresó con seriedad, advirtiéndome que no se trataba de ninguna broma—, pero tu debes ayudarme a conquistar a Gaeul.

En ese momento mi mundo comenzó a derrumbarse. Lo miré con incredulidad durante unos segundos, y bajé mi cabeza en un intento desesperado por ocultar mis lágrimas.

¿Un deseo? Repetí en mi mente con ironía, pues su amor era lo único que podía imaginarme.

—Lo siento —musité y retiré su mano—, pero el deseo que quiero, no creo que tú puedas dármelo.

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