Capitulo 10

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¿Acaso importaba? No era algo que pudiera conseguir de todas formas. Mi deseo quedó en el olvido cuando lo vi aferrarse a su mano, murió esa noche con aquella confesión que rompió mi alma.

Siempre supe que corría en desventaja cuando acepté ese trato, la carrera ya tenía una ganadora, incluso antes de que iniciara. Es por eso que ya no esperaba nada... no quería nada. Acepté en silencio mi derrota, sabiendo que aquello que yo más deseaba, simplemente él, no podía dármelo.

—No tengo uno —dije sin vacilar. Él arrugó su frente como un reflejo involuntario, y soltó un soplido cargado de completa incredulidad— yo en verdad no deseo nada.

Me atreví a mirarlo, sus ojos me estudiaron detenidamente, intentando quizás excavar más hondo, pero no iba a conseguir nada, yo era una perfecta mentirosa, tenia incluso una maestría, y me había recibido hace años.

—Haré lo que me pidas Hyen —avisó, tomando mi rostro entre sus manos—, solo dímelo y lo haré, en eso habíamos quedado ¿no?

Mi teléfono sonó causándome un sobresalto, escuché bufar a Yoongi antes de alcanzarme la mochila, y me escabullí en el interior agradeciendo mentalmente a quien fuera que estaba llamando.

—Hol...

—Ven a tu casa ya mismo, te estoy esperando —Gia ordenó del otro lado. No esperó ninguna respuesta de mi parte, simplemente cortó la llamada.

Guardé el móvil en el bolsillo delantero de mi overol y me levanté con calma ante la atenta mirada de mi amigo.

—Tengo que irme —comuniqué mientras recogía mis cosas del césped—, Gia me espera en casa. —Él rodó sus ojos mostrando un poco su molestia, y se levantó con pesadez para acompañarme a la parada.

Nos cubrió un silencio para nada incomodo mientras caminábamos.
Yo lo admiraba lo más que podía, aprovechando que sus ojos no me veían, ya que analizaba el paisaje que lo rodeaba. Tan tranquilo como nunca, tan hermoso como siempre.

Su voz se escuchó de pronto y lo miré confundida, pues al ser él, distracción pura, no había escuchado sus palabras.

—¡Hyen cuidado! —advirtió y me quede paralizada esperando el golpe que no podría detener. Pero no sucedió, sus manos fueron más rápidas que mi reacción. Tomó mi brazo con fuerza, y mi cuerpo chocó con total brutalidad contra su pecho de manera inesperada. Me aprisiono entre sus brazos mientras sus ojos me examinaban, y un grito de furia salió expulsado de su garganta— ¡Hijo de puta! —escupió— será mejor que atrapes a ese animal si no quieres que yo te atrape a ti.
Vi al pastor alemán seguir su rumbo, y a su dueño por detrás mientras se disculpaba, diciendo que la correa se había roto.

Alcé mi vista para mirarlo, y sus ojos estaban cerrados. Sus brazos no me soltaban, tampoco deseaba que lo hiciera, así que simplemente me deje llevar. De manera consciente puse una mano sobre su pecho y me sorprendí al notar que su corazón latía con gran rapidez. Apoyé con suavidad mi cabeza luego, pudiendo así sentir por primera vez, la calidez que emanaba de su cuerpo. Me sentí segura, pero triste también, algo que no era muy sencillo de explicar. Hablé finalmente cuando comprobé que me estaba debilitando gracias a su cercanía.

—El perro ya se fue —avisé en un susurro y el bajó su cabeza para encontrarse con mis ojos. Me separó tan solo unos centímetros para observarme con una casi dolorosa lentitud y sin esperármelo, enredo sus dedos en mi pelo mientras se acercaba de manera suave y muy confusa para mí— ¿Q-que... que estas haciendo?—Balbucee gracias al nerviosismo que él me ocasionaba y lo vi sonreír.

—Tu pelo —dijo con simpleza—, me gusta como huele.

Y se separó de inmediato.

Lo vi pasarme de largo, con la tranquilidad que lo caracterizaba, mientras que yo me quedé sin reacción, con las piernas temblando, con el corazón en la garganta y como en una especie de shock.

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