Prólogo

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La misma historia de siempre, relatada de diferente manera...

En aquellos tiempos, en el Japón medieval, todo tipo de criaturas coexistían en armonía, o bueno, la mayoría lo hacía. El reinado de los Todoroki era muy pacífico, El rey
Enji, también llamado Endeavor, era un rey justo, los príncipes y la princesa eran muy bondadosos. Además de la realeza, podemos hablar de los Caballeros, demonios, cazarrecompensas y aldeanos, entre ellos uno muy especial, pero hablaremos de él más tarde...

En fin, nuestra historia comienza en una pequeña casita, donde una chica de aproximadamente dieciséis años, obsesionada con una capucha roja, la cual fue regalo de su querida abuela, se prepara para salir, no con sus amigos, o a buscar aventuras, nuestra joven encapuchada se dirige hacía lo más profundo del bosque. Antes de salir, metió unos cuantos panes, queso y jamón, además de un pequeño plato con sopa; la abuela se alegraría mucho al ver a su única nieta cuidar de ella...

La pobre señora contaba ya con ochenta y un años, a pesar de tener unas buenas defensas, había enfermado con una terrible gripa. No poseía a nadie más que a su hija y nieta, quienes vivían en la aldea, por eso no le gustaba que su única nieta se adentrara sola al lúgubre bosque, pues, apesar de no vivir con las demás personas, y casi no salir de casa, había escuchado que los demonios se habían adueñado del bosque. Se le helaba la piel de pensar que a su pobre nieta le podía suceder algo malo por su culpa.

La encapuchada se dirigió a la puerta que daba a la calle, salió y se aseguró de cerrar con llave, antes de adentrarse al bosque debía pasar por unas cuantas frutas a la tienda de su buena amiga Tsuyu. Ya con las frutas listas, se dirigió hacia el bosque.

Tan distraída, imaginando escenarios  donde tenía encuentros con alguna criatura mágica, no se percató que se había desviado un poco del camino, adentrándose a un pequeño valle, rodeado de hermosas flores de colores, tan silencioso que podía
escuchar su propia respiración.
Al bajar la mirada, inspeccionando el lugar, se encontro con unas flores tan rojas como la sangre.

Nuestra encapuchada no dudó en agarrar unas cuantas para su abuela, pero de repente, su respiración no era la única que se escuchaba. Un estruendo hizó que la joven diera un salto del susto. ¿Acaso había un demonio cerca de ella? ¿Podría ver al fin a una de esas terribles bestias?

Petrificada por el pánico, no se percató que alguien la llevaba observando mucho más tiempo del que ella había creído.

—¿Acaso los humanos son siempre tan ruidosos? — La voz era grave, y sonaba un poco molesta. ¿Cómo Diablos se le ocurría desviarse del camino? Su madre le había advertido muchas veces que era peligroso, pero ahí estaba ahora; sentada, sin ningúna defensa. — ¿No puedes hablar?
—Y-yo — Demonios, ¿qué se supone que diría? "¡Hola! ¡Por favor no me comas, debo ir a ver a mi buela!" No, definitivamente no diría eso.
—Tsk,¿Ni siquiera voltearas a ver a tu atacante? Los humanos son patéticos. — Con los nervios al mil, la pequeña chica se volteo. Dios de todas las tierras, si ése era un demonio, debía ir más seguido a ese lugar. En frente de ella, un chico, mejor dicho demonio; rubio cenizo, ojos rojos como su capucha, con aretes, un par de collares de distintos colores y tamaños, unos pantalones y botas que combinaban con la capa que llevaba, de hecho, era la única prenda que cubría la parte superior del cuerpo, pero diablos, debía dar gracias por la excelente vista que eso ocasionaba, ya que su torso, wow, eso la dejó sin palabra alguna. Además llevaba unas cosas que parecían ¿No lo se, coderas? Si creó que esa es la palabra indicada.

La pobre chica quedó pasmada al ver a un demonio jodidamente atractivo, según los retratos, los demonios eran horribles, temibles y con un carácter de los mil infiernos, pero este tenía algo distinto.

—¡Adiós! — sip, eso mis queridos lectores fue lo que le dijo al demonio, que quedó con cara de "Pero que Diablos le pasa a esta vil humana? ", mientras agarraba su canasta y las flores, se levantó y justo en el momento menos indicado, corrió, corrió con todas sus fuerzas. Pero la pobre chica tropezó de lo más fuerte, con una cola roja.

Pero que demonios pasaba, acaso eso era, no, pero si lo estaba viendo, un dragón.

—Hey! Tonta humana. No te atrevas a escapar, a menos que quieras que mi dragón te devore.

Ahora si, estaba atrapada. ¿Qué haría ahora? ¿Correría? ¿Se desmayaria? Jamás había visto un dragón en su vida. Tal vez si le daba el jamón la dejarían en paz. Debía pensar cuidadosamente...

Continuará~

Caperucita roja y El demonio... O algo asi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora