INTRODUCCIÓN

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— ¡Mamá, suelte eso!— Exclamó intentando tapar su rostro como pudo para evitar que le doliera más de lo esperado aquello que le era lanzado.

Si, la situación estaba siendo bastante tensa actualmente. Pero, ¿Cómo podría mostrarles aquello sin explicarles la razón?

* * *

¡WOF WOF WOF!- Me sobresalté ante los violentos ladridos que hacía el perro del vecino.

— ¡Cállate weón! ¡¿Hace cuántos años convivimos en la misma calle y seguí webiandome!?— Le respondí ya cansado, siguió ladrando como si no le importara una mierda lo que estaba diciendo.

Igual yo soy el aweonao que le habla a un perro.

_ ¡Buena, Joaco! ¿Cómo andai?— Reconocí la voz de mi vecino, el dueño del perro, me saludó mientras regaba plantas de su casa, ya estaba acostumbrado a las absurdas peleas que tenía con su mascota.

— Aquí andamos, voy a mi primer día de pega, laburando pa' sacar adelante esta caga de país.— Si claro.

WAJAJA, ¿Tú y cuántos más?— Se burló de mí, culiao agilao.— Ya weon, ¿A qué hora entras?

— No sé, yo creo que a las... ¿Nueve?

— ¿Weon, por lo menos sabes a dónde vas?— Sonrío nuevamente, me siguió agarrando pal' webeo.

— Sigue.— Advertí.— Ya chao.

— Ya pero no te enoji' weon.— Se tomó unos segundos para seguir hablando.— Que te vaya bien, no te atrases tanto. Ya van a ser las diez.

Tranqui, si es mi primer día, demás me la dejan pasar.— Sonreí, agitando mi mano en su dirección.

Emprendí el viaje hacia mi destino, hoy era el comienzo de algo nuevo, ya había planeado todo, ganaría plata aunque me saque la cresta, le voy a demostrar a mi mamá que no soy solo un parásito culiao, que a pesar de ser el único hijo que no pudo ni titularse, puedo traerle plata a la casa y valerme por mi mismo.

Me apresuré cuando ví que la micro ya había llegado al paradero, afortunadamente el chófer me vio, por lo que subí sin mayor problema.

Todo iba a ir bien.

. . .

Todo va mal.

Soy un weon desgraciado, la peor plaga que pisó este planeta, porque nací.

Cómo mierda te puede pasar esto Joaquín por la chucha.

Me encontraba corriendo todo lo que había avanzado de más en esa miserable micro, sí, de weon confiado me equivoqué de paradero, no era ese, era el de enfrente.

Note a lo lejos mi lugar de trabajo, no quedaba mucho, por lo que me apresuré aún más.

Al llegar, me planté frente al hombre que mucho antes ya había conocido, gracias a mi hermano mayor, que él me había presentado para conseguir aquel trabajo.

— ¿En serio?— Fue lo primero que soltó aquel hombre, no respondí, estaba lo suficientemente ocupado en recuperar mi aliento.

Odiaba educación física en el colegio, ahora lamentaba nunca haber participado en sus clases.

— Bien, no importa, te llevaré al lugar, intenta no enojar demasiado a tus jefes.— Asentí algo confundido.

— Tu... ¿No serás mi jefe?— Logré hablar con cansancio, subiendo al elevador.

— No, yo soy de otra área, intentaré venir a verte de vez en cuando.— Volví asentir, ya sintiendo mi corazón calmarse por la l cansancio, espero no estar sudado.

Las puertas se abrieron en... Ni había visto bien el piso, pero en fin, tendré suficiente tiempo como para aprenderlo.

Al salir del elevador, nos movimos al instante hacia el lugar, era un lugar de oficina, intenté ignorar a la mayoría de personas que me miraban con extrañeza y curiosidad. Tampoco era muy sociable.

— Primer día y llegas tarde.— Me sobresalté ante la voz chillona de una mujer, asentí, mirando de reojo a quien me había traído.

Max, el amigo de mi hermano, suspiró, para luego sonreírle con amabilidad.— Yo lo entretuve, estaba mostrándole los alrededores, discúlpeme.

— Mmh...— Murmuró no muy convencida ante la mentira del sujeto, sentí unas ganas impresionantes de abrazarlo, mi hermano tiene buenos amigos.— Bien.

Se dió la vuelta para mirar alrededor, busque la mirada de Max para agradecerle, sin embargo en ningún momento él me miró.

— Allá están otras personas que están en práctica, únete.— Comentó la mujer, asentí, llendo directamente hacia donde me indicaba.

Bueno, podría ser peor, vamos mejorando el día.

. . .

Nada me estaba saliendo bien.

¿Ahora qué hago, weon? Mi mamá me va a sacar la cresta.

¿Debería volver, arrodillarme y llorar?

No weon, me niego.

Ya filo con la wea, perdóname Max, duré menos que un candy en la caga de pega, trata de no decirle altiro a mi hermano.

Recogí mis cosas del suelo, que anteriormente había lanzado contra el piso como método de saciar mi rabia.

No tengo tiempo de llorar, debo buscar una forma de volver a mi casa antes de que llegue mi mamá para así evitar que me deje afuera. Apresuré mi andar hacia el paradero más cercano, no tenía ni la menor idea de cuánto se demoraría la micro pero todo irá bien, confía.

Ah miercale, cada vez peor.

Acabo de ver cómo la micro que me servía pasaba a mi lado.

¿Porque Dios no me quiere?

¿Es porque soy negro?

¿O porque soy Chileno?

Ya era la wea cabros, ya fue. Tomé mi celular, desbloqueandolo dándome cuenta al último momento de lo patético que era, literalmente en mi lista de contactos solo están mis mamás y mis hermanos... Y el vecino, pero a quien chucha le importa ese weon.

Apreté el contacto de mi madre, aún con la esperanza de que no contestará.

— ¿?— Irónico, nunca contesta el teléfono y justo hoy si.

— ... —Demoré en contestar, no me dejó ni pensar en que decirle.— Mami... Ven a buscarme.

Llevé mis manos a la cabeza, sintiendo mi rostro enrojecerse por la vergüenza, ya podía sentir lo que se venía.

—... Mándame ubicación.

Huaso. [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora