Capitulo doce: Las cuatro.

96 10 0
                                    

Pipipipí - pipipipí.

Frunci el ceño con incomodidad, apretando la almohada que abrazaba.

— Apaguen esa wea.— Gruñi sintiendo como seguía sonando.

Iba a seguir ignorandola hasta que el extraño movimiento de la 'almohada' que abrazaba me perturbo.

Desde cuándo las almohadas respiran.

No alcancé ni a abrir los ojos por completo cuando aquello que estaba abrazando se alejó de golpe de mí, cayendo al suelo en el intento. Rasqué mis ojos con cansancio, intentando acostumbrarlos para abrirlos.

Pero me ardían, como si no hubiera dormido casi nada, luego de unos segundos pude entre-abrir uno, reconociendo a Nicolás mirando el suelo dónde cayó.

— Mmh...— Me despegue la garganta intentando no sonar tan ronco.— ¿Estás bien?

— Sí, sí.— Soltó repetidas veces, su voz estaba el doble de ronca que la mía, no pude evitar sonreír.

Volví a caer como saco de papas a la cama, siendo vencido por el cansancio, mientras me quedaba dormido, podía escuchar como Nicolás se movía alrededor de la habitación haciendo Dios sabe qué.

* * *

No tenía ni la menor idea de que horas era cuando desperté, solo sé que me despertó el hambre que sentía.

Me senté en la cama, bostezando mientras estiraba los brazos hacia arriba. Podía escuchar como unas gotas  golpeaban el techo de la casa, haciéndome entender que había comenzado a llover.

No pude evitar reír al recordar cómo en la mañana Nicolás se había caído de la cama. Me levanté volviendo a estirarme, haciendo sonar los huesos de la espalda, oh qué estoy viejo.

Salí de la habitación, siendo recibido al instante por la señora Rocío y Pedro, los papás de Nicolás.

— Buena Joaco, hace tiempo no te veía.— Sonreí mientras me quitaba una lagaña de un ojo.

— Vaya a lavarse, ¿Quiere que le prepare ropa?— Preguntó de pronto la señora Rocío.

— Bueno.— Asentí mientras miraba a mi alrededor.— ¿Y el Nico?

— Todavía no llega.— Contestó su mamá, entrando a la habitación del Nico a sacar ropa.

La miré aún desconfiado, ¿Nicolás se enojará si le saco su ropa? ¿Sería demasiado cara dura? Ya, no importa, si se enoja, le hecho la culpa a su mamá.

La típica po Joaquín, fue tu mamá quien me la dió.

Reí ante la maldad que estaba pensando, su madre no tardó mucho más en volver y pasarme todas las cosas que utilizaría, le sonreí mientras cerraba mis ojos, la mujer no tardó en apretar mis cachetes.

— Que es lindo usted, mi niño.— Me halagó.— ¿Quieres quedarte aquí para siempre?

Reí.— ¿Y dónde dormiría el Nico?— Le seguí el juego.

— Contigo, igual que anoche po' estaban durmiendo abrazaditos.— Sentí como mis orejas se calentaban de golpe, recordándome aquello.

No quise ni preguntar si nos había visto, si lo decía era por algo.

Me dirigí hacia donde me indicaba que estaba el baño, para asearme y vestirme con mi ropa y la ropa que la señora me había dado.

Huaso. [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora