Capitulo veinticuatro: Resfriado.

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— ¡Joaco!— El grito de mi abuelo me hizo saltar de mi sitio.

Lo miré hacia atrás, notando como estaba hablando por teléfono.

— Si es mi mamá, no tengo ganas de hablar con ella.— Avisé con gracia, intentando molestar a mi mami.

— No weon, ven, es la mamá del Nico.— Prácticamente corrí hacia donde él.

Allá voy suegrita.

— ¿Dígame?— Hable dulcemente, recibiendo una mirada de disgusto de parte de mi viejo, lo ignore.

— Hola mijito, ¿como está?

— Bien, ¿y usted? ¿Cómo amaneció?— Noté como mi abuelo rodaba los ojos para luego irse a la cocina.

— Bien, oiga mi niño...— Murmuró, escuchaba gente del otro lado de la línea.— Estoy un poco complicada, ando en la chucha del mundo y el Nico me acaba de llamar diciendo que se siente mal...

— ¡¿Cómo?! ¿Qué tan mal? ¿Le dijo que tiene?— Le interrumpí.

— No, pero estoy segura que es el resfrío que siempre le da todos los años, es difícil que se enferme, pero cuando le da, se siente súper mal.— Suspiró.— Aún falta mucho para que pase el próximo bus, y tengo que hacer unos trámites...

— Ya, no se preocupe, yo voy a cuidar al Nico.— La relajé.— Tómese su tiempo no más, yo me encargo.

Se escuchó un suspiro de alivio, junto a su risa.— Gracias mi amor, entonces puedo estar tranquila.

— Obvio, que le vaya bien.— Escuché que dijo algo más que no entendí porque justo se escuchó un auto, iba a preguntar pero ella colgó.

Me encogí de hombros quitándole importancia, seguramente no era para tanto.

Dejé el celular a un lado para luego correr hacia mi habitación y sacar un montón de cosas en mi mochila, la mayoría medicamentos que tenía por si acaso. Los guardé en mi bolsillo y salí de la casa.

Encontrándome al instante con mi abuelo que regaba plantas.

— ¿A dónde vas?— Preguntó, aunque se notaba que no estaba muy interesado.

— A la casa del Nico.— Respondí pasando por su lado.

— ¿Por?

— Está enfermo.

— Oh... Supongo que ya le tocó.— Murmuró, ¿Qué, al parecer todos sabían que el Nico se enfermaba así una vez al año?— Cuidadito.

Lo miré confundido.— ¿Cómo?

— Que no me entere yo que en vez de ayudarlo, vas a acosarlo.

— ¡Papá! No es así.— Hice un puchero de decepción.

¿Que tipo de persona creía que era?

Me di la vuelta fingiendo estar indignado, sin poder aguantar la risa, en parte tenía razón, quería ver la faceta de Nicolás resfriado.

Al salir de la casa, me dirigí al instante hacia la casa del sujeto. Caminé a un paso medianamente rápido, no tanto como para ser considerado correr. Pues a pesar de estar preocupado, tampoco había tanta diferencia de tiempo en llegar así que corriendo.

A la distancia ví como una mujer salía de la puerta del portón de la casa del Nico, alcé la ceja confundido, aún manteniendo mi andar, la mujer se mantuvo en su posición mientras tenía su celular en la oreja.

Cuando estuve a una distancia prudente, hablé.

— ¿Se le ofrece algo?— Pregunté con desconfianza, pero aún quería parecer amable, no la conocía, pero a juzgar dónde estaba, cabía la posibilidad de que conociera a la familia.

Huaso. [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora