Capitulo treinta y cinco: Basta.

84 6 0
                                    

— De... Del sur.

— Puedes contarmelo luego.— Tomó su celular mientras lo desbloqueaba y abría su aplicación de mensajes.

— Pero es importante, es sobre mí.— Intenté llamar su atención, para que no escribiera algún mensaje.

Noté que me miraba, dejando de mover sus dedos por la pantalla, mi pecho se alivio levemente, dándome las fuerzas para seguir hablando.

— Verás. Conocí a alguien en el sur y...

— ¿Estai' pololeando?— Alzó la ceja.

— Eh... Sí, si.

— Oh.— Aunque no lo haya demostrado, supe que le sorprendió.— Curioso. ¿Quien es?

— Se llama Nicolás.

— ¿Es hombre?— Abrió mucho más los ojos.— No sabía que te gustaban los hombres.

— Si, supongo. Él me gusta.— Respondí.— Mucho.

— Aja... ¿Y cuánto tiempo llevan?

— Poco, pero coqueteabamos antes de que Ethan y Arianna viajaran.— Sonreí.

Mamá sonrío junto a mi.— ¿Y su apellido? ¿Lo conozco? ¿Papá te lo presentó?

— Sí, algo así. Cuando llegué al sur él y mi abuelo me fueron a buscar.— Recordé.— Aunque en esos momentos no le tome mucha atención porque con lo abrigado que estaba ni le ví la cara, es muy lindo. ¿Te lo muestro?

— Está bien.— Se rió mucho más.

Tomé mi celular, buscando en mi galería algunas fotos que me había enviado desde el celular de Nicolás y el de Gabriel.

Seleccioné la foto que yo mismo le había sacado fuera de su trabajo en jardinera, sonreí mirándola durante unos segundos, para luego mostrársela a mi mamá.

Pero para mí sorpresa, ella estaba tecleando algo en su celular, sentí mi corazón latir con fuerza, sintiéndome avergonzado por lo que estaba a punto de hacer.

Guardé mi celular en el bolsillo, tocando mis mejillas para aliviar lo rojizas que probablemente estaban.

— Dijo que puedes comenzar cuando quieras, te enviaré la dirección.— Comentó mi madre de pronto.

Quise golpearme la cabeza por no haber evitado que enviara ese mensaje, al hablar de Nicolás perdí la verdadera razón de porque estaba hablando de él.

— Pero-

— ¿Qué?

— Yo no-

Respira, ¿Que te pasa, Joaquín? Eres un adulto, no puedes tenerle miedo a tu madre hasta el día de tu muerte. Relájate, inhala exhala, explica bien las cosas, mamá entenderá.

Tal y como lo ensayaste de camino aquí.

Vamos.

— No quiero.— Solté, recibiendo su mirada, sin decir una sola palabra.— Quiero volver en una semana.

— Si es por tu pareja, puedes hacerlo. Le puedes explicar que no irás al sur hasta asegurarte que tú hermano mayor esté bien y no necesite ayuda.— Explicó.— Cuando le den de alta, no podrá moverse mucho. Tanto como Lucía y yo trabajaremos el doble, Arianna estará ocupada, y Javier aún es muy joven como para ayudarlo en todo lo que necesite.

— No, no me está entendiendo.— Interrumpí, me miró en completo silencio.— Tengo pensado vivir en el sur, mamá.

— ¿Porqué?— Su tono de voz endureció.

Huaso. [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora