Capitulo once: Ajedrez.

90 6 0
                                    

— Quédate a dormir aquí po Joaco.— Habló Rocío cuando entramos.

Me tomó desprevenido ¿Debería?

Miré a Nicolás esperando una respuesta en su mirada, la cual no hubo, pues solo se adentró mucho más en la casa para ir a quien sabe dónde, sonreí. Ya qué tanta wea, nos acabamos de hacer amigos, es normal quedarse en la casa de tus panas o no.

— Dale.— Accedí.— ¿Podría llamar usted a mi abuelo? Yo no tengo celular.

Se rió.— Bueno, yo le aviso.— Me acaricio la mejilla, haciéndome sonrojar.

Otra acción a la que no estaba acostumbrado, a decir verdad en mi casa nunca habían muestras de afecto, solo las que daba Ethan que era el más llorón de todos.

Caminé por la casa con mayor confianza, buscando con la mirada dónde se podría encontrar Nicolás. Me asomé en una puerta abierta, justo encontrándome con él.

Entré a la cocina, prácticamente Nicolás se encontraba haciendo fuego en la cocina a leña, me agaché a su lado para mirar como se hacían las llamas.

— No sabía que tú mamá era Rocío.— Comenté.

— Creí que lo sabías.— Le restó importancia y siguió con lo suyo.

Me volví a parar, mirando la cocina con curiosidad, hasta que note arriba de un estante una caja de cereales, intenté mirar a Nicolás esperando que notará lo que quería, pero él seguía en lo suyo.

Estuve alrededor de cinco segundos deduciendo si era correcto sacar sin permiso o no. Hasta que me decidí y prácticamente me lancé a tomar la caja de cereales.

El sonido que la caja provocó, hizo que Nicolás me tomara atención. Lo miré esperando un regaño.

Para mí sorpresa no llegó, frunci el ceño confundido, metiendo mi mano en la caja para comer un puñado de cereales.

— ¿Son tuyos?— Pregunté.

— Ahora no.— Puso una tetera de agua en la cocina.

Reí ante su respuesta.— ¿Me los vas a dar?— Asintió mientras salía de la cocina, lo seguí.

— Nico.— Nos encontramos con Rocío.— El Joaco se va a quedar a dormir, déjale tu habitación.

Bufó pero aún así comenzó a caminar, lo seguí sin evitar sonreír, la situación me hacía gracia por dónde se viera, el Nico lo único que quería era ir a dejarme a mi casa y al final quedó con sendo cacho.

Al llegar a su habitación, lo primero que hizo fue tomar abrir un par de cajones para sacar unas brazadas, me quedé mirando el lugar con mayor atención.

La verdad es que combinaba con su personalidad, no había nada característico en la habitación, todo era simple, como si fuera una simple habitación de visitas, extraño a mi parecer, porque aunque yo sea el weon más fome que pueda haber en mi casa, mi habitación por lo menos tenía pósters de la Hanna Montana, y eso que eran de mi hermana porque era su habitación, solo que nunca me tomé el tiempo para sacarlos.

Miré los estantes, notando que solo habían libros y cuadernos, miré los demás estantes, notando lo vacío que estaba todo, muy ordenado. Me senté en su cama, mientras seguía comiendo mis cereales.

— ¿Dónde dormirás?— Pregunté.

— En el sillón.— Se encogió de hombros mientras seguía con lo suyo.

— Veamos una película.— Comenté mientras se dirigía a mi.

Miró el reloj de su muñeca.— ¿Ahora?

Huaso. [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora