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—¿Y tú eres?

—Nada de nombres— intervino el de gafas.

—Déjalo, cielo— habló una mujer morena, quien entrelazó los dedos con el otro salido de la casa.

—Gandía, un placer— extendió la castaña su mano.

—Zapata y Ali— dijo él señalando a la mujer a su lado.

—Pues no soy una chiquilla— se acomodó el cabello.

—¿Enserio? — salió otro hombre de la casa, un hombre de rostro con arrugas a causa de su sonrisa, seguro lo llevaba haciendo toda su vida, siendo enérgico y efusivo, muy expresivo.

—Supongo que ustedes no fueron jóvenes— sonrió. El hombre estirado se llevó dentro al que los había llevado a la casa, murmuraban entre los dos, apenas y se escuchaban entre ellos.

—¿Cuántos años tienes, niña?

—25, ¿y usted, señora? — sonrió con coquetería.

—35, no hay mucha diferencia— le guiñó el ojo.

—¿Entramos ya? — dudó Harry tomando la mano de la castaña.

—Les enseñaré sus habitaciones— dijo Ali.

—Genial, podremos compartir habitación— se subió en su espalda.

—¿Están casados? — dudó Zapata, a lo que ambos la vieron desconcertados—. Entonces no.

***

—¿Cuántos más han llegado? — preguntó Silver entregándole una gaseosa.

—Una gitana, un niño, dos rusos...

—Creo que son serbios.

—¿También los conoces?

—De vista, en algún trabajo anterior.

—¿A cuántos más conoces que no me has dicho?

—Al que nos contrató, el estirado, el matrimonio, los serbios, hay otros dos, pero no sé si vayan a venir.

—Falta la otra familia. Papá oso y su hijo.

—Aunque no lo disimulan...

—No es como si nosotros lo disimulemos.

—Pero no eres mi hija biológica.

—No sabes preparar bebidas— dijo dándole un sorbo a la de su interlocutor.

—Me gusta, así no te la acabas.

—A ver— intervino un joven arrebatándole el vaso.

—¿Y a ti quién te invitó? — dudó la castaña.

—Bueno, una opinión más neutral, ¿no? — dijo antes de soltar su peculiar risa.

—Su risa es música para mis oídos— dijo con satisfacción antes de sonreírle.

—Podemos vernos en los ratos libres— le susurró en el oído.

—Mi pieza estará abierta.

—Daniel...

—Federica— le besó la mejilla antes de dejarlo solo con el refresco. Harry se fue detrás de la chiquilla un tanto molesto con su coquetería.

ConstantinoplaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora