—Moscú— sonrió la castaña mientras se removía en el saco de dormir.
—¿Te he despertado?
—No, es música para mis oídos.
—¿Te duele la herida, quieres que llame a Ibagué?
—¿Llevo días dormida, ya vamos a salir?
—Apenas unas horas. Ibagué, Nairobi, Cairo y Berlín están con los rehenes, con las ofertas.
—¿Y Denver?
—Subió a asearse.
—Voy con él.
—Debes descansar...
—Vuelvo en un rato.
—Anda, hija, no te olvides de algo para comer.
—Hola, encanto.
—¿Cómo te sientes? — corrió a abrazarla.
—Duele— sonrió con pesar.
—El chaleco no funcionó.
—Fue en piel descubierta...
—Él te ama, ¿sabes? He visto a Arturo y con suerte está vivo.
—Ella también, escuché a Nairobi, cuando venía para acá, va a aceptar el millón. No me digas que ya le compraste el anillo.
—No, cuando salgamos de aquí, tú me vas a ayudar.
—¿Qué te hace pensar que tengo buenos gustos?
—Oh, vamos, hasta tu lencería es una pasada.
—Que no te escuche Berlín o terminarás peor que Arturito. Seguro te pedirá otros quince— soltó una carcajada.
—Como si no estuviera celoso de mí.
—Oh sí, lo está.
—Venga, solo le doy ganas de pegarme un tiro.
—No lo hará, sabe que me pondré en medio para evitarlo.
—Tanto que se preocupa por ti: consiguió medicina por si necesitabas, te pidió sueros y he visto las bolsas de dulces que tiene guardada entre sus cosas; y tú como puta loca dando la vida por mí— rió Denver.
—Eres mi mejor amigo, ¿qué más quieres?
—Brindo por eso— dijo antes de darle un sorbo al suero de la castaña.
***
—Ha llegado el momento de tomar una decisión— habló Tokio mientras Nairobi dibujaba la línea en el suelo, solo custodiaban abajo las mujeres—. Hay que decidir entre convertirse en cómplices y obtener un millón, o ser íntegros y salir de aquí.
—La libertad o el millón— les sonrió Ibagué.
—Si se quedan con nosotros a ver el final, recibirán en su casa 20 mil millones en billetes de 50 euros— dijo Nairobi—. Envasados al vacío, como el buen jamón.
—Los que quieran salir, por favor, que crucen la línea— dijo Tokio. Algunos avanzaron mientras otros dudaron.
—¿Por qué a mí no me dieron la opción de salir?
—Porque perdiste el derecho con tu huidita— espetó Constantinopla al plantarse frente a ella—. Ahora tira pa'tras.
—Pues acaba el tiempo— dijo Nairobi—. Es ahora o nunca.
—Los que quieran salir— dijo Tokio—. Manos a la cabeza y síganme, por la zona de carga.
***
—Cuidaremos rehenes, no está a discusión— habló Bakari.
—No podrán destapar su fachada bajo ninguna circunstancia— dijo Sergio.
—¿Crees que queremos eso? — dudó Úrsula—. Eso es lo divertido.
—Pero tú eres la que tiene mayores conocimientos en medicina— habló Andrés nada más entrar—. Oh, vamos, no se detengan por mí.
—Que bueno que te nos unes— dijo Úrsula—. Sobre ti íbamos a hablar.
—Que mejor que hablarlo directamente conmigo— dijo Andres.
—Donde te dejes morir, meteré a Jakob y a mi hermano para revivirte— espetó Úrsula.
—¿Con quién crees que hablas?
—Con alguien que quiere quedarse atrás— dijo Sergio.
—Hay razones para permanecer vivo— dijo Bakari—. No me refiero a cosas banales como lo bello que es vivir, ambos sabemos que no. Tienes una novia que te ama a pesar de tu narcisismo, un hermano al que le vamos a conseguir alguna novia— se burló—, si todo sale bien, tiraremos la casa por la ventana cuando festejemos nuestro aniversario...
—Sin contar el bebé— dijo Úrsula con una enorme sonrisa.
—¿Ya me lo vas a decir tú? — se burló Sergio sosteniéndole la mirada a su hermano.
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Constantinopla
FanfictionDonde Constantinopla entrará a la fábrica para salir de dos sombras bastante grandes, sus apellidos quedarán en el olvido al adentrarse en la banda de atracadores. Nacen nuevos sueños e ideales, conocerá una familia mejor y, posiblemente, al amor de...