Epílogo

67 1 0
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Hace más de veinte mil años, se hablaba ya de la importante función de las mujeres y las madres en la historia

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Hace más de veinte mil años, se hablaba ya de la importante función de las mujeres y las madres en la historia. No solo encargadas de alimentar a las crías, sino de proteger y preservar la supervivencia de la especie contra cualquier peligro... ¿Qué pondera el vínculo entre la madre y sus crías como lo que ha dado lugar a la sociedad como la conocemos hoy? Es decir, el apego de las madres lo que nos ha hecho a los seres humanos empáticos.

—Crees que no soy empática.

—Yo no dije eso.

—¿Alguna vez lo pensaste?

—Más de una vez, claro que sí— acomodó mejor al bebé entre sus brazos—. Lucía es tan preciosa. Obvio no tan hermosa como Victoria o Germán— sonrió con nostalgia—. Pero hasta es raro que se hayan puesto como conejos.

—Andrés y tú tenían sexo a cada rato, que si no estaban peleando, los encontraban follando en cualquier lado— la menor se carcajeó.

—Que has investigado mi vida amorosa.

—No debí mencionarlo, disculpa.

—No, discúlpame tú, es difícil— se acomodó mejor en el sofá con la pequeña a la que apenas le crecían algunos cabellos, en las piernas para hacerle caras mientras conversaban, aunque la matriarca no sabía si era buena idea.

—¿Quieres hablar de ello?

—De todas maneras preguntarás. Gracias, Morelia, déjanos solas— asintió con la cabeza mientras aceptaba el chocolate caliente—. Me entristeció mucho que no vinieran para el funeral, luego Houston nos dijo que estabas de parto. ¿Cuántos más quieren tener?

—Harry y yo queremos aprovechar el tiempo perdido, que no me ha llegado la menopausia.

—Entonces estás en cinta.

—Aún no sé si llamarlo Hugo o Nico.

—Ojalá sean gemelos, para que no se desperdicie ninguno.

—Me he tomado la libertad de preguntarle a Is... Morelia, cómo planeaban ponerles...

—Lo perdí en el monasterio, en Italia, por eso tardamos tanto en marchar de ahí. Quisimos durar ahí un tiempo en lo que los recién casados disfrutaban de su luna de miel cuando me ingresaron a urgencias. Ya estaba muerto antes de que César me golpeara— su voz se empezó a entre cortar—, Berlín comenzaba a deteriorarse y, al ver que yo entraba en depresión, decidió ocultar su malestar porque no quería preocuparme, ya era mucho enterrar a dos bebés y uno que no se terminó de formar.

—¿Todos de Berlín?

—Sí, todos de él— sonrió con nostalgia—. Nunca creí quedarme viuda a tan corta edad, hoy hace un año que enviudé— comenzó a llorar con un poco de fuerza, Roma llamó a su marido para que se llevara a la bebé. La matriarca se quitó los zapatos y subió al sofá para abrazar a su primogénita, la envolvió entre sus brazos y piernas, hacía pequeños sonidos de mar mientras intentaba arrullarla—. Lo extraño tanto, tenía la esperanza que si me faltase él, al menos tendría a Milán y Florencia, luego vi una notable mejoría. Luego lo vi caer de vuelta. Hablé con Sergio, que nos fuéramos de vacaciones y él sugirió que había trabajado en un atraco junto a Palermo y Cairo.

—¿Ellos vinieron al funeral?

—Cairo aquí vive, en la casa de al lado, pero fue difícil convocar a Palermo, ahora que es padre— se rió por lo bajo—, ¿te imaginas a ese maldito argentino siendo padre de familia? Porque obvio Helsinki es la mamá.

—Supe que te acostabas con ambos.

—Mi padre debería mesurarse— volvió a sentarse—, él pensaba que uno podría ser suyo y estoy seguro de que lo pensó, que podría regalarme esperma para tener otro y que no me quedara con la ilusión, porque Ibagué, Morelia, Marsella, incluso Denver me mandaron cosas para los bebés.

—Deberías cambiar de aires.

—No, si salgo de aquí, será porque he muerto, porque me irán a enterrar a Italia, a donde vamos todos los de la banda.

—Vas a caer enferma, enterraste a tres hijos, pero aún tienes otros dos que dependen de ti.

—Lo amo, aún lo siento que cala dentro de mí, que me busca en sueños, en el alivio de ver a mis hijos sanos, que me llama a cada oportunidad para que vaya a su lado. Cuando Sergio y Andrés se despidieron, ambos lloraron porque sabían que era la última vez que se verían con vida, y equivocados no estaban, porque también Lisboa estaba de parto, así que nadie vino al funeral.

—¿Ni tus tías?

—Atenas solo nos ayudó porque Granada se lo pidió, pero ella tiene su vida en España; Granada disfruta de su familia. Solo los que vivimos aquí asistieron; no he vuelto a ver a nadie de la banda.

—Federica...

—Sé que estaba encantado de irse, porque no quería ser un hombre deteriorado, él noquería morir así y yo disfruté de nuestro amor hasta el final. Me alegró tanto de que todos pudieran rehacer su vida, porque a Andrés se le acababa, a mí se me cortó de tajo, pero estaré a su lado siempre, o bueno, él del mío, esperándome. Murió un 29 de mayo, igual que el día que murió Constantinopla.

ConstantinoplaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora