—Al lío— sentenció Constantinopla, sabiendo que Denver arremetería con brusquedad si no se apuraban.
—¿Qué anestesia le va a poner? — dudó Berlín.
—En contratiempos es preferible la sedación total.
—No.
—Mejor póngale anestesia local, así mi amigo Arturo y yo podremos charlar durante la intervención— Ibagué podía ver la sonrisa de Berlín detrás de esa careta.
—Ese reloj, ¿para qué es? — preguntó Denver impacientándose.
—Es para controlar la duración de la anestesia local, 25 minutos. Si hubiese algún inconveniente durante la intervención, deberíamos administrarle otra dosis.
—Bisturí...
—Para, para, que aquí las armas las reparto yo...
—Te has coronado antes, cambiándole el nombre a tu mujer...
—Muévete— dijo la castaña apretando el brazo de su amigo luego de tomar dos bisturís. Ambos salieron a paso lento.
***
—Vamos a la sala de comando...
—Pero Mónica...
—Necesitamos medicamentos especiales para embarazadas, Ibagué me trajo un poco de todo.
—... lo que es estar preocupado el resto de tu vida.
—¿Qué pasa?
—Mi amor, ven, mírame— decía Constantinopla mientras le daba palmadas no tan suaves.
—Tiene demasiada fiebre.
—Voy a sacar la bala pero necesito que te quedes conmigo o no podré maniobrar— dijo la castaña luego de deshacerse del mono rojo del torso para arriba—. ¿Me oyes? Asiente con la cabeza si entendiste.
—Sí— susurró apenas.
—Desinfecta mis manos, papi— habló a la nada, le sostenía la mirada a la rizada—. Gracias, muy amable, ahora te pondrá anestesia local. No pude conseguir general porque se vería aún más sospechoso.
—¿Y tú quién eres?
—Gandía, para servirte— dijo Constantinopla—. Sabes que estas chorradas de los atracos nos revuelven el estómago, ¿has empezado a devolver el estómago?
—Ya...
—Nada lindo, lo sé. Yo aún no empiezo, creo que llevas más semanas que yo, agradece que estoy aquí porque si no, los medicamentos habrían hecho daño al feto.
—¿Y tú cuánto tienes?
—Supongo que cuatro semanas...
—¿Y el padre? — intervino Moscú.
—Uno de esos fines de semana que escapé de casa— dijo quitada de la pena, luego de un par de segundos se abrió la compuerta, Denver se puso de pie y alistó el arma, al igual que la persona que llegaba—. Entra si vas a entrar, sino tira de aquí y nos molemos a tiros más tarde.
—¡Joder, cría!
—Hablas como si fueras veinte años mayor, ven y sostén las pinzas, ¿no quedamos que te iba a regalar un hacha saliendo de aquí?
—¿Le pusiste anestesia?
—Local, prepara la segunda dosis, Denver sigue desinfectando la pierna, carajo— sentenció la castaña.
—Te encanta tener la voz de mando— dijo la rubia.
—Uy, deberías verla allá afuera— concordó Denver.
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Constantinopla
FanficDonde Constantinopla entrará a la fábrica para salir de dos sombras bastante grandes, sus apellidos quedarán en el olvido al adentrarse en la banda de atracadores. Nacen nuevos sueños e ideales, conocerá una familia mejor y, posiblemente, al amor de...