—Papi, me asusta que te quedes espaciado.
—Pienso.
—¿En qué?
—No me gusta dejar las cosas inconclusas.
—¿Qué dejarías a medias?
—Bueno, no sé si mi hijo se vaya a fugar con esta mujer...
—En algunos meses sabrás de tus dos nietos.
—¿De dónde salieron tantos?
—El de Mónica y el mío, estarás ahí cuando nazca, quiero que mi bebé conozca a su abuelo...
—Denver me dijo que me odia.
—Él te adora, a veces hablamos desde la calentura, pero son palabras vacías, de dientes para fuera— sollozó, queriendo contener las lágrimas en vano, Berlín le estrechó la mano a su amada—. Tu hijo es el hombre más maravilloso del mundo, es fuerte, apuesto, noble... has criado a un niño increíble...
—Lo siento...
—Yo lo siento, papi— lloraba mientras le besaba la mano—. Tráelo, por favor.
—Mi vida.
—Podrá sonar estúpido, pero he esperado tanto encontrar a ese hombre que me ame sin pedir nada a cambio...— no podía contener las lágrimas—. Sé que saliendo de aquí hay destinos distintos para cada uno de nosotros, pero quisiera que vinieras conmigo y fueras ese padre que nunca tuve...
—Suegrito mío, mira quién viene— llamó Berlín cuando llegó Denver.
—Ya estoy aquí, papa. Solo tienes que aguantar un poco más, porque lo vamos a conseguir.
—Claro que sí. Tú tranquilo.
—Aquello que te dije de que te odiaba, a mí eso no me sale contigo— sollozó Denver mientras se aferraba a su padre, Mónica yacía parada detrás suyo, Constantinopla del otro lado, con Berlín a su lado.
—Vale, tranquilo.
—Hiciste lo que tenías que hacer.
—Mónica, te doy 300 millones si te lo quedas. Este tío es un trasto. Pero ahora yo me tengo que ir de vacaciones.
—Claro que sí— sonrió la rubia.
—Cuídalo.
—Sí.
—Gandía, hija, será hermoso, y tú, no dejes que le pase nada.
—Gracias, papá— lo volvió a besar la castaña.
—Señores, que no me he presentado: Agustín Ramos, ha sido un placer— luego se giró a su hijo—. Te quiero. Acuérdate, hay que seguir pa'lante, sin retrovisores.
—No sé si voy a poder.
—Te quiero...— expió su vida en un susurro. Denver le tomaba el rostro mientras cantaba su corrido igual, en susurros. Berlín se mantuvo estático, Constantinopla lloraba en brazos de sus amigos, sabiendo que no podía interrumpir el momento de su mejor amigo con su padre, aunque ella lo considerara como tal.
***
—Lo cubrimos— dijo Berlín.
—¿Sin más? — se quejó la castaña.
—Hay que decir unas palabras— dijo Denver.
—Padre nuestro que estás en el cielo...— inició la castaña y tanto su hermano como sus mejores amigos le siguieron. Helsinki tenía razón, debían orar bien. Toda la banda estuvo ahí para el entierro, luego Tokio volvió al túnel, el matrimonio también siguió su turno, hasta que pronto vieron al Profesor.
—Una mano, ¿no? — dijo este subiendo la escalera. Pronto Berlín, Nairobi y Helsinki lo recibieron, detrás de él entraron Houston y Manila.
—¿Dónde está?
—En el almacén— dijo Nairobi.
—Lo siento mucho— habló el Profesor antes de abrazar a Denver.
—Ven, anda. La del móvil.
—Hola.
—Que la puedes llamar Estocolmo, si quieres.
—Constantinopla, te he traído una sorpresa.
—Houston— sollozó ella antes brincarle encima, este la abrazó con fuerza y sus labios se fundieron en un beso. Berlín se removió e iba a interrumpir cuando el hombre delgado de cabello largo y ojos verdes vio al novio de su amiga—. Creí que estarían fuera.
—Berlín.
—Houston— ambos se saludaron de forma tajante.
—Amiga— se emocionó la castaña abrazando a Julia—. Tú coordinas, debemos sacarlos de aquí.
—Crees que caben por el túnel— habló Manila.
—No es pregunta, no pienso dejar a mi familia atrás— sentenció Constantinopla—. Sigo al mando y es lo único que pienso ordenar con mi cargo.
—Ya oyeron a la Señora— hablaron Berlín y Cairo viendo el desconcierto del resto.
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Constantinopla
FanfictionDonde Constantinopla entrará a la fábrica para salir de dos sombras bastante grandes, sus apellidos quedarán en el olvido al adentrarse en la banda de atracadores. Nacen nuevos sueños e ideales, conocerá una familia mejor y, posiblemente, al amor de...