—¿Volviste a dormir en la capilla?
—No, en mi cama, con mi marido.
—¿Cuál de los dos?
—Cairo, tú y yo siempre hemos sido directos y me duele la cabeza.
—Te vi con Palermo el otro día.
—Ya.
—Si con Berlín es peligroso, con Palermo más.
—¿Porque es inestable y poco predecible?
—En parte.
—Lo sé, lo supuse desde que nos conocimos y este tiempo aquí, lo he comprobado.
—Ten mucho cuidado, de acuerdo. Ibagué está al tanto y te puede volver a cubrir si así lo deseas.
—Pero...
—Pero eres una mujer casada.
—Le tengo que decir a Berlín.
—O aclararlo todo.
—O aclararlo, ¿aclararlo?
—Yo ahí la dejo.
—A veces te odio, ahora me dejas en ascuas. Que vuelvas aquí, cobarde, no he terminado contigo— comenzó a seguirlo y este la ignoraba mientras bebía de su refresco.
—Anda.
—¿Qué?
—Déjalo— la pelirroja se dejó jalar.
—¿Todo bien?
—Todo bien— dijo Palermo antes de aprisionar sus labios y apretarle los glúteos.
—Salvo que tengo algo pendiente, ¿te parece si nos vemos después?
—Venga, ¡que mientras más tarde, más triste! — Constantinopla ya se había alejado y solo se reía, Morelia le había enseñado varias expresiones. Siguió avanzando, pero esta vez fue su marido quien la tomó del brazo y la llevó a parte.
—¿Qué haces?
—Ahora sí no me lo vas anegar.
—Vaya, alguien trae ganas— se burló mientras se quitaba la mascada y atraía a su esposo para aprisionar sus labios—. ¿Qué te ocurre?
—Sé lo que hiciste.
—¿Ah sí?
—Cairo y yo los vimos.
—¿Ah sí? Bueno, no es como si tú y él no lo hubieran hecho antes.
—Fue una vez y él me besó.
—Así que no cuenta.
—No... ¡Ibagué!
—No, cariño, no te vas a ningún lado— lo empujó a la cama y se subió a horcajadas sobre su regazo mientras le arrancaba la camisa.
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Constantinopla
FanfictionDonde Constantinopla entrará a la fábrica para salir de dos sombras bastante grandes, sus apellidos quedarán en el olvido al adentrarse en la banda de atracadores. Nacen nuevos sueños e ideales, conocerá una familia mejor y, posiblemente, al amor de...