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Harry abrió la puerta y entró a su departamento, eran alrededor de las tres de la madrugada. No podía distinguir mucho si las luces ya estaban encendidas, en realidad no le importaba, solo quería dirigirse al baño y vomitar todo el alcohol que tenía en su sistema. Después de salir del trabajo no tuvo una mejor idea que estacionar el auto a fueras de un bar y esperar por media hora hasta tomas una decisión. Lo siguiente qué pasó fue que estaba totalmente ebrio manejando por toda la ciudad.Llegó al baño y se hincó en la tasa expulsando todo lo que su estómago guardaba, incluso el desayuno de ese día.

Esos eran sus días desde hacía ya tres semanas, salir del trabajo y beber hasta perder la conciencia o casi matarse conduciendo, en otras circunstancias habría tomado la escisión de cambiar pero siempre tenía ese pensamiento que le decía que el que Louis perdiera la memoria y su accident era su culpa y eso lo carcomía vivo. Pasaba las noches llorando y en la oficina lo único que podía hacer era aparentar, no quería causar una mala impresión con sus empleados puesto que no lo conocían muy bien.

La primera semana en Los Angeles fue más que nada para contratar el personal. No había llevado a nadie de Londres consigo por lo que realmente, era sólo el. No tenía amigos ahí y la idea tampoco le entusiasmaba demasiado, sentía que cualquier conversación que tuviera con alguien terminaría en "Louis" y a decir verdad no le gustaría que pensaran que era una de esas personas que no podían superar a esa persona. No importaba si lo era, no debía dejar que las personas a su alrededor se dieran cuenta de ello.

Esa misma noche después de lavarse los dientes hizo su ritual para no tener una resaca de muerte al siguiente día. Tomó un vaso de agua, le puso azúcar y se lo tomó con la esperanza de que funcionara como siempre, ni siquiera se molestó en cambiarse de ropa cuando cayó rendido en la cama de la habitación.

El departamento de Harry no parecía el de alguien que llevaba un mes viviendo ahí, parecía el de alguien que se había mudado hacia una semana. Cajas por el pasillo, no tenía sillón pues no creía que lo necesitaría, su cocina constaba de un refrigerador y un horno de microondas, tenía unas cuantas latas de comida y en el refrigerador solo había agua y un poco de carne que de hecho ya debería de cambiar pues estaba comenzando a descomponerse. Realmente no comía en su departamento, este era de uso específico para dormir solo. Tal vez era debido a eso que la habitación que había nombrado como "la de invitados" tenía las paredes rojas, no había tenido tiempo (o más bien no quería tener tiempo) de cambiar el color, se limitaba a trabajar en el día, tampoco era que tuviera necesidad de comprar decoración o pinturas y realmente no le importaba.

Al día siguiente despertó (gracias a lo que sea que estuviera arriba) sin resaca, como siempre ese maldito método funcionaba, se la pasaba recapitulando sus acciones y preguntándose "¿Porqué nunca lo hice mientras estaba con Louis?" y ese pensamiento se iba rápidamente ya que no quería, no debía pensar tanto en el. La idea de todo eso era que Louis viviera sin el por ende el viviría sin Louis y debía empezar por dejar de pensarlo.

Se dió un baño rápido y se arregló para .. ¿Para qué se estaba arreglando? Era sábado y por ende no iba a la empresa, era algo que se impuso a sí mismo desde que llegó y planeaba cumplirlo. Tampoco quería repetir lo de los fines de semana pasados e ir a un bar y beber hasta perder la conciencia, como en la semana. Solo se colocó un pants y una camisa blanca para pasar el día en su casa, vería un poco de tele en la sala y... no; esperen, no tenía sillón.

Soltó un suspiro y tomó la tele de la estancia para llevarla a su habitación para verla en su cama, lucho por conectar los cables pues nunca fue muy bueno en eso de... conectar cosas. Suena estupido pero algunas personas simplemente no fueron hechas para saberle a la tecnología y Harry era de esas personas.

EgólatraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora