Percy Jackson: Camino a la Tranquilidad

Capítulo 25

Estaban acampados a una hora de viaje de la frontera de Alaska. Un pesado silencio se apoderó de ellos cuando la enormidad de lo que estaban enfrentando finalmente se instaló. La nieve en el suelo arrojó un tono pálido y espeluznante a su alrededor, acentuando la atmósfera ya fría.

Monaxiá observó en silencio cómo los demás entraban lentamente en sus tiendas, pero sabía que le costaría dormir. Aún recordaba su anterior excursión a la zona. Los recuerdos de su vida pasada hicieron todo lo posible por llegar a la vanguardia de su mente, pero logró dominarlos por una vez. Aun así, no pudo evitar que las imágenes de Frank y Hazel aparecieran en sus ojos.

Discretamente se había mantenido al tanto de cómo iban sus vidas. A pesar de que probablemente odiaban su nombre, no podía evitar cuidarlos. ¿Cómo no podía hacerlo, cuando uno de ellos era como su hermana pequeña y el otro había sido tan buen amigo antes de que comenzara el desastre?

Los dos se habían establecido juntos en una de las partes más tranquilas del Olimpo, mientras visitaban ocasionalmente el Campamento Júpiter. Aún recordaba el día en que se anunció su matrimonio y la tristeza que sintió por no poder asistir a la ceremonia. Había sido un asunto pequeño, con los únicos atletas olímpicos que asistieron siendo Ares, Hades y Hera, ya que los dos primeros eran los padres y la última oficiaba todos los matrimonios en el Olimpo.

Lo mismo podría decirse del matrimonio de Leo y Calipso, siendo igual de simple para los estándares divinos. De hecho, el único al que había asistido era el matrimonio de Jason con Piper, y eso era solo porque era el hijo de Zeus. El rey del Olimpo había querido hacer de la boda de su hijo un asunto extravagante, a pesar de las quejas de Jason. Según él, "Es apropiado que mi hijo tenga una ceremonia espectacular".

Por supuesto, se había quedado en un segundo plano la mayor parte del tiempo. No había necesidad de arriesgarse a que lo reconocieran debido a sus acciones. En ese entonces, no había solidificado su personalidad, y por mucho que deseaba no tener que hacerlo, mantuvo la distancia durante la ceremonia.

Sorprendentemente, Annabeth era la única que aún no estaba casada, a pesar de que era la mayor cuando se convirtieron en dioses, sin contar el viaje de Hazel a través del tiempo. Por lo que recordaba, ella había roto mutuamente con la persona con la que se había reunido justo después de él. Nunca se había molestado en aprender su nombre. Después de eso, ella no había profundizado mucho en las relaciones, a excepción de un par de relaciones cortas de las que él solo escuchó de pasada. No era del tipo que se obsesiona con el comportamiento de su ex.

Se sacudió a sí mismo, ligeramente. Maldita sea, incluso cuando pensé que los había empujado hacia abajo, estos malditos recuerdos siguen apareciendo. Sabía que lo que necesitaba para detener su flujo era un cierre, pero no había ninguna posibilidad en el Tártaro de que lo consiguiera pronto.

Escuchó las pisadas suaves detrás de él, ligeramente amortiguadas por la nieve. Casi se había perdido el ruido, y sabía que solo había una persona en su grupo que podía moverse con tanta gracia y sigilo sin esfuerzo.

"¿Sí, Artemis?" Su voz era neutral, pero tenía un poco de calidez. Después de todo lo que habían pasado el mes pasado, junto con las múltiples conversaciones que compartieron, la mayor parte de la tensión entre ellos se había desvanecido. Alguna cantidad todavía estaba presente, pero era mucho menos de lo que solía ser.

La diosa de la luna se sentó a su lado. Observó con ardor que estaba un poco más cerca de lo habitual. Parecía que los sentimientos eran mutuos. Artemis nunca se sentaría tan cerca de alguien a menos que confiara en ellos. Por supuesto, eso podría cambiar fácilmente si hacía un movimiento en falso. A partir de algunas de las historias que le contó Apolo, hasta que Artemisa realmente decidió que eras una buena persona, su confianza estaba entre las más inestables del Olimpo, y solo Zeus tenía un humor más voluble. Es decir, si fueras un hombre.