Percy Jackson: Camino a la Tranquilidad

Capítulo 15

Una alfiler podría haber caído dentro de la tienda. Tres pares de ojos abiertos, ligeramente asustados, observaban al hombre furioso que tenían ante ellos. Sus puños apretados temblaban de rabia, apenas reprimido de ventilar sus frustraciones en los muebles circundantes.

Los ojos verdes debajo de su capucha, entrelazados con copiosas cantidades de rojo, parecían haberse convertido en pozos de llamas. El resto de su rostro estaba escondido debajo de su capucha, pero esos dos orbes brillaban con poder arremolinándose justo debajo de la superficie. Oleadas de furia se estrellaron contra su psique, incluso empujando a Artemis hacia atrás. La pura y desenfrenada ferocidad del ataque fue un testimonio de lo furioso que estaba realmente.

"¿De verdad crees que mentiría sobre algo tan serio? ¿Qué yo también desearía que esto nunca ocurriera?" Su voz había sido controlada, pero la ira subyacente aún era palpable. "Creo que he dejado que esto continúe el tiempo suficiente. Les diré exactamente lo que pienso, y ninguno de ustedes pronunciará una palabra hasta que termine".

"Pero ¿Qué pasa con...?" La pregunta de Lara fue interrumpida por una mirada ardiente. Ella retrocedió, no lo suficientemente estúpida como para enfurecer aún más al ya apoplético individuo que tenía ante ella.

"¿Qué parte de mi declaración anterior no entendiste?", Siseó, sus manos agarrando una silla cercana. El crujido de la madera sonó en toda la tienda, aumentando de volumen a medida que la silla era sometida a una presión aún mayor bajo su agarre de hierro. Las tres cazadoras sabiamente se quedaron en silencio, reconociendo que cualquier intento de enemistarse con él en ese momento no terminaría bien.

"¿Crees que deseaba que se llevara a cabo este matrimonio? ¿Qué estuviera atado a alguien que me odia por toda la eternidad? ¿Y que sería lo suficientemente tonto como para creer que ella lo quisiera? Ni siquiera Ares es tan estúpido, por el bien del Caos.

"Desde que estuve en la puta cacería, todas y cada una de ustedes han derramado todo su odio sobre mí, a pesar de que me opuse a la decisión. No importaba, ¿verdad? Todo lo que necesitaban era un chivo expiatorio, y en ese entonces era lo suficientemente débil como para simplemente recibirlo. Bueno, ya no. No aceptaré en silencio lo que sea que me arrojes. Si deseas hacerlo, será mejor que estés preparado para las consecuencias".

"¿Por qué no deberíamos? Eres tan egoísta como otros hombres. Tiene que haber otras cosas..." La diatriba de Lara fue interrumpida por Monaxiá parado casi nariz con nariz, sus fosas llameantes tratando de quemarle el alma. Las otras dos intentaron acercarse a él, pero su mano salió disparada, dando una clara indicación de que no apreciaría que lo interrumpieran.

Sus ojos parecían tener un pequeño matiz amarillo en ellos, apenas perceptible contra el telón de fondo verde y rojo. Lara estaba casi segura de que lo había imaginado, pero siempre había una pequeña y persistente duda en el fondo de su mente.

"¿Por qué siempre asumes que un hombre es horrible?" Su voz era aún más gélida que antes, helando su sangre como ninguna otra cosa. "Sé que muchas de ustedes han experimentado circunstancias horribles bajo las manos de un hombre, pero no todos son así. Tenemos valores atípicos, esos individuos inhumanos que no tienen sentido del bien o del mal, pero son una escasa minoría. Conozco a muchos hombres que han sufrido debido a las mujeres, pero solo las superficiales se lo atribuyen a todos los hombres. Entonces, ¿en qué te convierte eso? "

La cazadora farfulló, incapaz de articular una respuesta. Thalia continuó la conversación en su nombre. "¿Y qué se supone que significa eso?"

Su mirada se volvió hacia ella, lo que le permitió a Lara recuperar el aliento una vez más. Thalia, sin embargo, fue sometida a la misma mirada que había congelado a su compañera cazadora en su lugar. Al ver la rabia apenas disimulada presente, fue fácil entender por qué.