Capitulo 31

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El frío buscaba cualquier rincón de la gran mansión para entrar y hacer más infeliz el momento. No había rastro del sol a pesar de ser las ocho de la mañana, las nubes lo cubrían por completo dejando un panorama triste que sumado a las pequeñas gotas de lluvia hacían que sus lágrimas no dejarán de fluir.

Su pecho dolía, en especial su corazón...ese que Hoseok había jurado cuidar desde que lo vio inconsciente en la camilla. Ahora, todo era diferente, pues en lugar de cuidarlo y cultivarlo lo fue rompiendo poco a poco, con su desconfianza, cada vez que le gritaba, con su indiferencia, con sus duras palabras esas que le hacían recordar que sólo fue un instrumento para darle a sus hijos y nada más.

Los ojos le ardían de tanto llorar pero era la única forma de dejar salir todo lo que sentía. Ya no sabía si su cuerpo temblaba por el frío o por el dolor pero de algo estaba seguro... ya no le daría más oportunidades a Hoseok para tratarlo mal.

-Mami tiene que irse bebé-susurro besando la pelinegra cabecita de Taeyoung.

El pequeño lloraba silenciosamente aferrándose a los brazos de Hyungwon para que no lo soltara. Hyeongjun lloraba abrazando una de las piernas del pelirosa. En algún punto de la despedida Hyungwon había quedado sentado en el suelo con el trillizo menor entre sus brazos y el de en medio recostado boca a bajo en sus piernas.

MinHee dormía en su carriola pero al escuchar llorar a sus hermanos se despertó haciendo pucheros los cuales borro al ver a su mamá. Una de las niñeras lo sacó y lo llevó hasta donde estaba Hyungwon con los trillizos.

-Ya está despierto el último, Señor Hyungwon-dijo Winter con un nudo en la garganta.

-Gracias-sonrió apretando los labios.

Con suavidad tomó a Mini y lo sentó en una de las piernas al igual que Tae. Muchas veces los sentaba de esa forma, uno en cada pierna y el último entre sus pies que en esta ocasión fue Hyeongjun quien ocupó ese lugar.

-Lo extrañaremos-habló la segunda niñera limpiando sus lágrimas.

Hyungwon era una persona amable con el chófer, las niñeras y las mucamas, tanto que todos estaban presentes para despedirse de él. Algo les decía que está vez era la definitiva y aunque les doliera su partida ellos no podían pedirle que se quedará, después de todo no les correspondía a ellos detenerlo.

-Wonnie ya esta todo listo-Jimin apareció en el umbral de la sala con sus ojitos vidriosos.

Su nariz de botón era cubierta por una bufanda blanca. Tenía unos guantes blancos y abrigo grande color amarillo que lo hacía ver más pequeño. Caminó hasta su hermano para ayudarlo, cargó a Hyeongjun con esfuerzo pues no quería alejarse de su madre.

Entre llantos y gritos, las niñeras pudieron alejar a los tres menores de Hyungwon llevándolos hasta su habitación. Hoseok miraba todo con atención sentado en el sofá individual, derramaba lágrimas silenciosas con la esperanza de que Hyungwon se arrepintiera al ver el sufrimiento que causaba en sus hijos y en él.

-No te vayas-dijo con las voz ronca, resultado de todas las horas en que estuvo llorando-ya estuve a punto de perderte una vez....no me dejes.....no nos dejes.

Hyungwon lo miró directo a los ojos. Él quería quedarse con ellos, enserio que lo quería pero no podía, si lo hacía seguiría con lo mismo. Un día estaban bien y al siguiente ya no, él quería una familia y lo que Hoseok le ofrecía era diferente; cuidar a los trillizos y tenerlo encerrado en esa gran mansión, Hyungwon no era ningún esclavo o prisionero pero Wonho lo trataba como uno.

-Lo siento. Yo no puedo seguir aquí-sorbió su nariz y con la poca resistencia que le quedaba se acercó a Hoseok-Te amo y esto lo hago por ti, por mi, por ellos. No merecen vivir en un hogar donde sus padres se declaren la guerra casi a diario.

Diseñando tu bebé 👣 (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora