Ayer tuve una loca idea.

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Dia jueves. Estoy en el escritorio terminando algunos deberes que prácticamente son para la siguiente semana pero prefiero tener mi mente ocupada, no pensar y concentrarme en solo eso. 

Mi cerebro en esta semana no ha cooperado del todo, sigo sobre pensando muy a menudo, así sean cosas mínimas de la vida, aunque lo estoy controlando un poco más que los anteriores días. Puede que sea porque no he dejado de hacer cosas, pero aún así pienso y sigo con lo mismo. A veces desearía tener mi mente en blanco y dejar que sea libre, pero es difícil. Así este haciendo algo puedo pensar en lo que pude ser mejor o escenarios que hubiera podido mejorar, reacciones o cualquier otra cosa. Tengo miedo de que todo se vuelva a repetir o que siempre sea de ese modo. 

—¡Charlie!

—¡¿Dígame?!

—¡Baja a comer!

En ese mismo instante recuerdo que no he comido nada. No me sorprende. Todos estos días ha sido así. Por suerte tengo una madre que cada que puede hace solo la cena. Bajo algo deprisa, tropezandome en un escalón y asustando a mi madre por ese instante.

—¡Vistes boba torpina! —exclama ella.

Por otro lado mi hermana empieza a burlarse, le saco el dedo del medio mientras mi madre está sirviendo el jugo. 

Últimamente las cenas han sido más frecuentes por estas épocas, mi madre cierra temprano la peluquería y mi hermana acaba antes de las cinco en hacer envíos. Es agradable saber que al final del día las veré sentadas enfrente de mi disfrutando de un tiempo que pocas veces hemos tenido. 

Cuando terminamos, casi al mismo tiempo, aprovecho para pedirle permiso. 

—Ma, mañana hay una fiesta por la noche. ¿Podré ir?

—No.

—Es por navidad, mamá —insisto. 

Niega varias veces con la cabeza —No.

—El sector es seguro, van los de siempre y volveré a la hora que me digas.

—No.

—Por favor, mami —sigo insistiendo.

Ella me ve con curiosidad, algo de gracia tiene su expresión, parece divertida.

¿Qué es lo que le divierte? 

—Hace tiempo que no insistias así  —dijo por fin.

—Es que si quiero ir.

—Dale, yo la llevo —establece mi hermana, ella sí que se atraganta la comida. 

Muerdo mi labio de felicidad —Mami, ¿por favor?

—Lo pensaré. No es un no pero tampoco un sí —Recoge los platos —. Creo que yo también voy a salir.

Cuando mi mama dice eso, mi hermana y yo nos vemos. La pasamos molestando todo el rato de la limpieza de la cocina y la mesa. Hace tiempo que la pareja de mi madre y ella no han salido y disfrutado, se merecen salir de la zona de confort y divertirse un rato.  

Ojala todo se haga.

Minutos después, estoy en mi escritorio nuevamente con unos tontos ejercicios de matemáticas que no me salen. Como siempre, los resultados los tengo, pero no me dan y ya me estoy desesperando. Me duele el labio de tanto morderlo, los ojos me quieren explotar y la cabeza sin duda también. 

—Todo el procedimiento esta mal —digo en alto. Tiró el lápiz encima del cuaderno, igual cae al suelo. Lo levante golpeando en la esquina del escritorio, sobo la zona y vuelvo a revisar el procedimiento —. Llegó al cuadrado y sacó la milésima para multiplicarlo por pi...

Mi vida en el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora