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Su mente siempre había sido caótica,  revolviendo sus emociones y pensamientos en una maraña infinita de hilos . Pero había tomado su decisión,  y aunque el pánico le atorase los pulmones y le arrancara lágrimas,  no iba dejar que su infinito titubeo destrozase aquello.

Iba a ir a ver a su hermano. A esa tumba que nunca visitaba. A ese cementerio que ignoraba  cada vez que pasaba por la calle de en frente.  E iría con Marvin. Y se presentarían ante Roberto, y Marcos . Sobretodo Marcos. Le hablaría, y le daría explicaciones.

Su cuerpo apenas podía soportar la presión de su decisión, haciéndole temblar, volviendo los fogones un campo de minas para sus dedos. Había perdido su costumbre en la cocina despuésde tanto tiempo huyendo de sus emociones, pero se las apañó para hacer una cena deliciosa, que olía a Gloria. La sirvió de forma exquisita . Se alejó para ver su obra. Era perfecta, pero faltaba algo. Un toque. Un detalle minúsculo... Se desplazó a la esquina del salón y empezó a abrir armarios hasta que halló su viejo tocadiscos y sus discos de vinilo. Sonrió. ¿Sería esta su primera cita?... Una cita, le encantaba la idea. Le apasionaba , de hecho.  Colocó el objeto en la mesita de la televisión y sacó varios discos para luego cerrar todos los armarios.

Fue descartando , uno a uno. Hasta que Fur Elise llegó a sus manos.  Lo puso, y en cuanto empezó a sonar. Su mente se quedó en blanco.

Las notas subían y bajaban por su mente , deslizándose por todos los recovecos de su piel,  sus células. Su alma. Podía notar las vibraciones tocar el centro de su corazón,  rebotando para expandirse a la estratosfera.  Era como volar hasta el centro de la tierra y llegar a la cima de los cielos . Y entonces, terminó la pieza.

Tardó unos minutos en regresar,  se levantó del suelo. Donde había quedado tirado sin darse cuenta y miró el reloj de pared. Quedaba un minuto para que Marvin entrase por la puerta, vestido con su genérico uniforme de oficinista. Empezó a contar los segundos cuando notó sus pasos en la entrada.  Fue hacia la puerta, corriendo,  y justo cuando este iba  a introducir las llaves, Marcos le abrió la puerta.

Marvin estaba gratamente sorprendido. Podía oler la comida desde allí, y Marcos estaba radiante. Se le quedó mirando de arriba a abajo,  su mirada oscura recorrió un camino por el pelo negro del otro, bajando por su rostro, redondo pero firme y masculino , su cuello, su torso, él, bien vestido, desprendiendo un olor delicioso. Quiso contenerse el besarle, pero antes de pensarlo ya había deslizado su mano por la barbilla del otro y le había atraído para probar sus labios .

Se vio correspondido al instante.  Incluso con fiereza.

Acabaron por separarse , jadeantes.

- He preparado la cena. - Dijo Marcos,  recibiendo una mirada de irónica obviedad por parte de su sobrino. Frunció un poco los labios en respuesta, pero rápidamente ignoró su propio enojo, que fue sustituido por una de sus radiantes sonrisas. Y Marvin,  aún en la puerta, sintió como su cuerpo se erizaba, y el amor que sentía se expandió de forma abrupta, subiendo desde su estómago hasta su cuello, hundiéndose a su paso en el pecho, para luego deslizarse hasta las puntas de sus dedos . Sonrió un poco e indicó a Marcos que fuese a la mesa . Que él se presentaría en pocos minutos,  después de ir al baño. 

- Vale. ¡Pero tarda poco, que se enfría!.- Gritó él,  cuando su sobrino desapareció por el pasillo.

En cuanto la puerta crujió a su espalda , se encontró con su reflejo , ojeroso, demasiado para alguien tan joven. "No sé cómo es que Marcos se ve tan bien." Pensó. "Lo está pasando mucho peor que yo." Y se pasó la mano por el pelo. Suspiró y se lavó la cara , bebió un poco de agua con sus manos y las sacudió para secarlas. Abrió los armaritos poco después,  buscando su colonia favorita y se la roció por el cuerpo.  No quería oler a Oficina en estos momentos. Los cerró y se fue en busca de su tío,  que le esperaba, ansioso, sentado en la mesa .

Y, cuando sus ojos volvieron a encontrarse y saltaron sus sonrisas. Supieron que finalmente habían aceptado  que estaban irrevocablemente enamorados.

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