— ¿Podemos hablar?. — Otra vez fue Marvin quien rompió el silencio, que ya llevaba cayendo sobre sus almas desde que sus ojos se habían encontrado.
Marcos tragó Saliva y asintió. Paralizado en medio de la habitación, sin habla. Sin palabras, ¿No era él el escritor?. Extrañamente, sus frases se trababan incluso más que una señal de radio.
Cuando Marvin entró y cerró la puerta tras de sí, ambos se quedaron solos con sus miedos y sus mudos deseos de besarse y caer sobre el colchón. Desnudos y libres. Amándose en caricias prohibidas. Pero simplemente se quedaron ahí, en silencio. Perdiéndose en sus universos.
— ¿Puedo sentarme?. — Dijo el más joven, señalando el borde de la cama de su tío, y este asintió, decidiéndose por fin en sentarse en su silla. Y ahí se quedaron, de nuevo frente a frente sin saber mirarse.
Marvin jugaba compulsivamente con sus dedos, mirándolos con atención. Marcos apenas podía contener los latidos de su corazón en su sitio por en estrés.
— Lo que hice. — Susurró su sobrino. — Lo hice queriendo. —Se miraron a los ojos. — Te besé porque quería besarte.
Silencio. A Marcos le su daban las manos y su mirada estaba perdida en alguna de las rendijas del suelo. Tenía miedo, y ganas de volver a besarle. Y aún más miedo por eso.
— Eres el hijo de mi hermano. — Se dijo, más para sí mismo que para Marvin.
— Lo sé. Pero tú no me quieres solo como un sobrino, ¿Verdad?.
Marcos negó con la cabeza.
— No me gustan mis emociones. Marvin. — Se miraron a los ojos. — Eres el hijo de mi hermano. No debería... ¡Ahg! . Lo que pasó. No debió haber pasado.
— Pero pasó. — Respondió, ignorando la exaltación de su tío. — No podemos cambiar eso. Estábamos borrachos, sí...
— Lo que pasa estando borracho no te-
— Tío. Cállate y escúchame. — Se pasó las manos por el pelo y gruñó un poco. — Estábamos borrachos. Lo sé. Pero si ahora tú me besaras. Te correspondería. Y no estoy borracho, Marcos. — Tiró de la silla de su tío, haciendo crujir las ruedas, que le llevaron a escasos centímetros de su boca. El mayor contuvo la respiración. — Si ahora me besaras, y me tirases sobre esta cama. — La señaló con la barbilla para darle énfasis. — Te dejaría follarme hasta quedarnos secos.
El cuerpo de Marcos se agitó por completo, su mirada iba de los ojos a los labios de Marvin, y luego a la cama, donde residía su mayor deseo y miedo. Marvin se le acercó más, y tuvo que hundir su estómago, que ardía, totalmente excitado, para evitar cualquier contacto con el lascivo cuerpo de su sobrino.
— Marcos. Mírame a los ojos. — Y lo hizo, temblando, pero lo hizo. — Si me abrazaras, si me dijeses que aún no estás listo. Lo entendería, y me iría sin rechistar. E ignoraría todo lo que ha pasado. Si me pidieses tiempo, te lo daría. Porque... Porque estoy hasta los cojones de pensar que mi sentimientos son un capricho. — Se alejó, dejándole respirar con normalidad. — Te daría todo el tiempo del mundo, Marcos. Porque estoy enamorado de ti.
Y esas palabras removieron a Marcos. Y al mundo entero. Y al globo lleno de estrellas, y a sus supernovas. Volviéndolas una.
Se le saltaron las lágrimas. No sabía qué hacer. Quería besarle, follarle, amarle, quererle. Y odiarle, deseaba odiarle con todas sus fuerzas, deseaba no querés saber nada más de él en lo que le quedaba de vida. Y todo explotó cuando agarró sus mejillas con ambas manos y le besó en los labios.

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Estrellas En Llamas.
RomansaMarvin desde siempre ha adorado a su tío, adoración que poco a poco se convierte en un amor capaz de mover mares. Él sabe perfectamente que nunca será más que un sueño, un delirio estúpido... Pero, en su diecinueve cumpleaños ocurre algo, algo que l...