XX

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La noche era tranquila, y, entre sus brazos yacía Marvin, completamente relajado... Pero Marcos no dejaba de pensar en lo que habían hecho.

Se había despertado hacía ya una hora, el reloj a su derecha marcaba las cuatro y media en un feo tono de verde, que marcaba las facciones del muchacho que dormía plácidamente en su pecho, con el pelo castaño revuelto y la expresión lánguida. No podía dejar de mirarle, recordando como se había sentido,  como había temblado entre sus brazos,  y como había perdido el control total de su cerebro por los casi quince minutos que duró su encuentro, y, aunque ya se había dado cuenta de que no iba a arrepentirse , el buen merecido ataque de pánico le estaba atacando con saña, ¿Y sí había hecho algo mal?, ¿Y sí lo había hecho mal?. Ese tipo de cosas no se le daban bien, podría decir "Es que hace mucho que no hago esto", pero sería mentira, vivió su juventud escondiendo viagras,  tomándolas y huyendo en cuanto la chica desvestía sus pechos. Era la primera vez que había estado con un hombre,  la primera vez que lo había disfrutado.  Y cuanto más pensaba en eso más se daba cuenta de que eso iba a ir a más. 

Hasta el punto dónde tendría que sentar a Marvin y decirle que, su tío,  de casi treinta y ocho años, era virgen.

Vale, ahora sí que estaba completamente en pánico,  ¿Cómo cojones le iba él a decir eso?... Marvin tenía fantasías,  deseos, y se iba a encontrar con un adolescente de treinta y ocho años en su cama, que probablemente iba a correrse a los diez minutos por el nerviosismo,  o antes.

Marvin se acomodó contra él, haciendo un ruido suave y Marcos no pudo contenerse en acariciar su pelo y darle un beso, notó la sonrisa del chico formarse y luego volver a irse entre las brumas del sueño.

Le adoraba, tanto,  tan fuerte.

Tenía tanto miedo a decepcionarle...

Se tragó un llanto y se decidió a dormir,  por fin, fue un sueño inquieto en el que Marvin se reía de él,  o en el que le apartaba, decepcionado, la mirada, y, cuando se despertó y no le encontró a su lado,  la sensación de rechazo se instaló a puertas abiertas en su alma, salió,  esperando no oír a Marvin, o encontrar una nota que le decía que se iba, en cambio, oyó el suave crepitar de usa sartén cocinando y un muy activo Marvin cantando canciones antiguas que sonaban en la radio. Bajó las escaleras cubiertas de cuadros y dibujos que había hecho Marvin de pequeño,  le dedicó una pequeña sonrisa a uno en específico, dónde estaban ellos dos y Cecili y Miranda, las dos yeguas que cuidaban cuando iban a la granja de su madre, la abuela de Marvin, hacía años que no iba, y que tampoco venían a verle. Estaba acostumbrado.  Siguió bajando y miró por la puerta abierta de la cocina, un olor suave llamó su atención.

- ¿Estás haciendo el desayuno?.- Inquirió,  entrando.

- No, solo me gusta mezclar huevo, sal, azúcar,  leche y harina,  calentarlo en una sartén y hacer malabares con ello. - Marvin soltó una risa mientras dejaba un creepe encima de otros cinco, bajando el fuego al cero, para luego ir a abrazar a Marcos. - Buenos días cariño.

- Buenos días. Te amo.- Respondió,  y buscó sus labios para darle un beso, no sin antes darse cuenta de la enorme marca que le había dejado a su sobrino en el cuello.

Trató de no mirar mucho el chupetón mientras le ayudaba a poner la mesa, casi tirando su café,  pero cuando por fin se hubo sentado, sus ojos se quedaron fijados en la marca , podía ver los bordes de sus dientes plasmados en la piel pálida y el morado manchando sus pecas. Estaba anonadado.

- ¿Todo bien,  Marcos?, ¿No te gusta?.- Marcos sacudió la cabeza al oírle,  tardó unos segundos en entender la pregunta y un poco más en saber cómo responderla.

- ¡Está genial,  de verdad!.- Oh, perfecto,  se dijo. Había soltado un gallo.

Marvin le miró confundido, parecía que hoy el muchacho estaba dentro de su propio mundo,  una sonrisa tonta burnujeando en sus labios. Marcos titubeó.

- Es que... Eso. - Y señaló vagamente a su cuello. - Eso... ¿Lo hice yo?.

A Marvin se le escapó una risa, entendiendo por fin que le pasaba a Marcos.

- No, lo hizo un duende.- Dijo, poniéndose serio, para luego reír. Y pensó de repente, que ojalá poder vivir todos los días después de recibir un orgasmo como ese todas las noches,  incluso si había tenido que escharse loción en la mañana por una incómoda rojez que le había salido en el glande.

Marcos bajó la mirada abochornado, llevándose un bocado a la boca. Pero no pudo ocultar esa sonrisa traviesa que apareció en su rostro. Marvin no parecía molesto,  pero cuando volvió a verlo se quedó fijado de nuevo. Tragó saliva y cambió de tema;

- ¿Y al final qué con la tienda de ordenadores?.

- Oh, me la quitaron. - Dijo, como si nada. Marcos le miró confundido.

- ¿Desde hace cuánto lo sabes?.

- Esta mañana. Una empresa de reformas dio una mejor oferta, pero creo que quizá pueda conseguir un nuevo trabajo en Cabacellas, de informático,  pagan más que en mi actual trabajo... Y está más cerca. - Y eso último le hizo sonreír. - Así podemos pasar más tiempo juntos.

Y Marcos se dio cuenta del cambio, esto... Esto iba en serio, su estómago cosquilleó con ilusión,  y ese miedo que ni siquiera se había dado cuenta que tenía se desvaneció sobre la pequeña mesa de la cocina , alargó su mano para apretar la de Marvin.

- Eso es fantástico.- Se detuvo un segundo. - Es fantástico,  mi vida.

Sí,  esa era la frase que buscaba . Su vida, eso era lo que Marvin suponía para él. Todo. Y la sonrisa reluciente de él le hizo saber que el chico también estaba contento con el término.

Y sus ojos se cruzaron, estallando, entre ellos, de nuevo, como galaxias, ese amor que se tenían, ya no eran dos estrellas, y nunca volverían a serlo, eran una sola,  iluminando su futuro,  por mucho que este se escondiera entre los muros de esa casa, por mucho que tuviesen que huir del mundo.

- Creo que deberíamos hablar.  De Nosotros... De mí.- Se oyó decir Marcos. Marvin le miró,  ladeando la cabeza .

- Entonces habla.

Marcos soltó la mano del otro y suspiró con miedo.

- Soy una carga. - Empezó. Vio a Marvin hacer un gesto y le detuvo con un movimiento de mano.- Gano trescientos euros al mes . Eso es prácticamente nada, Marvin. Si podemos pagar esta casa es porque es una herencia de mi padre. Quiero... Quiero aportar, quiero aportar algo a esta casa. A esta familia. Y creo que... Que debería buscar trabajo... Y ayuda. Vivo a base de pastillas, y ni siquiera tengo mente suficiente como para escribir, he perdido... mi toque, mi fuerza , el último libro que escribí fue hace tres años,  se vendió bien,  pero fue una decepción.  No para la editorial,  para mí. Me estoy decepcionando. Y quiero ser el hombre que tú necesitas,  Marvin.

Quiero ser un novio que valga la pena, pensó, pero no lo dijo,  Marvin le miró con intensidad y volvió a unir sus manos.

- No eres una carga.- Dijo, con seguridad. - Pero creo que esto está afectado mucho como te ves a tí mismo, podrías buscar trabajo de editor, estoy seguro de que te llegarían trabajos hasta de las piedras. Y, cuando estés mejor, podrías volver a escribir. - Deslizó su pulgar con cuidado , haciendo círculos sobre la piel de Marcos.- Estoy orgulloso de tí, por todo lo que estás consiguiendo, y todo lo que conseguirás en el futuro. Te amo.

Y Marcos le devolvió una mirada cargada de anhelo y amor.

- Yo también te amo, trataré de salir adelante.

- No me importa esperar un poco. - Fue la respuesta.- Estamos en esto juntos.

Estrellas En Llamas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora