III

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Toda su vorágine tenía que tener un centro, un punto de inflexión donde romperse y terminar finalmente en una explosión de emociones contenidas. Y, cuando Marvin cumplió diecinueve años, ambas estrellas decidieron fusionar sus super novas.

Habían, poco a poco, retomado su relación de antes. Ya se miraban a los ojos y se escuchaban por horas, tan rápidas para ambos que eran casi un suspiro. Habían aprendido a no sentir lo que sentían, a no mirarse con el deseo con el que se pensaban, a no besarse con los ojos, pero, como todo actor, en algún momento tenían que romper esa actuación:

Ese día habían salido al campo, con la clara intención de pasar el día y la noche allí, Marvin iba haciendo fotos a todo con una pequeña cámara que Marcos le había regalado, este solo le miraba con un cariño inmenso, sabiendo que, aunque pasaran los años, lo que tenía delante seguía siendo ese niño que había venido a su casa con cinco años, después de la muerte de sus padres. No le gustaba pensar en su hermano, porque eso venía intrínsico con el recuerdo de la atracción que sentía por su hijo.

Estaba seguro de que era el peor hermano del mundo.

- Marcos, Mira. - El pelinegro miró hacia donde señalaba se sobrino, y vio un cervatillo que iba, alegre, junto a su madre. Marvin les sacó una foto y se pusieron alerta, entonces, con un ágil movimiento, se fueron. El más joven sonreía, y Marcos también. Todo era demasiado hermoso.

Llegaron casi de noche al mirador, Marcos y Marvin montaron la tienda de campaña y luego se sentaron frente a ella, sobre unas mantas, esa noche de verano era cálida y suave así que no tuvieron problema para ponerse a beber cerveza y a hablar de cosas banales.

- Diecinueve años ya. Joder... Parece que fue ayer cuando viniste a mi casa. - Habló el mayor, el más joven soltó una risita y le dio un tragó a su botella.

- Ya te digo, ¿Recuerdas cómo la liaba al llegar?. - Marcos asintió vigorosamente. - Quiero ir con mamá. - Se imitó, para luego fingir un llanto.

- Bueno, era lo normal. Acababas de perder a tus padres, y todo era muy confuso para ti. ¡ Lo que no era normal era eso de romperme la ropa!. Tuve que renovar mi armario cuatro veces en los dos primeros meses que estuviste conmigo.

Marvin se rio, y a Marcos casi se le notó el rubor en las mejillas.

- Era un jodido diablo.

- Estoy completamente de acuerdo.

Y siguieron hablando, y bebiendo. Con la noche decorando el cielo, rodeados de botellas, con la vista perdida y la risa fácil, explotaron sus estrellas para hacerlas una súper nova.

- Soy un hermano horrible. - Acabó sollozando Marcos en el hombro de su sobrino.

- ¡Pero qué dices, Tío, tú eres genial!.

- ¿Lo dices de verdad?. - Y se Giró para mirar a los ojos del otro, y se sorprendió cuando ellos le devolvieron una mirada de amor inmenso.

- ¡Pues claro!. - Sin darse cuenta, Marvin le estaba acariciando el pelo.

- ¿Y si hiciese una locura?, ¿Seguiría siendo tu tío genial?.

Marvin le miró un poco confundido.

- ¿Qué tipo de locura?.

- La que voy a hacer ahora. - Y, en un movimiento brusco, unió sus labios con los de Marvin.

Este Jadeó y le correspondió de forma ardiente, sin negarse cuando Marcos le rodeó la cintura y le atrajo hacia sí, colocándole a horcajadas sobre su entrepierna, que no era la única despierta. Se frotaron, se tocaron y se besaron de una forma vehemente, como si fuesen el mismísimo nirvana encerrado en dos cuerpos mortales. Dos cuerpos mortales que se deseaban con locura, ni el sudor ni ese horrible sabor a alcohol podía detenerlos. Marvin gimió un poco contra la boca de su tío al notar su propia erección siendo atendida por fuertes movimientos de cadera.

Ambos podrían haber jurado que estaban en el cielo y no en un suelo viejo, lleno de plantas secas, con las estrellas y la luna como únicas testigos de esa escena idilicamente incestuosa, enferma, perfecta y deseada. Que se rompió cuando esa botella también lo hizo, al caer de una piedra que había hecho de mesa.

Entonces se miraron a los ojos, y se vieron. Como nunca antes lo había hecho, pero la cordura volvió a su lugar, y con ella los tabúes.

Estrellas En Llamas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora