XVIII

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Selk y Marvin se conocieron en la calle, en una tarde de principios de Verano en la que el suelo ardía. Marvin paseó por todo el pueblo, silenciosamente, y, al otro lado de su mundo, Selk hacía lo mismo, uno con pasos firmes y el otro con miedo a lo desconocido. Quiso el destino que ambos decidieran bajar las cuestas gemelas, encontrándose frente al caño rojo, Selk se sentó en un banco. Marvin también,  justo en frente, al otro lado de la plazoleta.

Y Marvin no le quitaba los ojos de encima, las razones fueron varias, no todas muy infantiles, pero la principal era que nunca, nunca, lo había visto. Selk, a su vez, miraba el cielo con sus ojos oscuros completamente idos. No se dio cuenta de que un chico de su edad se le había acercado, y, cuando este habló.  Selk saltó en su sitio de forma espectacular.

Sus ojos, tan distintos, chocaron.

- ¿Eres nuevo por aquí?.- Preguntó Marvin. Selk se quedó petrificado en su sitio, tragó saliva, y negó con la cabeza.

- Yo... Yo nací aquí.- Musitó,  de tal forma que el sonido del viento pudiese ahogar sus palabras, pero no lo hizo.

- Nunca te había visto. - Y se sentó a su lado,  Selk tembló y se apartó un poco, Marvin le alargó la mano.- Me llamo Marvin, ¿Y tú?.

Selk dudó, pero le estrechó la mano e intento dirigirle una sonrisa de circunstancias.

- Yo... No... No me gusta mi nombre.

Marvin le miró, intensamente. Estuvo un rato en silencio, y luego sonrió.

- Entonces te llamaré Selk.- Sentenció y agitó sus manos antes de soltarse del otro. Selk le miraba, anonadado.

- Me... Me gusta. Queda bien... "Selk".- Repitió, paladeando.- Selk me queda bien.- Y luego le miró,  y su sonrisa temblorosa era, ahora, realmente alegre, Marvin asintió un poco como respuesta.

- ¿Vas al Reyes o al Lorca?. Yo voy al Lorca. Aunque es obvio que no vamos al mismo colegio,  si no te hubiese visto,  así que vas al Reyes, ¿No?. - Habló rápido, y directo. Selk le miró a los ojos, y negó con la cabeza.

- Estudio en casa.- Se quedó en silencio unos segundos y luego clavó su mirada en el suelo. Susurró: - Es la primera vez que salgo de casa sin mis padres.

Selk tenía diez años y Marvin once el día que se conocieron, y, desde entonces, siempre fueron ellos dos, solo ellos, como apoyo. Amigos inseparables.

Marvin comenzó a preguntarse el nombre de Selk con catorce años, justo después de que ambos perdiesen la virginidad el uno con el otro.

- Selk.- Le llamó,  el otro se removió en su cama y se giró hacia Marvin, para luego ocultar su cara en el pecho del otro.- ¿Algún día sabré cuál es tu nombre?

Selk se tensó y se separó para incorporarse apenas, entonces vio los ojos curiosos de Marvin, esos ojos de gato inteligente,  de persona insaciable de conocimientos. También de loco. Sonrió y dejó un beso en los labios de su mejor amigo.

- Necesito algo a cambio.- Susurró contra su boca, viendo los párpados lánguidamente cerrados del otro.

- ¿Qué tipo de algo?.

- Lo descubrirás.- Y volvió a tumbarse.- Después de todo, eres el inteligente aquí.

Tuvo que pasar un año para que Selk le dijese su nombre, Marvin se estaba graduando ese día. Se le notaba incómodo y nervioso, mirando a su tío preocupadamente. Marcos, que se había alejado lo más posible de la gente,  no paraba de sonreírle repleto de pánico.  Selk estaba a su lado, observándole.

- Nunca te había visto salir de casa.- Comentó Selk.

- Hoy es un día importante. - Cortó Marcos,  acabando con la conversación.  Parecía al borde de un colapso y su mirada giraba frenéticamente entre la gente. Selk pensó que hubiese sido mejor que se quedase en casa, y luego,  por la noche, en su celebración a solas, con un par de cervezas y el traqueteo suave del agua del caño rojo, Marvin le confesaría que él mismo había intentado que Marcos no viniese, pero este, que ahora estaba empastillado hasta los huesos y durmiendo, se había negado a no ir en un día como ese.

Hubo un silencio,  Selk seguía notando a Marvin nervioso, iba a preguntarle. Cuando este le miró.

- Quiero saber tu nombre.- Espetó de repente.

- ¿Y qué me darás a cambio?, ya sabes cuáles son mis condiciones.- Le recordó Selk, intrigado.

Marvin no había mencionado el tema desde que habían tenido sexo por primera vez, y, para qué mentirnos, algo le decía que esta vez no podría librarse. Marvin se acercó peligrosamente a él y le susurró al oído:

- Mi más oscuro secreto... Pero antes, necesito tu promesa.

Se alejaron apenas y se miraron a los ojos largamente. Y Selk vio en los ojos de Marvin finalmente la culpa, el miedo al rechazo. También la necesidad de decirle. Todo junto, tragó saliva, y notó como su cuerpo entero se erizaba ante la sensación conocida de la curiosidad.

Tomó su decisión.

- Tu secreto por mi nombre,  lo prometo.

Marvin esbozó una sonrisa, más  segura de lo que sus ojos mostraban,  Selk tragó saliva. Estaba jodido. Entonces,  tratando de ocultar su pánico,  Marvin Murmuró:

- Cada vez que te follo, imagino que eres mi tío.

Y, Selk, lo único que pudo pensar en ese momento,  mientras su cara de sorpresa desaparecía poco a poco entre parpadeos, fue que era obvio.

Obviamente Marvin estaba enamorado de Marcos,  siempre lo había estado. Entonces,  una sonrisa cubrió sus labios y asintió un poco. Tragó saliva y soltó una risita.

- Si se la chupas quiero vídeo.- El zape que Marvin le dio le hizo reírse aún más. Marvin tardó poco en seguir a su amigo, pero, cuando las risas terminaron, sus miradas volvieron a encontrarse.

- Quiero saber tu nombre.- Repitió.

Y la respuesta, aunque se hizo esperar, no le decepcionó en lo absoluto.

Y ahora Marvin estaba sentado frente al caño rojo, pensando, después de un largo día de trabajo, Sabiendo que al volver, Marcos le habría hecho la cena, Marcos,  su tío,  su pareja. Le amaba con locura.

Suspiró, notando como ese año y medio desde la partida de Selk sí le había afectado... Gruñó un poco, hizo cálculos y, de repente,  la realidad de que él iba a volver en unos meses le golpeó. Había intentado olvidarle, cerca de dos años sin él dolerían demasiado si estaba consciente, así que simplemente hizo lo mismo que con sus padres: Hacer desaparecer sus emociones.

Cuando regresó a casa se abrazó a Marcos, y, por primera vez,  lloró la partida de su amigo. Y Marcos,  aún sin comprender, besó su frente y le dijo:

- Estoy aquí Marvin. Te amo.

Entonces,  la gran gigante roja se derritió, y se permitió llorar, y las lágrimas brotaron de sus ojos como queriendo limpiar por dentro todos esos años de silencio. 

Acabaron sentados en el sofá, abrazados.

- Yo también te amo.- Respondió finalmente Marvin, sollozando.

Estrellas En Llamas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora