Ya era de noche, las estrellas les miraban con calma en el firmamento, completamente ajenas a lo que estaba ocurriendo en sus mentes, en su almas. Marvin fue el primero en salir del coche, cerró la puerta y respiró hondo, entonces, el tenue frío nocturno del verano le hizo sentirse un poco más seguro; tuvo el impulso de apoyarse en el coche, para descansar un poco el cuerpo, buscando así la calma de su mente, pero, en su lugar, tanteó su bolsillo hasta encontrar las llaves del auto. Tragó el nudo de su garganta y rodeó el coche, para abrirle la puerta a Marcos, que, entre temblores , le miraba con aprensión y miedo.
Marvin se agachó un poco, lo suficiente para quedar a su altura y le agarró del rostro para besar su frente.
- Estoy aquí. Voy a cuidar de tí, no pasa nada.- Murmuró sobre el nacimiento de su pelo, Marcos se destensó un poco, y, con una sonrisa tímida, buscó sus labios. El beso que siguió fue ténue, cálido. El contacto de sus bocas le hacía sentir fuerte, le hacía sentir vivo... Calmado, y feliz. Y quería que Roberto lo supiera, que supiera lo que sentía, que no era un capricho. Que estaba enamorado... Completa y absolutamente enamorado de Marvin.
- Estoy listo.- Mintió cuando se hubieron separado. Y el más joven le ayudó a incorporarse, controlando su cuerpo, impidiéndose mostrar su miedo.
Cerró la puerta y el coche soltó un pitido. Cerrado.
Apretó un poco más las manos de su tío, esperando que este diese el primer paso.
- Allá vamos. - Murmuró, inseguro, y su pie avanzó apenas unos centímetros. Marvin le imitó, y le miró con cariño, "Le estás haciendo muy bien ", decía su mirada, y Marcos le respondió con un brillo alegre, poco intenso, en el fondo de sus ojos.
Y así fueron, un paso tras otro hacia la verja. Y, por un segundo, el estómago de Marcos dio un vuelco, retorciéndose como una culebra . Se detuvo y miró a Marvin con aprensión, este le devolvió la mirada, apretó su mano y habló.
- ¿Abro yo la puerta?.
Silencio.
Marcos tragó saliva.
Un escueto asentimiento.
El crujido chirriante de la puerta, y, finalmente: El camino libre hacia el infierno. A partir de ese momento, el mundo se volvió de tinta negra, pesado, ausente. Marcos no veía más allá de sus pies y un suelo difuso, notando la mano distante de su sobrino sobre la suya, ahogó un quejido en su garganta cuando notó sus pies hundiéndose en el abismo de sus propios temores y pensamientos. Cerró los ojos. Respiró hondo. Y dio un paso.
Abrió sus ojos llenos de lágrimas al notar bajo sus pies el suelo maltrecho del cementerio. Parecía sorprendido, y asustado.
- Lo he conseguido.- Articuló la frase a duras penas.- Lo he... Lo he hecho, Marvin... Lo he conseguido.- Y más lágrimas se escaparon de sus ojos , pero no borraron su sonrisa.
Y Marvin , a su lado , notó como si su corazón se estuviese derritiendo, relajando la tensión de su cuerpo. Lo había conseguido. Habían entrado. Miró al cielo y luego a su tío , que le observaba con esa sonrisa destrozada, y sus mejillas empapadas .
- Estoy orgulloso de tí.- Murmuró, controlando su voz para que no temblara, antes de abrazarle . - Estoy muy orgulloso de tí. Muy, muy orgulloso.
Marcos sintió como una oleada de calor surgió de su corazón, expandiéndose por su cuerpo, por su alma. Apretó más el cuerpo de Marvin mientras sentía el suyo palpitar con las energías renovadas. Se sentía útil, querido . Se sentía bien por primera vez en mucho tiempo. Y el miedo se quedó agazapado en algún lugar de su consciencia. Ya no era importante, al menos, no por ahora. Se separó de él y, sin palabras. Se dirigieron a la tumba.
Esta estaba en una de las esquinas del cementerio, cubierta de polvo y flores secas, nadie había pasado por ahí en años, y Marcos se sintió de nuevo miserable al darse cuenta de eso. Sacó un pañuelo que había sido abandonado en sus pantalones varios lavados atrás y comenzó a limpiar la superficie del sepulcro ante la atenta y confundida mirada de Marvin .
Él nunca había visto la tumba de su padre , observó como , bajo la gruesa capa de polvo , fueron surgiendo los dibujos y nombres que lo cubrían, hasta llegar al nombre de su padre: Roberto Sahuquillo. Tragó saliva para contener las emociones que le estaban aprisionado el alma, y con ellas, un llanto.
- Debería haber venido aquí a limpiar tu tumba hace tiempo... - Sus palabras agrietadas rompieron el silencio de la noche.- Lo siento tanto... - Se incorporó a duras penas, esperó un segundo. Tragó saliva. Y señaló la tumba de al lado.- Esa... Esa es la de tu madre.
No hubo respuesta, de repente, la boca del chico se quedó seca, tragó ruidosamente la sensación de aturdimiento que le dio esa revelación. Estaba anonadado, se separó del otro , y se acercó con tensión al lugar donde reposaba la mujer que había sido su madre. Su tumba estaba limpia y llena de flores nuevas y brillantes, no tuvo que usar el pañuelo para poder leer la inscripción, que brillaba a la luz de las farolas, en dónde se plasmaba el nombre de ella, de su madre: Daniela Herrero . Ahogó sus lágrimas con el reverso de su mano mientras los recuerdos le asaltaban como un alud incesante; Recordaba los cuentos de su padre, las caricias de su madre , las risas en el parque, los campamentos de verano... ¿Dónde habían estado todos esos recuerdos?, ¿Dónde se habían escondido?. Trató de controlarse, trató de no llorar. Pero su cuerpo se encorvó en contra de su voluntad mientras su estómago se retorcía de dolor. ¿En qué momento ellos habían muerto también en su memoria?... Quiso calmarse , pero cuando su tío le abrazó, su jarrón de cristal se rompió del todo , dejando libre aquel mar embravecido de su interior. Que se liberó a sí mismo de forma catastrófica.
Ahí estaban, los dos, sentados en la tumba de su madre. Marvin llorando como nunca lo había hecho, y Marcos susurrándole "te quieros" al oído , meciéndole con calma.
Todo era un caos en su cerebro, estaba colapsando, y, por fin, su corazón. O su cerebro. Habían decidido romper esa coraza que le protegía del mundo.
- Lo siento, yo...- Quiso decir Marvin.
- No pasa nada. - Le cortó Marcos. Acariciando su pelo con cariño.
- Pero...
- Marvin, ya te he dicho que no me molesta que muestres tus sentimientos. Está bien. Tú estás conmigo, yo estoy contigo. Te quiero. No pasa nada, estamos juntos...
Siguió meciéndole hasta que sus lágrimas se calmaron. O, mejor dicho. Hasta que Marvin consiguió controlar sus emociones, volviéndolas a encerrar en esa cárcel dónde habitaban.
Y entonces, con un suspiro ahogado , ambos decidieron empezar con lo que había propiciado esa visita, hubo un momento de silencio, de incertidumbre. Hasta que Marcos, con temblores intensos, comenzó a hablar en un murmullo:

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Estrellas En Llamas.
RomansaMarvin desde siempre ha adorado a su tío, adoración que poco a poco se convierte en un amor capaz de mover mares. Él sabe perfectamente que nunca será más que un sueño, un delirio estúpido... Pero, en su diecinueve cumpleaños ocurre algo, algo que l...