En el jardín trasero de una gran mansión rodeada de vegetación se encontraba un joven peliblanco realizando un entrenamiento bastante duro el cual obligaba a sus músculos tensarse mientras gotas de sudor caían por su frente perdiéndose en el final de su blanquecino cuello. El cansancio estaba presente en su cuerpo, llevaba más de una hora sin descanso, quería parar, pero sabía que le sería de utilidad en un futuro no muy lejano.
"Sesenta y siete, sesenta y ocho, sesenta y nueve... y setenta" contó mentalmente para luego caer en el mullido césped con su respiración agitada.
—¡Vamos Eros, no seas vago!— gritó Massimo dándole ánimos al menor.
—Esto es explotación infantil, no puedo con mi alma— habló entrecortadamente.
Eros estaba siendo entrenado por Massimo, la mano derecha de su padre, un hombre rubio con mirada intimidante encargado de torturar a aquellos que los traicionaban o que simplemente quiere sacarles información.
—Si no quieres morir en este mundo es necesario entrenarte, ya lo hemos hablado muchas veces enano no te quejes— replicó cruzando sus fuertes brazos.
—Pero es que cada vez me pides más, es insufrible— se quejó frunciendo sus labios.
Massimo negó con la cabeza dándole una pequeña toalla al peliblanco para que limpiara los restos de sudor de su frente, este agarró la toalla con enfado tumbándose en el blando césped, todavía seguía jadeando del cansancio.
Eros odiaba los entrenamientos, ya que siempre sus músculos terminaban tensos y él extremadamente cansado. Aprender técnicas de autodefensa, manejar armas, y combatir cuerpo a cuerpo lo dejaban exhausto, sobre todo si lo realizaba en un mismo día, que es lo que pasó hoy. Por otra parte agradecía que Massimo le enseñara todas sus técnicas, ya que algún día lo necesitaría, su padre en algún momento moriría y él tendría que asumir el mando.
Sacudió su cabeza alejando esos pensamientos, no quería pensar en eso y que su corazón se hiciera pequeño.
—Hemos terminado por hoy, puedes descansar— informó el rubio con una sonrisa de victoria al ver la mirada de odio que le dedicó el menor, sin nada más que añadir se dió la vuelta caminando hacia el interior de la mansión.
—¡Que te jodan viejo de mierda!— chilló Eros con rabia pero en su tono de voz se escuchaba un poco de burla.
Massimo negó con la cabeza divertido, había cosas que nunca cambiarían en Eros.
El peliblanco después de estar unos minutos más tirado en medio del césped pudo ver como el cielo cada vez se oscurecía más. Se levantó para ir a su habitación, mañana sería su primer día de universidad y no quería llegar tarde.
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EROS - [DETRÁS DE MÍ] +18
RomanceEn la ciudad de Los Ángeles residía una de las organizaciones más influyentes de la zona. No dudaban en torturar ni matar a quienes tenían la osadía de meterse en su camino. The Ravens fué heredada por generaciones, era algo sagrado para la familia...